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La revolución del autoconsumo hunde la demanda de electricidad a su mínimo en 20 años

Instalación de placas de autoconsumo.

Antonio M. Vélez

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La demanda eléctrica se está desplomando este año en España hasta el nivel más bajo en dos décadas. Con la economía creciendo a buen ritmo, la caída se explica principalmente, según los expertos, por el crecimiento del autoconsumo y, en menor medida, por el retroceso de la demanda de algunos sectores industriales, las medidas de ahorro energético ante la guerra en Ucrania y una electrificación que no despega.

Según datos provisionales de Red Eléctrica de España (REE), hasta mayo la demanda en el sistema peninsular (único en el que el histórico del operador del sistema abarca más allá de 2011) se ha situado en 93.867 gigavatios hora (GWh), un 4,6% menos que en 2022. Es el nivel más bajo desde 2003, por debajo de los 95.754 GWh de los cinco primeros meses de 2020, en pleno confinamiento en la fase más aguda de la pandemia.



Fuentes del sector estiman que en mayo la caída se ha situado, corrigiendo por laboralidad y temperatura, en el entorno del 6,7% interanual (8,8% sin ese ajuste) y en el 4,2% desde enero. Todos los expertos consultados apuntan a que gran parte se explica por el autoconsumo, tras un excepcional 2022.

El año pasado, según las estimaciones del sector, se instalaron en España más de 2 GW de solar fotovoltaica en autoconsumo. La potencia se duplicó, en un boom que probablemente no se repita este año, en un contexto de cierta normalización de los precios de la electricidad tras los récords del pasado ejercicio. 

La patronal APPA Renovables estima que 2022 acabó con más de 375.000 plantas de autoconsumo doméstico e industrial, de las que unas 240.000 se habrían puesto en marcha en 2022. Cifra que, con ser relevante, está lejos de los 3 millones de instalaciones de Alemania. APPA calcula que esas plantas estarían aportando en torno al 1,8% de la demanda en España. El sector estima que pueden suponer una producción del orden de 3 TWh/año, sobre un consumo total de unos 250 TWh anuales.



“Para mí el principal factor ha sido el autoconsumo”, dice el consultor y responsable de Renovables de Menta Energía, Francisco Valverde, para explicar la caída. Este experto apunta también a unas temperaturas especialmente favorables como claves para este comportamiento de la demanda. En mayo “calor no ha hecho, ni frío tampoco”.

El expresidente de Red Eléctrica y exministro Luis Atienza apunta, además de al autoconsumo, a otro factor “más preocupante”: cierta destrucción de demanda industrial como consecuencia de los disparatados precios de la energía en 2022 y las medidas de ahorro impuestas por la UE, que “no han salido gratis”. 

El exministro apunta que determinar las causas requiere un análisis en profundidad. “Sería positivo” que se debiera a un aumento de la eficiencia energética en los procesos productivos de la industria. Pero no descarta un desplazamiento de la producción a terceros países. Fuentes del Gobierno defienden que, de producirse, estaría afectando a actividades de menos valor añadido.

El experto Francisco Valverde pone en duda esa caída de la industria. “Si te vas a los datos macro, ves que tenemos un crecimiento que no está mal”. Y en los picos de precios de 2022 “algunos electrointensivos sí cerraron”, pero “si el peso de la industria fuera muy gordo en ese decrecimiento lo habríamos visto en enero u octubre; no ahora”.



Red Eléctrica tiene un índice mensual (IRE) que analiza el consumo eléctrico por sectores. Las mayores caídas en el último publicado, de abril, son del 22,2% en el sector de metalurgia (fabricación de productos de hierro, acero y ferroaleaciones), 13,5% en la industria papelera, 8,2% en alimentación, 7% en la fabricación de otros productos minerales no metálicos y 5,8% en la industria química.

Fuentes del sector eléctrico apuntan que “todos los sectores están débiles”, con caídas “en sectores electrointensivos como la siderurgia o de transformados metálicos por los elevados costes”. Otros sectores industriales como papeleras y cauchos y plásticos también están teniendo importantes retrocesos. En el sector doméstico hay asimismo cierto “ahorro” por la presión de los precios del último año.

Y están los servicios, que tuvieron un buen comportamiento en 2022. “Aquí es más difícil encontrar explicación dado el buen comportamiento turístico, pero la realidad es que está cayendo del orden del 3% acumulado” respecto a 2023, apuntan esas fuentes, que confían en que con la normalización de precios “se vaya recuperando demanda poco a poco. También el autoconsumo debería racionalizarse”.

Este miércoles, la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE) reiteraba que, pese a que el mercado mayorista eléctrico español es ahora más barato que los de Francia o Alemania, la gran industria de esos dos países “compra su electricidad con contratos más competitivos que el precio de sus mercados eléctricos. Así, en Francia disfrutan de la tarifa ARENH, a 42 €/MWh”. 

AEGE estima un precio a fin de año en España de 100,46 €/MWh, que asegura que es 44,77 €/MWh más que el precio francés. Según la gran industria, considerando la evolución del mercado diario en 2023 y las cotizaciones de los precios futuros hasta fin de año, el precio medio estimado del mercado eléctrico español es de 89,95 €/MWh, un 46,2% menor que el de 2022, un 10,5% más barato que el del mercado alemán y un 25,2% más barato que el mercado francés.

