Las limitaciones en la hostelería hunden la recaudación de los impuestos sobre el alcohol a niveles de los noventa

La hostelería ha sido uno de los sectores más afectados por la crisis del coronavirus debido al cierre durante la cuarentena de la primavera pasada o la lenta recuperación de la actividad, dependiendo también entre comunidades, los límites de aforo o las restricciones horarias. Pero la caída de la actividad de este sector, uno de los más importantes del país, no solo ha afectado a las cuentas de miles de empresas, entre ellas muchas pymes. La recaudación fiscal también ha notado una merma debido a la caída del consumo en estos establecimientos. No solo en el IVA, sino también en los conocidos como impuestos especiales, que gravan productos concretos y que se suman a los impuestos indirectos que tienen todos los productos y servicios.

Los datos de recaudación fiscal de estos impuestos ayudan a hacer una foto de cómo se comportó el consumo de cerveza y bebidas alcohólicas durante el pasado año. La Agencia Tributaria publicó recientemente el anuario de recaudación del año pasado, en el que se puede comprobar el efecto que tuvo la limitación en la hostelería durante la pandemia en el consumo de estas bebidas. Este apartado deja fuera a los vinos y otras bebidas fermentadas, que también estarían vinculadas al consumo en hostelería, puesto que los tipos impositivos son del 0%.

El caso más claro es el de las bebidas alcohólicas y otros productos derivados, cuya recaudación se desplomó un 30%. Durante el pasado año, los impuestos devengados por el consumo de estos productos fueron de casi 598 millones de euros. Se trata del nivel más bajo que se ha registrado en la Agencia Tributaria desde el año 1996. Con una diferencia que muestra todavía más la caída del consumo: en aquel año, la recaudación por cada litro de alcohol era de algo más de seis euros, mientras que en la actualidad es de 9,48 euros, un 55% más alto.

“Es consecuencia lógica de la reducción de la movilidad interna y externa y del cierre, en mayor o menor grado, de la hostelería y la restauración”, explica la Agencia Tributaria. El consumo de este tipo de bebidas derivadas del alcohol fue de 193 millones de litros, un 31% menos que en 2019. Con ello, el mercado de este producto cayó a su nivel más bajo de los registros publicados por el organismo público encargado de la recaudación, que se remonta hasta 1995. La recaudación cayó pese a que el precio medio de venta, 12,51 euros por litro, creció durante el pasado año y marcó uno de los datos más altos de la serie.

El cierre de la hostelería, o la limitación de sus horarios de apertura según la Comunidad, también ha tenido un fuerte impacto sobre el consumo de cerveza y, por tanto, su recaudación. Aunque su venta pueda ser más habitual en hogares que en el caso de las bebidas alcohólicas de más graduación, sigue teniendo una fuerte vinculación al ocio en los bares. Esta diferencia puede explicar que la recaudación devengada por el consumo de cerveza se haya visto menos afectada que en el caso anterior, puesto que la caída fue del 12%, hasta los 315 millones de euros. En este producto, la recaudación ha caído hasta niveles de 2014.

En este caso, la fiscalidad es mucho más baja que en cuanto a las bebidas alcohólicas. Si en lo que respecta a este segundo producto, los impuestos especiales suponen 9,48 euros por litro, en la cerveza son 0,09 euros. En ambos casos se suma aparte el IVA. Durante 2020, pese a la pandemia, se consumieron 3.500 millones de litros de cerveza en España, con una caída del 12% frente a los datos de 2019. Son datos similares a los de 2014 o 2015. En este caso, el precio medio de venta fue de 1,91 euros el litro, según las estadísticas de la Agencia Tributaria.

Hay una tercera categoría fiscal que afecta a las bebidas, muy vinculadas al consumo en hostelería, pero que es mucho menos relevante en términos de recaudación. Son los conocidos como impuestos sobre productos intermedios, que afecta a bebidas alcohólicas como el vermut o el jerez. Se ingresaron 20 millones de euros, un 8,8% menos que en el año anterior.

