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Cooperativismo para apagar el poderoso oligopolio eléctrico

Placas solares del huerto solar de Agurain (Álava).

Moisés Pérez

Cooperativismo. Esta es la fórmula que ha encontrado el País Valenciano con raíces históricas para intentar luchar contra el poderoso oligopolio eléctrico que domina el sector. Unas cooperativas eléctricas que han resistido durante mucho tiempo y que con la nueva reforma se ven muy amenazadas.

El País Valenciano actualmente cuenta con 16 cooperativas eléctricas de las 21 que hay en el resto del país, siendo la comunidad autónoma donde más hay, según datos de la Federación de Cooperativas Eléctricas de la Comunidad Valenciana. Estas están repartidas entre las tres provincias, con mayor presencia en la provincia de Valencia que cuenta con nueve, por las cinco que tiene Alicante y las dos de Castellón. Además, hay otras cooperativas eléctricas en el País Valenciano que no están de momento agrupadas en la federación como es la delegación valenciana de Som Energia. Las cooperativas más grandes son las de los municipios de Crevillent, Callosa del Segura y Alginet. Las más antiguas son las de Museros (1913) y Vinalesa (1911).

Cooperativismo histórico

La gran presencia de cooperativas en el País Valenciano, respecto al resto de comunidades, tiene una explicación histórica. A principios del siglo XX, la electricidad era de difícil acceso en ámbitos rurales debido a que las grandes eléctricas de la época no les resultaba económicamente rentable invertir en instalaciones necesarias. Como consecuencia de ello, se crearon cooperativas eléctricas constituidas por socios de núcleos de población rural para superar esta situación y poder impulsar el desarrollo de las poblaciones. A mediados de siglo, ya existían 2000 cooperativas en territorio nacional, pero fue el momento donde las empresas eléctricas más potentes absorbieron las cooperativas. En 1974, con la Ley General de Cooperativas, se recogieron varias demandas del sector como el ser consideradas mayoristas y consumidoras directas o poder aplicar la tarifa de distribuidor, hechos que ayudaron a consolidar aquellas que mejor habían resistido. Donde más aguantaron: en el País Valenciano.

“Han sobrevivido aquellas que han querido y han sabido superar los desafíos a que les ha sometido no solo el paso del tiempo, sino también los grandes grupos de presión y los avatares políticos” cuenta Manuel Pérez, director general de Enercoop-Cooperativa Eléctrica Benéfica de San Francisco de Asís de Crevillent que se creó en 1925. Una cooperativa que ha crecido mucho y que ahora tiene 30 empleados.

No obstante, todas las cooperativas que actualmente existen en el País Valenciano no se fundaron al principio del siglo XX. Hay cooperativas que se crearon muy recientemente como SENEO (Ontinyent) que se fundó a principios de este año o Som Energia Valencia. Esta última, fue creada en 2010 en Catalunya, de la mano del profesor de la Universitat de Girona Gijsbert Hujink, quién buscaba apoyo de alguna cooperativa para invertir en un molino eléctrico. Al no existir ningún tipo de cooperativa cerca, se reunió con mucha gente de la universidad y tras pensarlo se creó la cooperativa verde hace ya casi cuatro años.

“En Valencia fue más fácil si cabe, ya que la cooperativa estaba funcionando”, comenta Andrés Montesinos, coordinador territorial de Som Energia del País Valenciano. “El 29 de enero de 2012 dos voluntarios de Som Energia dieron una charla en Ca Revolta a la que asistimos muchas personas interesadas. Un mes después teníamos nuestra primera reunión, donde pusimos en común nuestros intereses y decidimos hacer difusión de la cooperativa” narra Montesinos. Finalmente, el 23 de noviembre de 2013 se celebró su primera asamblea y, por tanto, se creó la delegación valenciana.

Obra Social y apoyo a las renovables

Una de las características que destacan de las cooperativas respecto otras empresas es su carácter social. “Las cooperativas tienen una vertiente social. Parte de sus beneficios se reinvierten en la sociedad” afirma Joan Ramón Sanchis, Catedrático de Organización de Empresas de la Universitat de València (UV) y director del Instituto de Investigación en Economía Social, Cooperativismo y Emprendimiento de la UV.

