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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz
THE GUARDIAN

De morir abrazados bajo las llamas a chivo expiatorio: así se culpó a los migrantes de los devastadores incendios de Grecia

Migrantes varados en la aldea de Dadia que intentan cruzar el país esperan a la policía mientras continúan los incendios en Evros, Grecia, el 1 de septiembre.

Katy Fallon y Giorgos Christides

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El doctor Pavlos Pavlidis se reclina en su silla mientras fuma un cigarrillo en su despacho del depósito de cadáveres del hospital universitario de Alexandroupolis. En las dos décadas que lleva como forense en Evros, una región del noreste de Grecia situada en una ruta migratoria muy transitada, Pavlidis ha sido testigo de muchos horrores. Sin embargo, incluso para él ha sido difícil contemplar los restos calcinados de las personas atrapadas en los incendios forestales de este verano.

En su pantalla se ven fotos de los cadáveres de los migrantes encontrados cerca de la localidad de Avas el 22 de agosto. En una de las imágenes se aprecia a un pequeño grupo acurrucado. “Vieron venir el fuego, sabían que iban a morir e instintivamente se abrazaron”, explica Pavlidis, que muestra los objetos personales encontrados en el lugar; un anillo y un reloj. Entre los identificados había dos niños de entre 14 y 15 años.

Los incendios de Evros, los mayores jamás registrados en la Unión Europea, se prolongaron durante más de quince días y destruyeron 96.600 hectáreas de bosques, incluido un parque nacional. Se cree que las víctimas cruzaron el río Evros, en la frontera de Grecia con Turquía, para buscar asilo en la UE. Sin embargo, se ha culpado a estas personas, que utilizaban los senderos de montaña y los bosques como refugio para evitar ser capturadas y obligadas a regresar, de provocar los incendios. La acusación infundada de que decenas de migrantes habían provocado un incendio se extendió por todo el país, e incluso fue compartida por escolares en sus teléfonos móviles.

“Encontramos tres migrantes en la montaña... Decían: 'Podéis meternos en la cárcel, pero hay 600 más dispuestos a quemaros'”, decía uno de esos mensajes visto por The Guardian, mientras que otro llamaba a todos los habitantes de Alexandroupolis, la capital de la región, a formar pequeños grupos para “proteger la patria. Hoy quemarán la ciudad”.

Distintas organizaciones de derechos humanos han criticado la “escalada de ataques contra los refugiados” con la formación de milicias y la presencia de adolescentes patrullando en scooters, incitados por teorías conspirativas compartidas en las redes sociales.

Redes sociales y teorías conspirativas

El 31 de agosto, el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, pareció insinuar que los migrantes eran los responsables de los incendios, sin ofrecer ninguna prueba, cuando declaró ante el Parlamento: “Es casi seguro que el origen de los incendios está en la mano del hombre. Y también es casi seguro que este incendio se inició en rutas que suelen utilizar los inmigrantes ilegales”. Por su parte, el líder del partido nacionalista Solución Griega habló de “pirómanos extranjeros”, y uno de sus diputados publicó un vídeo diciendo: “Estamos en guerra: los inmigrantes ilegales han entrado de forma coordinada y han provocado más de 10 incendios”.

En un país donde el tono del discurso político lo marcan a menudo las redes sociales, el creciente sentimiento contra los migrantes se vio alimentado por diversos factores, entre ellos la información falsa. “No te limites a mostrarlos, quémalos”, comentaban los usuarios en un vídeo viral de TikTok en el que un “cazarrecompensas” se jactaba de “detener” a supuestos sospechosos y se le oía decir: “Nos quemarán”.

La hostilidad se ha visto amplificada por teorías conspirativas infundadas difundidas por grupos de extrema derecha y por noticias sensacionalistas, así como por insinuaciones de las más altas esferas del Gobierno que apuntaban a incendios iniciados en rutas migratorias por todos conocidas.

Paula Gori, secretaria general del Observatorio Europeo de Medios Digitales, afirma que este tipo de respuestas en situaciones de crisis sirven de “sesgo de confirmación”, por el que la gente tiende a buscar información que confirme sus creencias. La crisis climática y la migración son dos temas habituales en las campañas de desinformación por la intensidad de los sentimientos que despiertan en la población. “Sabemos que la desinformación se propaga más rápido que la información”, añade Gori, señalando que las publicaciones con muchas interacciones se difunden más rápido.

