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Los que llevan años sufriendo el horror del ISIS

Refugiados sirios cruzan la valla que separa su país de Turquía, en la zona fronteriza de Akcakale (Siria) el pasado junio. Los combates entre los soldados kurdos y las milicias del Estado Islámico en la ciudad próxima de Tal Abyad provocaron la huida de cientos de personas hacia suelo turco, a las que el ISIS perseguía para que permanecieran en Siria. / (AP Photo/Lefteris Pitarakis).

Desalambre

Una patrulla de la Hisbah, la policía que vigila las 24 horas el cumplimiento de las normas del llamado ISIS en Raqqa (Siria), avanza despacio. Aquí, el temido grupo islamista es el orden y la ley, como aparece en un reportaje de Vice News. “Párate”, le dice el copiloto al conductor. El miembro del grupo policial llama a un transeúnte, que se acerca hasta la ventanilla, y le advierte de que le diga a su mujer que se tape mejor.

“No tiene sentido que compartas a tu mujer. ¿No eres un buen musulman?”, reflexiona ante la cámara y, con orgullo, reconoce que a quien no sigue las normas “le obligamos” a doblegarse.

Rami, de Raqqa (Siria)

Rami, de 27 años, vivía en Raqqa y cuando el ISIS (el autodenominado Estado Islámico) se hizo fuerte tuvo que huir: “Si me hubiera quedado, sin duda me habrían matado, sin preguntas”.

Rami habló con eldiario.es cuando caminaba con un grupo de refugiados desde Serbia a la frontera húngara. Tuvo que abandonar su ciudad e iniciar la travesía a Europa, primero en una precaria embarcación desde Turquía hasta las islas griegas, como han hecho unas 700.000 personas hasta octubre, según Acnur. En Raqqa –ciudad fuerte del ISIS en el norte de siria Siria que ha sido bombardeada por la aviación francesa tras los atentados de París– su vida pendía de un hilo: su nombre había entrado en la lista de la muerte.

Durante los primeros meses del conflicto sirio Rami había trabajado como periodista y había decidido ayudar a uno de sus colegas americanos. Uno de los principales periódicos internacionales le había expedido un carné de prensa. No era algo que el ISIS fuera a perdonar fácilmente. “Lo peor era que mis propios primos habían salido a buscarme también. Casi todos ellos se habían integrado en el Estado Islámico. Casi todo el mundo en Raqqa se había pasado a su lado, por eso son tan fuertes... Raqqa será siempre su territorio. Por eso no había nadie que pudiera protegerme”, explicó.

En su huida a Europa, cuando se disponía a coger un bote hacia Grecia, se enteró de que habían matado a su padre.

Mohamed, de Hama (Siria)

Mohamed caminaba con su mujer de la mano, intentando huir de Hungría, cuando intentó explicar a este medio por qué estaba en un país que no le gustaba, que les había maltratado, en su huida de Siria. Contó su travesía por el Mediterráneo, las cuatro horas que aguantó la pareja en el mar en un pequeño bote, los miles de pasos a través de las montañas, pero cuando tenía que explicar qué le forzó a abandonar su casa, en una pequeña ciudad cerca de Hama (Siria), su voz se quebró.

“Escapamos de Siria porque hace cuatro meses el Daesh (ISIS) mató a varias personas en nuestra ciudad y tuvimos que huir. Nos gusta Siria, pero el Gobierno y los otros...”. Los otros, el ISIS, ahogan sus palabras. “No puedo”.

[Vídeo: Informa Olga Rodríguez. Imagen y edición por Sergi Cabeza]

Adman, de Irak

Admán (nombre ficticio) es un refugiado iraquí en España, que estaba con un pie en la calle cuando habló con eldiario.es. Terminaba las ayudas que el Gobierno español proporciona a los refugiados y no tenía ningún lugar al que ir. Admán también huyó del ISIS, desde otro de los países donde la bandera negra ondea con fuerza: Irak.

Aunque no precisó dónde vivía por su seguridad, Admán explicó que tuvo que marcharse por la persecución que sufrieron de los extremistas religiosos debido a sus creencias: son discípulos de San Juan Bautista, minoría atacada por grupos radicales como el ISIS. Pero Admán, como Mohamed, tiene reparos al pronunciar su nombre. Para él, son “ellos”. “Nos habían amenazado antes, pero un día 'ellos' fueron a atacar primero mi farmacia y después mi casa. Tuve que salir de allí”.

Midgin y Abdul, zona kurda de Siria

Midgin y su marido Abdul tenían tanto miedo que se lanzaron al mar cuando el embarazo de la chica, de menos de 25 años, cumplía nueve meses. Su bebé venía ya y sus padres decidieron que no podía ver el mundo en el que se había convertido la zona kurda de Siria, donde vivían y hasta donde había llegado el terror del ISIS. Midgin parió al pequeño Shaheen en medio del mar, en la barca que los trasladaba a Grecia.

Podían haber muerto en el mar, como 3.499 personas en lo que va de año en la ruta del Mediterráneo, pero Abdul contó que quedarse en su hogar podía significar perder a su familia. El azote del ISIS se manifiesta con el reclutamiento de niños y de mujeres como esclavas sexuales. “Porque así lo establecen sus normas”, explicó desde Macedonia, donde caminaba rumbo a Alemania para pedir protección internacional.

Nazdar, de Bashiqa (Irak)

Nazdar es una refugiada de la minoría kurda yazidí, que sufre la persecución del ISIS por sus creencias y tradiciones. Huyó de su hogar con su marido y sus dos hijos pequeños, pero con la vista puesta en los familiares que dejaban en Bashiqa (Irak) tras las matanzas de los yihadistas en Shinjar y zonas adyacentes. A Nazdar le rodaban las lágrimas por las mejillas al hablar de sus padres, con problemas de salud, que tras perder su hogar se refugiaban en una escuela pública en el Kurdistán iraquí.

Tras la toma de la ciudad iraquí de Mosul, los extremistas ocuparon Tel Afar y atacaron los pueblos que circundan la montaña de Shinjar, produciendo un éxodo masivo de miles de yazidíes que huían de las ejecuciones sumarias y las decapitaciones. La muerte no era lo peor: Los secuestros empezaron a ser la norma y las mujeres desaparecían en manos de los extremistas religiosos. Según contó un refugiado a eldiario.es desde Grecia, las mujeres secuestradas llamaban por teléfono a sus familiares: “U os convertís al islam, o nos venden”.

Nazdar lloraba porque dejó su casa, a sus padres, para ir a Europa pero no podía sucumbir a esto. “Preferiría la muerte antes que ser secuestrada y vendida como esclava”. Incrédula, se preguntaba: “¿Quién podría imaginar que, en el siglo XXI, las mujeres serían vendidas en el mercado por 1.500 dólares?”.

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Este artículo contiene información de Olga Rodríguez, Sergi Cabeza, Juan Luis Sánchez, Bostjan Videmsek, Gabriela Sánchez, VICE y Clara Palma.

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