Ludovico Einaudi se hace activista con un concierto sobre el Ártico
Ludovico Einaudi pertenece a ese privilegiado sector de pianistas que consiguen movilizar masas con un único recorrido por las teclas. Desde que se dio a conocer a nivel internacional, el italiano ha llenado grandes salas de conciertos como la Royal Albert Hall de Londres o la State Opera de Viena. Pero su última actuación ha prescindido de una puesta en escena barroca, de los astronómicos precios de su entrada y del público. Es oficial, Einaudi se ha convertido en activista por un día prestando sus arpegios a la causa medioambiental.
El compositor ha interpretado Elegy for the Arctic frente al glaciar de Svalbard, en Noruega, para apoyar una campaña de Greenpeace. Esta agradable sorpresa para los sentidos tiene una intención muy clara que poco tiene que ver con el disfrute superficial. La ONG y el músico turinés querían lanzar un mensaje ante la reunión de la comisión OSPAR en Tenerife, “que podría asegurar la creación de la primera zona protegida en aguas internacionales del océano Ártico”, según cuenta Greenpeace en un comunicado.
El escenario de la peculiar actuación es en sí mismo una señal de la emergencia del problema, puesto que ante el deshielo tuvieron que crear una plataforma artificial para situar el gigantesco piano de cola. Tanto el compositor como su inseparable instrumento han viajado a bordo del famoso barco de la plataforma ecologista, el Arctic Sunrise. “Estar aquí ha sido una gran experiencia. He podido ver la pureza y fragilidad de este área con mis propios ojos e interpretar una canción que compuse en el mejor escenario del mundo”, declaró Ludovico Einaudi desde el icónico pesquero. “Es importante que entendamos la importancia del Ártico, parar su proceso de destrucción y protegerlo”.
El termostato del planeta
Ludovico solo ha sido el último en sumarse a la campaña de Greenpeace para proteger el Ártico de la explotación petrolífera. El año pasado, lo más sonado de la cultura pop estadounidense protagonizaron una tira de fotografías bajo el lema “Save the Arctic”, en plena irrupción del gigante petrolero Shell en Alaska. Kate Moss, Kyle Minogue o Naomi Campbell prestaron su imagen para criticar la contribución del Gobierno de Obama a “una catástrofe irreparable”.
En España, personalidades como Ricardo Darín, Macaco, Bárbara Lennie o Rosa Montero dieron varias razones para cooperar con los activistas en este entorno amenazado. Porque, como esgrimieron, “el Ártico regula el clima del planeta”, “el bienestar del planeta no es un negocio” y “las petroleras no pueden hipotecar nuestro futuro”. El vídeo surgió como complemento al informe publicado por la organización, Lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico, que vinculaba su deterioro por el cambio climático con fenómenos extremos en el hemisferio norte como las inundaciones, las supertormentas o las sequías.
Ahora, como aclara Greenpeace, la comisión encargada de la protección del Atlántico Noroeste abre la posibilidad para un acuerdo sin precedentes. El estudio de OSPAR se hace tras el reconocimiento por parte de ese comité científico “de que hay suficientes evidencias del alto valor ecológico de esta región y de que existe un grave proceso de deshielo debido al cambio climático con la consiguiente afección a los recursos naturales”. Sin embargo, la plataforma teme que las negociaciones se frustren ante la oposición de Noruega, Dinamarca e Islandia.
Sus miembros apelan así al sentido común y al espíritu de OSPAR, que surgió de la unión de dos convenios anteriores sobre prevención de contaminación marina: el de Oslo, sobre vertidos desde buques y aeronaves, y el de París, sobre vertidos terrestres.