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Antes de París: tres preguntas sobre un mundo cada vez más insostenible

Sarah Cornell, Stockholm Resilience Centre

¿Es de verdad un problema el cambio medioambiental en nuestro planeta?

El mundo está entrando en el Antropoceno. La humanidad se ha convertido en una fuerza fundamental en la conformación de los procesos planetarios. La agricultura, el comercio y la urbanización posibilitan la vida moderna, pero los impactos de nuestra acción colectiva en todos los aspectos del entorno son cada vez más graves. Nuestra creciente comprensión científica de la dinámica de la Tierra nos dice que no se trata “sólo” de un problema ambiental puntual. La ciencia puede explicar y predecir algunas de estas dinámicas con un alto grado de certeza (como la física del cambio climático global), pero a medida que comprendemos con más profundidad la interdependencia compleja entre los componentes vivos y no vivos del planeta, descubrimos que una realidad cada vez más impredecible, con desplazamientos espaciales, y con una mayor probabilidad de abruptos cambios ambientales.

¿Cuánto cambio medioambiental global se considera excesivo?

Podemos enmarcar los actuales cambios ambientales en la larga historia de la Tierra. El Homo Sapiens, nuestra especie, se asentó en aldeas neolíticas y granjas hace unos diez mil años, y las primeras grandes civilizaciones aparecieron hace menos de cinco mil años. Para los científicos, no es coincidencia que la humanidad se estableciera y prosperara en esta época. Los últimos 10-12 milenios conforman el Holoceno, un largo período relativamente cálido. Su estabilidad climática y ecológica tuvo un papel importante para que los seres humanos se convirtieran en una especie mundialmente dominante.

Actualmente, el peso abrumador de la evidencia científica indica que la escala y el ritmo de los cambios causados por el ser humano van sacando a la Tierra de las condiciones de estabilidad del Holoceno. Muchas tendencias socioeconómicas y biogeofísicas muestran un patrón del siglo XX de pronunciadas curvas ascendentes, que continúa acelerándose.

Por ello, es imprescindible buscar los “límites planetarios”, es decir, identificar cuáles son los procesos de regulación de la Tierra que se deberían mantener en un estado similar al Holoceno. Esto no depende de los deseos de la humanidad, sino de los límites intrínsecos de la Tierra, entendida como un complejo sistema biogeofísico. Aunque tiene importantes implicaciones para la justicia ambiental y las desigualdades económicas, el marco en sí mismo es global, no a escala humana, por ello no entra en determinadas cuestiones sociales.

¿Qué significan los límites globales para la población local?

Los límites del planeta describen procesos globales que ya presentan graves riesgos e inciden en los derechos humanos. El nivel de información disponible por regiones varía mucho, y así también las políticas adoptadas y la capacidad de respuesta de las personas que sufren los impactos más graves. Pero las relaciones de poder internacionales y locales, así como las responsabilidades históricas, complican los debates políticos sobre las soluciones futuras.

La creciente financiarización del clima, la biodiversidad y otros ecosistemas corren el riesgo de suprimir la diversidad local de medios de vida, de recursos, las voces y las culturas que confieren resiliencia en tiempos de crisis. Un enfoque de resiliencia permite asegurar que las necesidades sociales y ecológicas son entendidas y gestionadas conjuntamente, y no por separado. En definitiva, en las cuestiones ambientales es urgente y fundamental la cooperación internacional para el desarrollo para mejorar en conocimiento y en preparación para los desastres, para potenciar la mitigación y la prevención de impactos, y para anticipar la adaptación a los cambios derivados de los riesgos ambientales.

¿Es de verdad un problema el cambio medioambiental en nuestro planeta?

El mundo está entrando en el Antropoceno. La humanidad se ha convertido en una fuerza fundamental en la conformación de los procesos planetarios. La agricultura, el comercio y la urbanización posibilitan la vida moderna, pero los impactos de nuestra acción colectiva en todos los aspectos del entorno son cada vez más graves. Nuestra creciente comprensión científica de la dinámica de la Tierra nos dice que no se trata “sólo” de un problema ambiental puntual. La ciencia puede explicar y predecir algunas de estas dinámicas con un alto grado de certeza (como la física del cambio climático global), pero a medida que comprendemos con más profundidad la interdependencia compleja entre los componentes vivos y no vivos del planeta, descubrimos que una realidad cada vez más impredecible, con desplazamientos espaciales, y con una mayor probabilidad de abruptos cambios ambientales.