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Las exportaciones de petróleo y gas de Rusia se disparan pese a las sanciones occidentales

Chimeneas en una refinería de gas y petróleo, en una fotografía de archivo.

Daniel Yebra

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En un abril histórico, Rusia ha vendido cerca de 160 millones de barriles de petróleo por 12.000 millones de dólares, según advierte el Instituto de finanzas internacionales (IIF). Los puertos de Grecia recibieron el 60% de los cargueros de crudo procedentes del país, pese a las sanciones occidentales por la invasión de Ucrania. La misma fuente destaca precisamente el atractivo del petróleo o del gas rusos por el descuento que presentan respecto a otras alternativas -por ejemplo frente al crudo Brent, de referencia en Europa-, en un contexto de precios altos por la propia guerra y la mayor demanda general en esta fase de la pandemia de retirada de restricciones.

El IIF es una asociación internacional formada por alrededor de 500 entidades financieras de 70 países, y con estos y otros datos recogidos en varios informes publicados recientemente pone de relieve que las sanciones a la banca de Rusia no le han impedido la exportación de materias primas. “Hasta alcanzar un superávit comercial récord [exportaciones menos importaciones]”, según destaca Elina Ribakova, economista jefa del propio IIF (en el tuit, en el que la “current account”, en inglés y representado con una línea negra, es la posición comercial del Estado que preside Vladimir Putin).

Las ventas de petróleo y gas explican en buena parte la recuperación en apenas unas semanas de la divisa rusa, el rublo (ver gráfico frente al dólar), que sufrió una profunda depreciación con el inicio de la invasión de Ucrania.

Tanto, que hasta este martes Rusia se permitió el corte de gas a Polonia y Bulgaria por negarse a pagar en rublos. Posición generalizada en Europa, con la excepción de la Hungría de Víktor Orbán, el mayor aliado de Putin entre los 27. Una postura que, sin embargo, no ha impedido las transacciones durante las últimas semanas, ni la apreciación de la divisa.



“Rusia logra un superávit récord en la balanza por cuenta corriente [exportaciones menos importaciones] por el precio de las materias primas y la contracción de las importaciones [compras de bienes y servicios del exterior], los controles de capital y una política monetaria estricta”, resume uno de los informes del IIF, que incide en que “los exportadores de petróleo ruso están obligados a convertir el 80% de sus ingresos a rublos”, lo que ha fortalecido a la divisa junto a otras medidas como el límite de 10.000 dólares que los ciudadanos del país pueden cambiar hasta septiembre de este 2022.

Otros economistas consultados por elDiario.es apuntan también al mayor gasto militar como clara política expansiva o la sustitución del gasto de las grandes fortunas rusas en productos y servicios extranjeros por otros locales.

Rusia se ha protegido así de las sanciones occidentales, entre ellas la desconexión del sistema internacional de pagos SWIFT de las entidades financieras de Rusia, que el IIF calcula que en realidad solo afecta a un 22% de las operaciones de estos bancos.

En el informe de estabilidad financiera publicado este miércoles, el Banco de España calcula que las sanciones deberían traducirse finalmente “en una caída del 28% de las exportaciones y del 40% de las importaciones del país que preside Putin”, mientras que “el conjunto de las exportaciones y las importaciones totales del área del euro se reducirían en un 1%”.

Preparación desde 2014

Desde la invasión de Crimea en 2014 y hasta el cierre de 2021, el Banco Central de Rusia había cambiado ya radicalmente la denominación de sus reservas, aumentando las posiciones en oro y yuanes, reduciendo sus activos en dólares (ver gráfico siguiente).



“Dado que el Banco central ahora está bloqueado [por Occidente], la acumulación de activos extranjeros se ha desplazado a entidades no sancionadas. En otras palabras, las sanciones no la han detenido”, observa el IIF.

La clave está en las exportaciones de petróleo, según continúa el instituto internacional, que destaca como un 60% de los cargueros de crudo procedentes de Rusia tuvo como destino los puertos de Grecia en abril, desde donde los barriles son distribuidos a otros países europeos o africanos (en el gráfico).



“La dependencia de Europa respecto al petróleo y el gas rusos se acerca al 40%”, lamenta el equipo de economistas de la firma de inversión Schroders, que afirma que “la guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de que Europa diversifique sus fuentes” de energía, aunque considera que los planes actuales son “extraordinariamente ambiciosos”.

Con el inconveniente del atractivo que supone el precio, ya que si el barril de petróleo ruso se ha vendido a una media de 75 dólares en abril, el de Brent ha rondado los 100 dólares este mismo mes.



Recesión y superávit comercial

“A medida que la economía y el sector financiero de Rusia se adaptan a un nuevo equilibrio de controles de capital, precios administrados y autarquía, no sorprende cierta estabilidad”, recalca el IIF, aunque señala que el Fondo monetario internacional (FMI) espera una contracción del PIB del 15% en 2022 como consecuencia de la guerra. “Debido a la respuesta política y al gran superávit comercial, las sanciones requerirán ajustes con el tiempo para seguir siendo efectivas”, añade.

“Creemos que los próximos pasos probables serán un mayor endurecimiento de las sanciones al sector financiero, potencialmente la desconexión de otras instituciones rusas de SWIFT. Sin embargo, muchos países europeos, incluido Alemania, siguen resistiéndose a un embargo energético”, prosigue la asociación financiera.

El propio FMI avisó la semana pasada de que no habrá gas suficiente en Europa para la demanda prevista en el próximo invierno si se corta el suministro de Rusia durante un año.

El organismo explicó que sería necesaria “una reducción significativa” del consumo en este escenario extremo y señala a Alemania, Hungría, República Checa y Eslovaquia como los países que sufrirían las mayores restricciones, por su mayor dependencia de las importaciones de gas ruso y la interconexión de sus redes de distribución con el país que preside Vladímir Putin.

“Es cada vez más improbable que esta posición [la negativa a un embargo energético] pueda mantenerse por mucho más tiempo si surgen más pruebas de los crímenes de guerra rusos”, finaliza el IIF.

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