Gori afirma que la emoción es un poderoso combustible para la desinformación, sobre todo durante las catástrofes: “Realmente es echar leña al fuego. Por desgracia, es fácil que se produzcan reacciones violentas, ya que la gente busca desesperadamente al culpable”.

Los incendios forestales de Evros acabaron con medios de subsistencia y con vidas humanas. Giorgos Karafillidis, de 45 años, se estaba casando en la iglesia cuando comenzaron los incendios. El apicultor perdió 92 colmenas que producían su miel orgánica. El día que encontró sus abejas muertas, publicó un vídeo que se hizo viral. “No queda nada, sólo chapas”, solloza. “Mis amores”.

“Cuando supe que mis abejas se habían quemado, me quedé en estado de shock. Se me partió el corazón”, dice mientras recoge trozos de metal deformados por el calor en el claro calcinado donde sus abejas solían alimentarse entre los robles. Karafillidis cree que los incendios fueron provocados. “No me cabe duda de que se trata de un incendio provocado por intereses extranjeros o nacionales. Pero que detrás estuvieran unos simples migrantes...”, afirma. “No me lo creo”.

Crisis climática

Las afirmaciones de que las personas que se desplazaban por la ruta migratoria provocaron los incendios siguen sin estar fundamentadas. A la pregunta de si se había encontrado alguna prueba que vinculara a los migrantes con los incendios provocados, el servicio de bomberos griego respondió: “Todavía se están investigando las causas de los incendios”.

Desde hace años, Evros es el centro de la retórica antimigrante en Europa. La región está fuertemente vigilada para interceptar a los solicitantes de asilo procedentes de Turquía, incluso mediante devoluciones forzosas ilegales bien documentadas.

Giorgos Hatzigeorgiou, presidente de la comunidad de Avas, afirma que es fácil explicar por qué se culpó a los migrantes. “La población ya estaba agitada. Decenas de migrantes pasan de contrabando por Avas y otras zonas todos los días”. Afirma que la teoría del incendio intencionado es “completamente absurda... Si tú y yo lo intentáramos, no seríamos capaces de provocar un incendio, y mucho menos de salvarnos de él”.

La atención prestada a los migrantes también ha eclipsado el debate sobre factores como la preparación de los servicios forestales y la crisis climática. El Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que la media mundial. “Este año se han registrado temperaturas récord en la superficie del mar. Julio y agosto han sido los más cálidos jamás registrados en el Mediterráneo oriental”, afirma el profesor Christos Zerefos, director del centro de climatología de la Academia de Atenas.

Según los bomberos griegos, sólo en agosto se produjeron 55 incendios forestales en Evros. A pesar de la enorme movilización de los bomberos y la ayuda de otros países europeos, los incendios fueron imposibles de controlar, ya que la prolongada sequía, las altas temperaturas y un invierno muy seco crearon condiciones para incendios de “extrema gravedad”. Según Zerefos, estas condiciones se darán con más frecuencia en el futuro.

Años sin recursos

La oficina de Petros Anthopoulos, jefe del Servicio Forestal de Evros, es un santuario de los bosques bajo su tutela, en la que se exhibe un trozo de corteza en una estantería y un cuadro pintado por estudiantes con el lema “Amamos el bosque”. “El bosque es nuestro medio de vida, nuestra profesión, nuestra pasión. Ha sido como perder nuestro hogar”, afirma.

La oficina lleva años sin recursos suficientes; no se ha contratado a nadie desde 2006. “Hay 18 guardas forestales en Evros, algunos de más de 60 años”, lamenta Anthopoulos. Mientras tanto, en la misma región se ha invertido en guardias fronterizos e infraestructuras de alta tecnología para frenar la emigración.

En Avas, la gente sigue intentando asimilar la devastación. “Ahora no tenemos nada que temer, porque no nos queda nada que perder”, explica Hatzigeorgiou. El bosque cubierto de cenizas está ahora en silencio, en el mismo lugar donde antes reinaba el canto de los pájaros y las abejas.

“Sólo espero que nuestra catástrofe sirva de ejemplo para el resto de Grecia y Europa”, afirma.

Este artículo ha sido posible gracias al apoyo de la Heinrich Böll Foundation y la Unión Europea.

Traducido por Emma Reverter.

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