Preocupación

El dato de consumo de REE hasta mayo es un guarismo en bruto, sin corregir factores de calendario (poco relevante este año, apunta Atienza) y temperaturas, con más impacto, en un año más cálido de lo normal. Pero ilustra la tendencia de los últimos meses, que ha puesto en alerta a algunos directivos del sector.

El director general de la Asociación de Energías Renovables APPA, José María González Moya, calificaba hace unos días el desplome del consumo de “desastroso”, lamentaba el lento despegue del vehículo eléctrico y las bombas de calor en España y advertía de que España está “fallando de forma estrepitosa” a la hora de atraer consumos de energía fósil a la electricidad. 

“Estamos teniendo más éxito en el desarrollo de la oferta renovable que en la electrificación”, resume Luis Atienza, que recuerda que el proceso de transición energética se basa en tres patas: eficiencia, descarbonización del sistema eléctrico con el desarrollo de grandes plantas de renovables y del autoconsumo y electrificación de consumos que hasta ahora eran fósiles.

En este último ámbito “no estamos avanzando”, subraya el exministro, que apunta a una electrificación del transporte “más lenta de lo esperado”. Francisco Valverde coincide: “Donde vamos mal es en electrificación. Tenemos a Portugal al lado y nos da mil vueltas con el coche eléctrico”. Y en climatización, con la eliminación de calderas de gasoil y gas y su sustitución por bombas de calor, “tampoco vamos bien. Son dos patas que tendríamos que potenciar porque suponen mucha energía primaria”.

La semana pasada, la patronal de automoción Anfac insistía en que “España se mantiene en la cola del desarrollo de electromovilidad y se amplía la brecha con Europa”, con una red de algo más de 20.000 puntos de recarga, frente a los 45.000 que preveía el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para 2022, cuya revisión el Gobierno va a tener que mandar a Bruselas en vísperas de las elecciones generales del próximo 23 de julio. La actualización incluirá una revisión al alza de los objetivos de autoconsumo.

González Moya subrayó hace unos días que el vigente PNIEC preveía un descenso del consumo de energía final superior al 20% y un incremento de la electricidad de casi el 11%. “Eso no lo estamos viendo. La demanda de combustibles fósiles se está manteniendo, si no aumentando, y el problema es que la de electricidad está descendiendo y de forma preocupante”. En el último Congreso de Autoconsumo de APPA, el directivo de la patronal de renovables abundó en esa idea y señaló que es “urgentísimo” contar con almacenamiento e incentivar la electrificación. “No tiene sentido seguir instalando cosas si la demanda no va”. 

Exceso de capacidad

De fondo se adivina el temor del sector renovable a un exceso de capacidad de potencia verde, especialmente en las horas con más sol, cuando la demanda no termina de tirar. Esto propicia precios cercanos a cero gracias a la fotovoltaica, lo que se conoce como canibalización de precios, que no favorece la inversión.

Y está la cuestión de cómo incentivar el almacenamiento a gran escala. Atienza aboga por algún tipo de complemento económico o “un pago por capacidad flexible”, en especial para incentivar el despliegue de las centrales de bombeo, con largos plazos de construcción.

La comparación con la vecina Portugal, mucho más avanzada que España en la penetración del vehículo eléctrico, ilustra la diferencia. Hasta abril, último dato oficial corregido de calendario y temperaturas publicado por REE, la demanda nacional de electricidad cayó en España un 4,2% respecto a 2022, frente al aumento del 5,5% registrado en Portugal, según datos de REN. En tasa interanual, el PIB luso creció en el primer trimestre de 2023 un 2,5%, muy por debajo del 3,8% de España, según Eurostat.

Y mientras el coche eléctrico no despega en España, desde algunos sectores se llama la atención sobre la necesidad de contar con datos fiables y en tiempo real sobre el despliegue del autoconsumo, dado que no hay un registro oficial con información actualizada. En palabras de González Moya, “no es razonable que seamos las empresas” las que, a través de sus patronales, estimen cuánta potencia hay instalada, y “no debería ser tan difícil tener datos oficiales” a través de los diferentes registros de las comunidades autónomas.

Como dijo hace unos días Ricardo Bajo, director de Medidas y Liquidación de REE, actualmente el operador del sistema no tiene datos sobre las plantas de autoconsumo con una potencia inferior a 1 megavatio, una información con la que esperan contar el año que viene gracias a la nueva regulación que ha aprobado el Ministerio para la Transición Ecológica para que las eléctricas remitan información cada trimestre a REE.

Según Bajo, hablamos de “miles de MW” que están fuera del radar de REE, y la “falta de observabilidad” sobre las instalaciones que se están desplegando “puede poner en riesgo la estabilidad del sistema” porque “las cifras que dan los operadores del sector están muy por delante de las que estamos viendo en REE”. 

REE propone que la normativa imponga exigencias de capacidad de soportar huecos de tensión a las plantas de autoconsumo más pequeñas, actualmente exentas, ya que “un despliegue masivo” puede “poner en riesgo la seguridad de suministro y reducir la capacidad de acceso para alojar otras renovables debido a las desconexiones masivas de generación ante perturbaciones en la red”. Según Bajo, “lo que no queremos es que un problema de un cortocircuito en la red nos afecte a una gran zona” y suponga la “desconexión inmediata de cientos de MW”.

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