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Octavia E. Butler, la escritora negra que rompió el techo de cristal de la ciencia ficción

La escritora Octavia E. Butler y algunas de sus páginas originales.

Matías de Diego

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“Nena... Los negros no pueden ser escritores”

Octavia tenía 13 años cuando su tía le dijo que los negros no podía ser escritores. Ella quería dedicarse a crear historias como las que había leído en las revistas de ciencia ficción de los años 50. Amazing, Fantasy and Science Fiction o Galaxy. Incluso antes de escribirlas, soñaba con ver su nombre impreso en las páginas de una de esas revistas. Pero, ¿y si su tía tenía razón?, ¿y si los negros no podían ser escritores?

“En mis 13 años de vida no había leído ni una sola palabra impresa que, por lo que yo supiera, hubiera sido escrita por una persona negra”, recuerda Octavia E. Butler en 'Obsesión positiva', uno de los ensayos que componen la colección Hija de la sangre y otros relatos editada por consonni. Recopilando siete relatos y dos ensayos inéditos en castellano, la editorial presenta con esta obra todas las obsesiones de la escritora: el papel de la mujer negra, los traumas de colonialismo, las violaciones, la esclavitud en EEUU, la destrucción del medio ambiente, las relaciones entre especies o la lucha de las parejas interraciales.

Nacida en Pasadena (California, EEUU) en 1947, la vocación literaria de Butler se fraguó gracias a los libros que su madre rescataba de las casas que limpiaba. “Creía fervientemente en el valor de los libros y la educación. Quería que yo tuviera lo que a ella le habían negado. No sabía qué libros me podrían servir, así que todo lo que encontraba en la basura me lo traía”. Ella los acumulaba en estanterías de segunda mano. No importaba que tuvieran las páginas amarillentas o pintarrajeadas, que faltaran las tapas o que estuvieran manchados. Los devoraba uno tras otro.

“Octavia fue una mujer que se abrió camino desde sus orígenes humildes, trabajando en fábricas y en almacenes”, explica Mary Flanagan por correo electrónico a elDiario.es. Mientras encadenaba esos trabajos temporales, no dejó de acumular notas de rechazo de editoriales y revistas. “¿Por qué iba nadie a prestar atención a lo que tenía que decir? […] Por mucho que me gustara la ciencia ficción y la fantasía, ¿qué estaba haciendo?”, cuenta que se preguntaba entonces.

Su “obsesión positiva” fue lo que la empujó a seguir escribiendo. “Su talento y determinación eran extremos. No paró hasta convertirse en una estrella, irrumpiendo en un mundo dominado por hombres blancos”, asegura Flanagan, escritora y profesora de la Universidad de Dartmouth (Ney Hampshire, EEUU). Incluso antes de saber cómo se utilizaba una máquina de escribir, ya se imaginaba vendiendo sus historias a las grandes revistas del género. Y a pesar de sus dudas sobre su vocación y del dominio de los hombres blancos en la ciencia ficción, no pararía hasta conseguirlo.

Octavia E. Butler vendió sus dos primeros relatos cuando tenía 23 años. Solo 'Al otro lado' llegó a publicarse. Entonces pensó que su carrera como escritora ya estaba encarrilada. Llevaba escribiendo cuentos desde los 12 años y pensaba que vender uno de sus textos serviría para dejar atrás sus “trabajos sucios y mal pagados”. “Pero me quedaban otros cinco años de notas de rechazo y de horribles trabajos antes de vender una sola palabra más”, recuerda en el epílogo que acompaña a 'Al otro lado' en Hija de sangre y otros relatos.

Patternmaster, su primera novela, se publicó en 1976. Después llegarían Parentesco (1979) o la trilogía Xenogénesis (1987-1989), obras con las que cuestionó los cánones de la ciencia ficción y se enfrentó a la prevalencia de los hombres blancos. La ficción especulativa de Butler trata temas generalmente considerados tabú, como las violaciones y las relaciones sexuales entre especies, y nos habla de la diáspora africana, del colonialismo, de la esclavitud y de cómo era ser una escritora negra.

En su obra hay hombres que tienen que quedarse embarazados, relatos de madurez, historias de exilio, traición o incesto, ecos de relatos bíblicos y viajes en el tiempo. Aunque su mayor innovación fue “utilizar la raza y la diferencia como una lente con la que explorar las relaciones de poder” y especificar la raza de casi todos sus personajes, incluyendo los blancos, para “acabar con la suposición de que tenían que ser blancos a menos que se indicara lo contrario”, explica Catherine Ramírez, profesora de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la Universidad de California en Santa Cruz (EEUU), en un entrevista por correo con este periódico.

Silvia Pilar Castro Borrego, doctora en filología inglesa y profesora de la Universidad de Málaga, la define como “una de las autoras más revolucionarias de la década de los ochenta” y como “una clara representante del renacimiento de las escritoras afroamericanas”. “Dotó a la ciencia ficción de argumentos que exploraban la raza y la sexualidad desde la perspectiva de la diferencia, tal y como ella experimentaba esa diferencia en la sociedad estadounidense”.

A pesar de la revolución que supuso para el género de la ciencia ficción y de toda su obra -con la que ha ganado los premios Hugo, Locus y Nébula, el premio de PEN America a toda su trayectoria literaria y el título Genius de la MacArthur Foudation-, apenas se han traducido un puñado de sus libros en España, muchos de ellos ya descatalogados. La editorial Mai Més ha rescatado el primer volumen de la saga Xenogénesis y Capitán Swing hizo lo mismo en el año 2018 con Parentesco, su obra cumbre. “La traducción es fundamental. Necesitamos conocerla más”, reivindica Castro Borrego en entrevista por email con elDiario.es.

“Me sorprende que todavía haya algunas personas, incluso fanáticos de la ciencia ficción y de la fantasía que nunca han oído hablar de ella”, asegura Flanagan, que cree que el hecho de ser una escritora negra ha sido determinante para ser “injustamente pasada por alto” y para que no se le diera “el reconocimiento profesional que merece”. Para ella, “la obra de Octavia debería ser de lectura obligatoria para entender nuestra época”.

Ramírez recuerda que leer a Butler, y su forma de tratar la raza, cambió su concepción del resto de obras del género. “Octavia decía que La Guerra de las Galaxias de George Lucas, la película del año 77, mostraba todo tipo de extraterrestres, pero un solo tipo de humanos: los blancos. Después de leer eso, nunca volví a ver igual la película”.

“Nena… Los negros no pueden ser escritores”, le dijo su tía cuando tenía 13 años. Pero ella siguió leyendo libros de segunda mano, absorbiéndolo todo y escribiendo historias en una vieja máquina Remington que le habían comprado su madre cuando tenía 10 años. Siguió escribiendo y siguió soñando hasta convertirse en 'la gran dama de la ciencia ficción'.

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