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'La cara oculta de la luna': el arte 'raro' del Madrid de los 90

Galeria Mari Boom

J.M. Costa

La cara oculta de la luna. Arte alternativo en el Madrid de los 90, es seguramente una referencia a La Luna de Madrid, la publicación independiente que para muchos sigue simbolizando un determinado Madrid (lleno de forasteros) en los segundos 80. Pero esta sería la anécdota, la exposición viene a mostrar que no todo encajaba nítidamente en el sistema. Y es que lo realmente integrado y utilizado por el sistema fue bastante poco, lo más numeroso quedó fuera del circuito.

Aquí se presentan en orden cronológico treinta proyectos artísticos, casi todos colectivos, que se prolongan desde 1980 al 2003. Son muchos para poco más de una década. Unos funcionaron bastante tiempo, otros fueron literalmente flor de un día. Pero en su conjunto reflejan un modo de actuar que se resumía en juntarse y hacerlo, al margen de subvenciones o validaciones institucionales.

El organizador de La cara oculta de la luna es Tomás Ruiz-Rivas, uno de los históricos de esta independencia. Su breve texto de introducción es muy interesante porque no incide en LO que hicieron estos colectivos, sino en CÓMO lo hicieron. Esto es peculiar porque históricamente lo normal ha sido centrarse en las formas o los contenidos de un movimiento, todo lo más en sus estrategias mediáticas. Sin embargo, las formas de producción de las artes o su distribución raramente han sido objeto de una exposición aunque sí de bastantes ensayos o tesis.

La cultura de la subvención en España

Por otra parte, tratar el tema tiene pleno sentido porque la independencia fue (y todavía es) el nexo de unión de actividades muy dispares. Entre Espacio P, un lugar casi consagrado a la performance y Estrujenbank, que venía a ser pintura urbana casi avant la lettre, hay un océano estético. Pero en sus actitudes frente al sistema no tanto. En realidad, a lo que se han venido enfrentando estos artistas no ha sido tanto a un mercado en gran medida inexistente para muchas de sus actividades, sino a la cultura de la subvención y la institución que había llegado aproximadamente con el gobierno del PSOE en 1982 y se extendió por autonomías y ciudades sin distinción de colores políticos. A través de subvenciones e instituciones se puede promover un determinado tipo de arte, eso ya se sabe. En realidad, las subvenciones públicas a la cultura existen en muchos países, pero en España se convirtieron prácticamente en una premisa sine qua non para plantearse hacer algo. La falta de costumbre, seguramente.

Las instituciones también existen en todas partes, pero lo repentino de su expansión en nuestro país dejó a mucha gente con la impresión de que fuera de la institución solo existía el desierto. Y así, con brillos ocasionales, un par de estrellas fugaces y mucha frustración se ha ido escribiendo la historia de nuestro arte visual.

Al igual que Charivaria (una planta más abajo), La cara oculta de la luna tiene un carácter más documental que puramente artístico. Recorriéndola es posible enterarse de iniciativas poco aireadas y peor recordadas, pero no se trata de una exposición de obras maestras. Tampoco el asunto iba de eso. A diferencia de la exposición sobre el sonido, esta sobre la independencia artística madrileña sí tiene un principio y un final, aunque al tratarse de un orden puramente cronológico siempre se puede empezar por lo más cercano y acabar con lo más lejano en el tiempo.

La exposición es coherente en su forma, aunque la extensión o intensidad de los elementos varíe. Sobre paneles de cara al patio interior del edificio de Correos se puede leer el nombre de la propuesta, los de sus iniciadores, una nota histórica, fotografías, vídeos, documentos y algún objeto/obra ocasional. La estandarización ayuda a hacerse una idea global, sin distracciones de estilo.

Los treinta nombres de La cara oculta de la luna

La cara oculta de la lunaComo son unos treinta nombres es difícil analizar cada uno, pero conviene mencionarlos todos por pura justicia y porque la acumulación impone. La cara oculta de la luna comienza con el Espacio P, activo entre 1981 y 1997 en diferentes etapas recogidas en una reciente exposición en el CA2M de Móstoles. Sigue Poisson soluble, entre 1984-85, una sala en las Vistillas cuya actividad tendía a unir lo artístico con lo escénico. Luego viene Galería Mari Boom constituida en 1985 con una sola acción: ocupar por las buenas un paso subterráneo junto al Retiro y convertirlo en galería con el equívoco de hacer circular la falsa noticia de que la famosa galería neoyorquina Mary Boone se iba a instalar en Madrid. Funcionó y el evento se vio reflejado casi más en las páginas de local o sociedad de los diarios que en las de cultura.

Estrujenbank, entre 1990 y 1992, nació con una primera exposición de nombre prometedor: Callos de la casa. La Galería Valgamedios funcionó algo mas de un año, entre 1990 y 1991 y no se trataba tan solo de una galería, sino de un estado mayor para acciones como una en la que ocuparon, porque sí y de forma ilegal, un stand de ARCO. Legado social estuvo activo entre 1991 y 1993, siendo uno de sus fundadores César Strawberry, más conocido por el grupo Def con Dos y por su reciente proceso judicial. No es raro que tendiera a lo que ya se entendía por arte urbano.

