A la plancha, al ajillo, salteadas o en cóctel: cuatro formas sencillas de disfrutar de las gambas

Las gambas se han consolidado como un clásico imprescindible en la cocina mediterránea, y su versatilidad permite disfrutarlas de formas muy variadas sin necesidad de complicadas preparaciones, muy convenientes en celebraciones y ocasiones especiales. Desde la sencillez de las gambas a la plancha, donde el ajo y el perejil resaltan el sabor natural del marisco, hasta el toque picante y aromático de las gambas al ajillo, estas recetas demuestran que pocos ingredientes bien combinados son suficientes para lograr un plato exquisito.

Su flexibilidad permite adaptarlas a platos calientes o fríos, desde métodos rápidos en sartén hasta combinaciones de texturas más complejas. Esto convierte a las gambas en un recurso práctico para distintos contextos gastronómicos, desde comidas cotidianas hasta ocasiones especiales, ofreciendo siempre una base de sabor reconocible que puede complementarse de forma sencilla con otros ingredientes.

Gambas a la plancha

Para preparar gambas a la plancha, se comienzan seleccionando unos 400 gramos de ejemplares frescos. Se machaca un diente de ajo junto con perejil fresco para elaborar un majado que aporte aroma durante la cocción. La plancha se calienta con una base de sal gorda y un chorrito de aceite de oliva, sobre la cual se colocan las gambas. Se unta ligeramente cada ejemplar con el majado de ajo y perejil, asegurando que el sabor se distribuya de manera uniforme.

El tiempo de cocción es breve, alrededor de un minuto por cada lado, ajustando según el tamaño de las gambas. Durante este proceso, las gambas cambian a un tono rosado uniforme, manteniendo su textura firme y los jugos naturales concentrados en la superficie. Este método permite disfrutar del sabor del marisco sin la necesidad de añadir ingredientes adicionales o salsas complejas.

Gambas al ajillo

La preparación de gambas al ajillo comienza con 300 gramos de gambas peladas o descongeladas previamente. Se pelan y laminan entre siete y ocho dientes de ajo, que se confitan lentamente en aceite de oliva virgen extra a fuego bajo para conservar su sabor y evitar que se tornen amargos. Se añaden dos o tres guindillas frescas para aportar un ligero toque picante, según la preferencia.

Una vez que los ajos están confitados, se incorporan las gambas y se aumenta brevemente la temperatura de la sartén, retirándolas al instante para que terminen de cocerse con el calor residual. Esta técnica asegura que las gambas mantengan su firmeza y que el aceite adquiera consistencia gracias a los ajos, formando una salsa ligera y uniforme.

El resultado es un plato que combina la textura jugosa de las gambas con el aroma del ajo y el picante de las guindillas, ofreciendo una preparación sencilla que puede acompañarse con pan u otros elementos básicos para completar la comida.

Gambas salteadas

Para las gambas salteadas se utilizan aproximadamente 450 gramos de ejemplares medianos, que se marinan durante tres horas con dos dientes de ajo finamente picados, una cucharadita rasa de perejil deshidratado, sal gruesa y unas diez cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra. Este marinado permite que los sabores se integren y que la sal penetre ligeramente en el interior del marisco.

Tras el marinado, las gambas se cocinan en una sartén con tres cucharadas de aceite, removiendo continuamente a fuego bajo durante un par de minutos hasta que adquieren un color rosado uniforme. Se deja que terminen de cocerse con el calor residual, conservando la humedad y textura característica del producto.

Antes de servir, se exprime medio limón amarillo sobre las gambas y se mezcla con los jugos que hayan quedado en la sartén, completando así un plato con un equilibrio de aromas y sabores simples pero integrados, listo para consumir de inmediato.

Cóctel de gambas

Puedes elaborar el cóctel de gambas combinando 500 gramos de gambas cocidas y peladas con dos aguacates cortados en dados y una cebolleta finamente picada. A esta mezcla se añaden tres o cuatro cucharadas de salsa rosa, que pueden ser caseras o compradas, mezclando todos los ingredientes con cuidado para mantener la textura de los aguacates.

Una vez integrada la salsa, la preparación se enfría en la nevera antes de servir para conservar la frescura y los aromas de los ingredientes. Para la presentación, se coloca una base de lechuga picada en copas de cristal, sobre la cual se distribuye la mezcla de gambas, aguacate y cebolleta.

Finalmente, se pueden colocar algunas gambas adicionales sobre la mezcla como decoración, permitiendo un servicio individualizado y facilitando su consumo en reuniones o comidas formales. Este método mantiene la sencillez del plato y permite que los sabores se perciban de manera clara y equilibrada.