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¿Pueden las cooperativas cambiar el modelo productivo valenciano?

Un grupo de empleados en un supermercado Consum.

Voro Maroto

Las 2.500 cooperativas valencianas dan empleo a 75.000 personas, suponen el 12% del PIB autonómico y tienen como socios a 1.5 millones de ciudadanos, el 30% de la población. Dos de las 10 empresas más grandes del territorio, supermercados Consum y Anecoop, una agrupación de sociedades agrícolas, son cooperativas. Otra cooperativa, Caixa Popular, es una de las entidades financieras valencianas más grandes tras la desaparición de Bancaja y CAM. Y el 76% de las cooperativas eléctricas de España es valenciana, siempre según los datos de la Confederació de Cooperatives.

¿Puede esta forma de economía social cambiar el modelo productivo valenciano? Para algunos, debe y puede, pese a que su peso en la economía valenciana aún es relativamente pequeño. Uno de los apóstoles del cooperativismo es Joan Ramon Sanchis Palacio, Catedrático de Organización de Empresas y director del Instituto de investigación en Economía Social, Cooperativismo y Emprendimiento de la Universitat de València.

“Las empresas valencianas necesitan un cambio de modelo de negocio para consolidar su posición en los mercados y transformarse en empresas socialmente responsables y contribuir a un modelo económico sostenible”, dice el profesor Sanchis. Ese cambio vendrá de dejar de competir por costes para intentar ganar mercado con productos diferentes y de valor añadido gracias a la I+D+I. También de “la innovación estratégica y planes de formación para el que empresariado implante nuevas formas de management'. 

Estas pautas son válidas para cualquier empresa, con independencia de su forma jurídica, pero Sanchis cree que las cooperativas son las ideales para liderar el modelo.  Primero, “porque revierten parte de su beneficio a la sociedad”. Y además, porque están “arraigadas al territorio, no deslocalizan la producción o las inversiones, tienen fines sociales y políticas de personas con equidad salarial -el sueldo más alto no suele ser de más de 6 veces el salario más bajo-, igualdad de género y políticas de conciliación de la vida laboral y familiar”.

¿Son más productivas las cooperativas?   

“No hay un mal modelo, hay una mala gestión”, suele decir Juan Luis Durich, director general de la cooperativa reina valenciana, Consum. La gestión de esta cadena de supermercados, sin embargo, parece óptima. Cerró 2014, antes de celebrar su cuadragésimo aniversario, con casi 2000 millones de euros de facturación, 17 millones de beneficio e inversiones de 90 millones. Tiene ya 646 puntos de venta (35 nuevos en 2014) y 11.500 trabajadores  (472 nuevos en 2014). El 97 % de ellos, siempre según la compañía, participan como socios “en la propiedad” y  “la gestión”. Desde 2007, la productividad ha aumentado un 10% y el absentismo ha bajado un 38%.

Hay cooperativas con problemas, como Fagor, del grupo vasco Mondragón, pero el ejemplo de Consum demostraría que nada impide que esta forma de empresa compagine competividad e innovación con sensibilidad social. ¿Pueden las cooperativas cambiar el modelo productivo valenciano? Al menos, ayudar. Así lo cree el gobierno valenciano. “No tenemos nada en contra de la empresa clásica, pero las empresas del futuro deben cooperar, compartir, para ser competitivas. Y por la implicación de los trabajadores en la gestión, el reparto de beneficios entre muchos, su implicación en su comunidad, creemos que las cooperativas pueden ser fundamentales para crear empleo y generar cohesión social”, dice Francisco Álvarez, director general de Economía Social y Emprendimiento.

Álvarez, exdirector general de la Bolsa de Valencia y exvicepresidente de la Bolsa de París, espera que el peso de las cooperativas en la economía valenciana crezca durante su mandato. “Europa así lo aconseja. De entrada, queremos acortar los plazos legales para registrar una cooperativa, que ahora son de unos cuatro meses. El registro ni siquiera está digitalizado. Además, queremos impulsar el consejo de cooperativas y nos estamos reuniendo con ayuntamientos y mancomunidades para divulgar las posibilidades que hay en este campo. Luego vendrán más medidas”.

Un modelo minoritario

Pese a todo, las cooperativas son minoría en el entramado empresarial valenciano. Rosendo Ortí, director general de otra cooperativa de éxito, Caixa Popular, una entidad financiera que ha sobrevivido con solvencia el colapso de las cajas valencianas, lo explica. “Históricamente el tejido empresarial valenciano se ha caracterizado por pequeñas y medianas empresas provinentes de núcleos familiares”. La tendencia, sin embargo,  puede estar cambiando.“Los datos denotan cierto optimismo para el mundo cooperativo. En la Comunitat Valenciana se han creado en el primer trimestre de este año un total de 74 nuevas cooperativas de trabajo con más de 250 empleos”.

Ortí, que dirige el tercer banco valenciano, defiende el modelo. “Estamos convencidos de que la fórmula cooperativa plantea ventajas. Es un modelo de empresa basado en la participación; el esfuerzo común de aportar capital, con lo que esto supone en la implicación en la cooperativa; en el trabajo en equipo y es una fórmula más equitativa de distribución de la riqueza que se genera en la empresa”.

La economía valenciana está en depresión producto de la quiebra de la Generalitat, el fracaso de un modelo basado en el ladrillo y los grandes eventos y los embates de la globalización, que, por ejemplo, ha reducido el peso de la industria a un 13% del producto interior bruto tras caídas constantes desde la segunda mitad de los 90. Cambiar el modelo productivo es una tarea titánica, que, de triunfar, llevaría lustros. Algunos creen que las cooperativas pueden ser fundamentales en ese empeño. Álvarez, alto cargo de la Conselleria de Economía Sostenible, no se atreve aún a fijar cifras o dar objetivos, pero es optimista. “En tres o cuatro años veremos resultados”. 

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