En este sentido, José Vicente Ortuño, director general de la cooperativa Suministros Especiales Alginetenses de la localidad valenciana de Alginet, comenta que destinan “300.000 euros anuales a asociaciones lúdicas, deportivas o de otro tipo” y que además realizan campañas “de vales de comida canjeables en los comercios de la localidad o bonos para la compra de material escolar canjeable en tiendas de la población”. Pérez, por su parte, explica que Enercoop invierte “400.000 euros anuales en muchos fines sociales, como dotar de 400 becas de estudio, de un tanatorio gratuito para toda la población, además de ayudas a cada una de las asociaciones culturales, deportivas o recreativas de Crevillente”.

Otro elemento que define la forma de actuar de la mayoría de las cooperativas eléctricas es su apoyo a las renovables. “Buena parte de los recursos obtenidos con la actividad de la cooperativa se han invertido en instalaciones para obtener una producción limpia y renovable” declara Pérez, que continua “nosotros hablamos de electricidad limpia y sostenible que físicamente se produce por los cooperativistas en las misma población y se distribuye a nuestros socios”. Según él, Crevillent “es limpia e independiente dentro de este contexto en el 75% del consumo de su núcleo urbano” y afirma que su pretensión “es llegar al 100% en breve con el permiso de una nueva regulación muy cuestionable”.

Por su parte, desde Som Energia, Montesinos, declara que la cooperativa tiene repartido por todo el Estado a pleno funcionamiento “cinco plantas fotovoltaicas construidas con la financiación de los cooperativistas. Una planta de biogás destinada a la producción de electricidad y calor, y una caldera de biomasa”.

Desde la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, creada en diciembre de 2012 en Valencia, cuatro meses después que se creará en Madrid, se defiende el modelo de cooperativas eléctricas verdes, es decir, aquellas que apuestan por las energías renovables. José Cerdán y Salvador Moncayo, coordinadores de la plataforma en el País Valenciano, defienden este tipo de empresa porque “centran sus esfuerzos en la comercialización de la electricidad 100% verde entre los socios cooperativistas, garantizado al propio consumidor un precio justo por kilowatio, la gestión de su factura eléctrica y el origen renovable de la energía suministrada”.

La plataforma, de la cual muchos de los responsables de Som Energia forman parte, defienden las cooperativas eléctricas porque casan con su modelo basado “en las renovables y con una generación distribuida que potencie el empleo, cualificado en su mayoría. Potenciándolo lo más cerca posible de donde se consume, empezando por el autoconsumo y el balance neto, e interconectando las redes locales para desarrollar al máximo esa eficiencia” explican Cerdán y Moncayo.

¿Alternativa real al oligopolio?

Natalia Fabra, profesora de economía en la Universidad Carlos III, miembro del colectivo Economistas Frente a la Crisis y experta en el mercado eléctrico, explica que en el sector eléctrico español “hay pocos agentes con capacidad de condicionar la política energética de este país, porque tienen un gran poder de influencia y todos ellos tienen intereses similares”.

La pregunta es pertinente ¿Son una alternativa real a las grandes eléctricas? Fabra, se muestra escéptica, ya que, según ella “la comercialización de electricidad aporta poco valor añadido, porque la electricidad que llega a los hogares depende del mix eléctrico”. Sin embargo, destaca que “la diversidad de agentes en el sector es positiva” y que uno de los papeles que pueden jugar comercializadores como las cooperativas eléctricas y otros agentes “es la reducción del poder de mercado de las grandes eléctricas”. Para Fabra, otra de las grandes labores que realizan, como otros agentes y plataformas, es que “avivan la concienciación pública para ir hacía otro modelo energético”.

Un sector amenazado

Un sector, el de las cooperativas eléctricas, que con la última ley del gobierno conservador de Mariano Rajoy se veía fuertemente amenazado. “Tal como estaba redactada la ley en principio, plateaba la desaparición del sector”, afirma categóricamente Sanchis. Una ley que fue modificada por el gobierno y que finalmente recogía “que las actividades de distribución y comercialización serán desarrolladas por sociedades mercantiles o sociedades cooperativas de consumidores y usuarios”, según los artículos 6.1 e) y f) de la propia ley.

No obstante, la ley, según Montesinos, de Som Energia, “supone un duro revés, ya que la inseguridad jurídica creada es de tal magnitud, que imposibilita nuevas inversiones por nuestra parte”. Ortuño , de la Cooperativa Eléctrica de Alginet, alerta “Al final, hemos conseguido que se nos incluya en el BOE, aunque de todas maneras todas las normativas que se publican van en el sentido de que desaparezcamos, pero de momento, hemos conseguido que se nos contemple y seguimos en lucha”. Una lucha titánica para apagar el todopoderoso oligopolio eléctrico.

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