Campanadas contra la despoblación en Villar de Corneja (Ávila)

La pequeña localidad abulense de Villar de Corneja (32 empadronados) ha vuelto a adelantar las campanadas de fin de año al mediodía para que la mayoría de sus vecinos, todos de avanzada edad, coman las uvas en compañía, ya que muchos de ellos estarán en la cama cuando llegue la medianoche.

En este caso, la tradición de las campanadas se une a otra en este pueblo que desde 2004 puso en marcha esta costumbre que cada año reúne a más gente en la denominada España vaciada, según ha recordado su alcaldesa, Carmina Hernández.

Como cada año, desde hace 16, la regidora, micrófono en mano, ordena el desarrollo de los acontecimientos, mientras se van incorporando los vecinos y visitantes, cada vez más numerosos, porque este pequeño municipio se ha convertido en toda una referencia nacional cada 31 de diciembre.

Por ello, Hernández se muestra contenta, aunque solo sea por unas horas, al ver la Plaza del Ayuntamiento con más de un centenar de personas, una estampa poco habitual en este pueblo en el que viven 13 personas -aunque hay 32 empadronados- con una media cercana a los 80 años.

La alcaldesa habla de “jóvenes” para referirse a los dos vecinos de 50 años, los chavales de este pueblo situado a 70 kilómetros al oeste de la capital abulense, muy cerca de la provincia de Salamanca.

Mientras sigue llegando gente, unos de Madrid, otros de Ávila, otros de localidades del entorno, la regidora se muestra desencantada por la falta de respuesta de las administraciones para los problemas de despoblación rural.

Consciente de las “dificultades” para repoblar estas zonas que se quedan vacías fuera de las fechas más señaladas, Hernández responde con decepción cuando se le pregunta por sus peticiones a los políticos: “¿Para qué voy a pedir si no me lo van a dar?”, se ha preguntado.

Alcaldesa de Villar de Corneja desde 2003, Carmina Hernández asegura que seguirá organizando “siempre” estas campanadas para despedir cada año a mediodía “mientras quede en el pueblo un solo vecino”.

“Tranquilos, que todavía tiene que dar otro cuarto”, ha advertido la alcaldesa para, a continuación, contar una a una las uvas, hasta llegar a la décima, momento en el que ha avisado a los presentes entre risas: “No os atragantéis”. Después les ha deseado un “¡feliz año a todos!”.

A partir de entonces se han descorchado botellas de champán y de sidra, y los más pequeños han disparado petardos de confetis y han cantado, junto al resto de vecinos, los tradicionales villancicos, dando vivas a Villar de Corneja, el pueblo en el que la mayoría ni vive, ni nació.