Los impuestos especiales se desploman

En su conjunto, los impuestos especiales desplomaron su recaudación un 13,3% durante el año pasado, hasta quedarse algo por encima de los 18.600 millones de euros. Todos y cada uno de los campos en los que entran estos impuestos, muchos de ellos muy vinculados al consumo de la población, retrocedieron durante el ejercicio de la pandemia. El apartado fiscal mejor parado, dentro de las circunstancias, fue el tabaco. En este caso el descenso fue del 4,2%, hasta los 6.232 millones. Pese a haber resistido mejor, marcó su mínimo de recaudación en 15 años.

La partida más importante entre los impuestos especiales son los que afectan hidrocarburos y combustibles. Durante el pasado ejercicio, especialmente durante la cuarentena, se produjo una reducción brusca de la movilidad y durante el resto del ejercicio, siguió afectada por limitaciones, como la prohibición de desplazamientos entre provincias hasta este mes en el que se levantó el estado de alarma. Esto provocó que también se desplomara la recaudación fiscal por este concepto, un 17%, hasta los 10.253 millones, poniendo fina cinco años seguidos de crecimiento. Otro apartado relevante en los impuestos especiales es la electricidad, cuya recaudación descendió un 9,7% en el año de la pandemia, hasta los 1.232 millones, el valor más bajo desde 2008.

Los impuestos especiales son una rama de la recaudación que, con algunas perturbaciones, ha ido ganando peso dentro de los ingresos fiscales en España. De hecho, el año pasado superó a los ingresos que se percibieron a través del Impuesto sobre Sociedades. Supuso el curso pasado casi el 10% de los ingresos fiscales del país. Y, como buena parte de las figuras tributarias que funcionan actualmente en España, se expone en los próximos años a probables cambios. Tanto el plan de la reforma fiscal, que actualmente estudia un grupo de expertos, como en el presentado hace unos días conocido como 'España 2050', el Gobierno contempla acometer cambios en algunas de estas figuras.

En concreto, en el plan de recuperación enviado a Bruselas el pasado mes de abril, en el que el Gobierno toma compromisos de reformas para los próximos años a cambio de la recepción de las ayudas comunitarias del plan Next Generation, se contempla una revisión de los impuestos sobre hidrocarburos. En el documento, se aboga por “la equiparación progresiva de los tipos impositivos en atención a su poder contaminante”, lo que implica revisar las bonificaciones que se han aplicado al diésel. Esta medida estuvo contemplada en los actuales Presupuestos Generales del Estado, pero en la negociación parlamentaria se acabó aparcando.

Elevar los impuestos a los hidrocarburos también figura como una de las propuestas del plan 'España 2050', en concreto en el apartado de reformas fiscales que se deberían aplicar antes de 2030. En ella, también se incluye una subida a los impuestos sobre el alcohol y el tabaco, otras dos figuras de los impuestos especiales. El objetivo, señalaba el documento presentado la pasada semana, es el de “converger con los impuestos establecidos en los principales países de la UE”.

La pandemia ha tenido un impacto muy fuerte sobre la recaudación fiscal prácticamente en todos los conceptos. De hecho, solo hay un campo en el que la recaudación ha crecido en 2020 pese al frenazo económico que provocó el coronavirus. Se trata del IRPF. El impuesto sobre la renta se anotó en 2020 un incremento del 1,2%. Este hecho ha servido a Hacienda y al Gobierno en distintas ocasiones para reivindicar el esquema de los ERTE, cuya prórroga se ha aprobado en el Consejo de Ministros extraordinario de este jueves, porque, además de mantener los ingresos de los hogares, ha logrado sostener la recaudación. En el acumulado, los ingresos tributarios del Estado en 2020 fueron de 194.000 millones, un 8,8% menos que el año anterior.