Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El PSOE convierte su Comité Federal en un acto de aclamación a Pedro Sánchez
Las generaciones sin 'colchón' inmobiliario ni ahorros
Opinión - El extraño regreso de unas manos muy sucias. Por Pere Rusiñol
Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

La feminización del mundo

Joaquín Caretti

Se ha extendido la idea de que está en marcha una feminización del mundo y que dicha situación tiene que ver con la explosión de la presencia de la mujer en la cultura, fundamentalmente en la cultura occidental. Sin embargo, es preciso interrogarse sobre si realmente estamos en una época así. Hay claros indicios que muestran que la regulación del Padre, el mundo macho, desfallece sin que esto implique necesariamente pasar a un modo femenino de estar en el mundo.

Es innegable que las mujeres durante el siglo XX han irrumpido en todos los ámbitos del saber, de las artes y del trabajo ocupando labores y profesiones que antes eran exclusivas de los hombres y desarrollando su vertiente creativa fuera de los límites impuestos por la cultura de los siglos anteriores. Y lo han hecho para quedarse. La ingente labor del movimiento feminista por el reconocimiento de lo femenino cosecha hoy sus frutos. A su vez, podemos atribuirle al psicoanálisis una influencia en este derrotero del mundo, pues dio la palabra a las mujeres, escuchándolas en su singularidad, sin intentar asimilarlas al universo masculino y manteniendo como un interrogante el qué quiere una mujer. Pensamos que hay que favorecer este cambio que implica el acceso de las mujeres a los puestos de mando porque es una experiencia de la civilización de la que puede venir algo nuevo para todos.

Se puede constatar la presencia activa de la mujer en la política, ocupando cargos de máxima responsabilidad y es en este terreno donde las políticas de la igualdad entre los géneros han tenido más aplicación mediante la propuesta de cuotas igualitarias.

La feminización se ha extendido también al campo del lenguaje, feminizando sustantivos y pronombres y rechazando que el género neutro -en el que se universaliza el contenido de un conjunto de hombres y mujeres, por ejemplo con el “nosotros” o el “todos”- se escriba con una palabra masculina.

Todo esto se da en el contexto de una debilidad generalizada de la función paterna que produce una descreencia en los grandes líderes de la humanidad e incluso arrasa con ellos. Hay una ausencia de relatos que expliquen el mundo allí donde la ciencia no termina de responder y donde la política se convierte en un juego de engaños para unas masas hambrientas de cuentos felices. El debilitamiento del Padre y la feminización van de la mano hacia un futuro difícil de avizorar. Sabemos que la irrupción de lo femenino no es un camino que la humanidad vaya a aceptar fácilmente.

Por otro lado, constatamos una desvirilización del hombre, tanto en su función de padre -al debilitarse su decir como representante de la ley- como en la forma de abordar al otro sexo. De igual modo sucede con los semblantes, pues asistimos a una feminización de los atuendos y de los cuidados de sí. El ser hombre ha perdido su atractivo y se constata que la masculinidad se coloca a la defensiva ante la protesta de las mujeres. Los hombres responden de diversas maneras, por ejemplo por la vía fundamentalista o por la de la identificación, siendo la más habitual la de su maternización.

Si la lógica masculina está ordenada por la idea de lo universal, la lógica femenina toma en cuenta lo singular de cada ser hablante asumiendo que no todo se puede decir, no todo se puede explicar, no todo se puede saber, no todo cae bajo el sentido, no todo depende de lo simbólico. Esta lógica cuestiona la lógica masculina al perturbar las identificaciones y los fenómenos de masas. Allí donde lo masculino gusta de hacer grupo, de identificarse entre sí y gritar al unísono, lo femenino no termina de encajar del todo en esto y apunta más a una manera de incluir lo singular. Sin embargo, sabemos que las mujeres también están inscritas en fenómenos de masas y en formas masculinas de hacer política -ejemplos sobran, lo cual hace pensar que ellas habitan las dos lógicas. Y también los hombres, aunque con mayor dificultad. Estas dos lógicas implican dos maneras diferentes de gozar.

La dificultad para una feminización del mundo tiene que ver con que esta se produce en el contexto de un rechazo estructural de lo femenino para ambos sexos. Lo afirma Freud con mucha claridad en su texto “Análisis terminable e interminable”. Hay en lo femenino algo que se hace intolerable: el que no haya en el inconsciente una palabra que permita nombrar a la mujer y hacer una clase con ellas. Ello anudado a una forma de gozar misteriosa que no es fácil de relatar ni siquiera para ellas mismas. Esto llevó a Freud a su famosa pregunta: ¿qué quiere una mujer? Por ello, dado que no podemos pensar -por razones como la violencia de género- en que este rechazo haya sido superado -ya que lo que se rechaza en lo femenino no es la vertiente maternal sino el goce femenino que está implicado- llama la atención que el mundo vaya hacia la feminización. Si afirmamos que hay un rechazo estructural a lo femenino en todo ser hablante y a pesar de ello sostenemos que el mundo se feminiza, cabe preguntamos de qué feminización se trata.

Nos encontramos ante un oxímoron. Si hablamos de mundo apelamos a un universal que incluye a todos los sujetos hablantes y esto es opuesto a la idea de lo femenino, considerado como algo altamente singular de cada mujer: femenino y universal son términos antinómicos. Podemos hablar de feminización cuando nos referimos al número de mujeres que participan de la vida pública, a las voces de las mujeres que se hace oír como nunca en la historia, pero ciertamente esto no implica que la lógica femenina se extienda en lo social. Una verdadera feminización sólo es pensable si la presencia de las mujeres consigue introducir en el mundo otra forma de hacer con lo real de la existencia, una forma que no implique solo la identificación y un goce dependiente exclusivamente del Padre.

De cualquier manera, aunque la entrada de la mujer en el mundo no traiga la feminización automática del mismo y aunque estas se virilicen, la sola presencia de ellas es una oportunidad para otra manera de estar, de vivir la sexualidad y el amor, para otra manera de hacer política y de construir los lazos sociales. No estando su voz y su presencia en los lugares de la cultura, lo que las mujeres aportan de diferente no tendría lugar ya que faltaría la alteridad. Con las mujeres entra en juego la diferencia sexual, la presencia del Otro radicalmente diferente: su cuerpo vivo rompe el para todos lo mismo y hace que el mundo patriarcal camine en otra dirección. Podemos pensar que su sola presencia activa en la cultura ya lo garantiza.

Desde la posición femenina, la cuestión que se les plantea a las mujeres es cómo evitar entrar en la lógica masculina de la competitividad y transformarse en damas de hierro. La feminización tiene que comportar algo nuevo, algo que implique un cambio radical, una superación del rechazo de lo femenino -convertido ahora en un sí alegre- y no en una simple maternización de los seres hablantes en la vertiente de los cuidados.

Esto puede tener muchas consecuencias para la vida. Habrá que estar atento, saber leerlo y escucharlo sin idealizar lo femenino y de este modo neutralizarlo.

De esta y otras cuestiones se hablará en las XV Jornadas “Mujeres, un interrogante para el Psicoanálisis” de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis a celebrarXV Jornadas “Mujeres, un interrogante para el Psicoanálisis” en Madrid el 19 y 20 de noviembre.

Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Etiquetas
stats