FIARP, Festival Internacional de Arte Raro y Performances (1991-1993) realizó sus dos primeras ediciones en la Galería Valgamedios. Lo de arte raro es casi presciente, hoy en día cada vez más artistas prefieren renunciar al algo gastado nombre de 'experimental' y prefieren decir sin grandes pretensiones que lo suyo es arte(s) raro(as).

El almazén de la nave, allá por el periférico Paseo de Extremadura, era el estudio de varios artistas ya algo mayores capitaneados por Manolo Quejido. El almacén era un lugar de exposición pero casi más de discusión e incluso fiesta. El Ojo Atómico fue de las iniciativas más conocidas de los los 90, su principal promotor fue el mismo Tomás Ruiz-Rivas y su representante más famoso Santiago Sierra. Se dedicaba básicamente a las instalaciones en un espacio especialmente precario, pero es lo que había y era lo fundamental: un lugar donde poder crear y exponer.

La Más Bella también es relativamente conocida, sobre todo por unos objetos artísticos tan baratos como interesantes que se expendían en algunos lugares por unas máquinas automáticas llamadas Bellamatic o en publicaciones como la revista La Más Bella, que lleva 20 años editándose. Como la mayor parte de estas iniciativas, la discusión y presentaciones ocupaba buena parte del programa.

Cruce se abrió en 1994 en la calle Argumosa y luego pasó a la muy galerística Dr. Fourquet, ambas cercanas al Reina Sofía. Cruce sigue siendo un reducto de independencia en pleno vientre de la bestia. El número y diversidad de colaboraciones a lo largo del tiempo es enorme, pero Cruce se las ha arreglado para mantener un núcleo de activistas que la ha conducido hasta hoy en día.

El Establecimiento fue una intervención efímera (1993) en una antigua bodega, Fast Food (1994) un proyecto de edición, El Perro (1994-2000) un colectivo de artistas/comisarios, Revista Caminada (1996) un proyecto entre la performance y la edición, realizada en la misma calle y nunca editada. Public Art (1996-1998) fue otro proyecto comisariado por la omnipresente (hasta hoy) Nieves Correa. También de finales de los 90 son Zona De Acción Temporal (1997-1998), el Garage Pemasa (1998-2000) o la Red De Lavapiés (1998-2003), que fue una de las iniciativas más ligadas a un barrio ya al borde de la gentrificación.

Espacio F (1998-2013) fue uno de los primeros espacios del ya desaparecido Mercado de Fuencarral; La Ternura nació como un proyecto de intercambio culturas, Window 99 (1999) fue un proyecto realizado en la cristalera y el balcón de su fundador, Rafael Suárez y la década se cerró con la inauguración de Circo interior bruto (1999-2005) otro colectivo de artistas que montaron un espacio dedicado a la investigación, si bien abierta al público.

El nuevo siglo se abrió con Doméstico (2000-2008) un proyecto muy berlinés de aprovechamiento de espacios en desuso, como simples pisos vacíos, para montar exposiciones y una gran cantidad de actividades. También de esta época es La hostia fine arts (2001-2008).

Off limits (2002-2014) fue la prolongación de Garaje Pemasa, ya en el barrio de Lavapiés. The Art Palace (del 2002 al presente) fue raro dentro de lo raro porque incluso sus fundadores son anónimos, no tiene un espacio propio y se caracteriza por acciones de cortísima duración (un día normalmente). El Ojo Atómico se trasladó en 2003 de sede y acabo transformándose en Antimuseo. Mad.03 fue una exposición alternativa a la idea comercial de ARCO montada por la asociación Artistas Visuales Asociados de Madrid en el 2003 como un intento de dar visibilidad a estos artistas de los 90 y resultó de tales dimensiones que supuso una presencia de ese arte alternativo difícil de ignorar por lo establecido. La última de las iniciativas presentes es Acción!Mad que echó a andar en el 2003, otra plataforma de la inagotable Nieves Correa dedicada a la performance.

Por supuesto, la actividad independiente sigue hasta el presente, habiendo adoptado nuevas formas y todo tipo de prácticas. Pero La cara oculta de la luna recoge un periodo con una densidad nada desdeñable de iniciativas en las cuales se producían eventos ni mucho mejores ni mucho peores que sus contrapartes comerciales, pero eran con frecuencia más interesantes, aunque solo fuera por lo inesperado y raro.

Habría mucho que reflexionar sobre todo esto, pero al menos dejar testimonio de una cantidad de proyectos que se produjeron en la penumbra, un testimonio que se suma a muchos otros que poco a poco van dibujando la historia de una cultura bastante diferente a la que ha acabado cristalizándose en Lo Oficial.

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