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La defensa de Francia por sus nucleares pone en jaque el hidrógeno verde

Una estación de servicio donde los camiones repostan hidrógeno.

Tomás Muñoz M.

10 de julio de 2023 05:00 h

La emergencia climática ha obligado a la Unión Europea a situar las políticas medioambientales entre sus prioridades y articularlas en torno al denominado Pacto Verde, cuyo principal objetivo es “ser el primer continente climáticamente neutro”, tal y como asegura la propia Comisión Europea. De esta forma, los principios que deben regir las decisiones de los estados miembro son “cautela, prevención y corrección de la contaminación en su fuente”, además del famoso “quien contamina, paga”. Sin embargo, hace un año, estas máximas comenzaron a flexibilizarse por la aceptación de Bruselas de incluir el gas y la nuclear en el listado de energías verdes.

La cuestión energética es un tema de primer orden para un Viejo Continente que orienta sus esfuerzos en independizarse del gas ruso. Entre los proyectos con mayor viabilidad se encuentra la generación eléctrica mediante producción renovable y su distribución a través del hidrógeno verde como vector, algo deseable desde el punto de vista económico y medioambiental a partes iguales. En este contexto, España tiene una posición privilegiada y nuestro país se ha ofrecido como el gran productor de la energía del futuro, lo que podría convertirlo “en una potencia energética en los próximos años”, como recoge el informe Net-zero Spain: Europe’s decarbonization hub, elaborado por la consultora McKinsey.

Gracias a esta enorme ventaja competitiva, España tiene una oportunidad única para convertirse en el escenario principal de la reindustrialización de Europa, uno de los ejes de la política de Bruselas para el futuro inmediato y que genera el consenso a ambos lados del arco parlamentario.

El plan español se canaliza a través del proyecto H2MED, el corredor de hidrógeno verde que lo transportará desde la península ibérica hasta el centro de Europa. Aunque contó, inicialmente, con el apoyo de Portugal y Francia, al que se sumó posteriormente Alemania, no ha estado exento de críticas.

Fundación Renovables y Greenpeace, por ejemplo, se muestran contrarias a la construcción del H2Med, tal y como destacan en el documento Desmontando el hidrógeno, donde defienden que el hidroducto “responde más a la demanda del sector gasístico que a los intereses reales de la sociedad”. Por el contrario, sí reconocen que “el hidrógeno verde tendrá un papel importante para el sector industrial y el transporte marítimo y aéreo, pero es más eficiente si se genera cerca de los puntos de consumo y si lo que se transporta es electricidad”, aclaran. Finalmente, ambas entidades también reivindican que “la identificación de la taxonomía europea del hidrógeno como verde debe ser exclusiva del generado con electricidad 100% renovable”.

El proyecto H2MED tiene encaje en el plan REPowerEU y las instituciones europeas lo consideran como un Proyecto de Interés Comunitario para poder obtener hasta un 50% de financiación a cargo de Bruselas. El objetivo es que entre en funcionamiento en 2030 y que pueda transportar desde España dos millones de toneladas de hidrógeno verde al año, lo que representará el 10% del total consumido por la UE“, según precisó Moncloa a principios de año.

Hidrógeno verde vs. hidrógeno rosa

El giro de guion definitivo llegó con las presiones de Francia para catalogar el hidrógeno producido mediante energía nuclear —tradicionalmente denominado como rosa— con la etiqueta de verde. El resultado fue una nueva consideración de la Comisión Europea que establece como “hidrógeno renovable” el procedente en un 90% de energías limpias y “bajo en carbono” aquel que genere menos del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero que produce el gas natural. A esta divergencia de opiniones hay que sumar nuevos desacuerdos en la negociación para la reforma del mercado eléctrico en la UE, concretamente respecto a los denominados contratos por diferencia y que afectan a aquellos con los que se establece un precio entre comprador y vendedor, y que son liquidados después tomando como referencia la evolución del mercado.

En medio de este complejo escenario, el enfrentamiento entre las diferentes posturas se complica más, si cabe, cuando entran en escena las distintas concepciones del mercado que tienen los estados europeos. Para cambiar el actual sistema marginalista de precios, vigente desde 1997, Francia defiende la estabilidad de precios vía intervención: “Tanto por su principal fuente de energía, la nuclear, como por su gigantesca empresa pública, EDF, el país vecino sería el gran beneficiado si se abandona el actual modelo”, explican desde el laboratorio de ideas Foro de Mercado Libre. “La expectativa es que España sea quien marque ahora el precio, apoyada en las energías renovables, pero el país galo quiere impedir la entrada de otros países como España, ya que ofrecen una energía más competitiva que la nuclear”, añaden desde el mismo think tank.

Para entender la importancia del hidrógeno en la transición energética es necesario conocer sus propiedades como vector y que son, principalmente, que es ligero, se puede almacenar y no genera contaminación por sí mismo, algo útil para alimentar las pilas de combustible de los coches o para descarbonizar el transporte pesado, entre otras finalidades. Según especifica el estudio The dawn of green hydrogen, de la consultora PwC, para obtenerlo se puede recurrir a diferentes procesos químicos, concretamente la transformación molecular, la gasificación o la electrólisis del agua y, en todos los casos, es necesario aplicar una energía cuya procedencia marcará el color de su etiqueta. A modo de resumen, el gris y el azul proceden de combustibles fósiles (con la salvedad de que el segundo capta parte de la emisión de CO2 generada), mientras que en el caso del verde la emisión es cero. Por su parte, el hidrógeno rosa, obtenido con energía nuclear, es más económico —si se descuentan los gastos derivados de la gestión de residuo radiactivo—, se puede producir en grandes cantidades, al margen de las condiciones meteorológicas, y no emite CO2 a la atmósfera, aunque genera residuos radiactivos peligrosos y complicados de eliminar.

“París intenta que se reconozca su hidrógeno rosa en condiciones iguales al hidrógeno verde en la próxima directiva RED III que se discute en Bruselas, lo que complica la ejecución del H2MED”, aseguran desde Foro de Mercado Libre. Pese a que recientemente, el proyecto ha recibido una primera calificación técnica positiva por parte de la Comisión Europea, esta plataforma advierte de que “está en juego la prevista construcción del tramo entre Celorico (Portugal) y Zamora con una extensión de 248 kilómetros y un coste estimado de 350 millones de euros, y el grueso del hidroducto que unirá por mar Barcelona y Marsella con un recorrido de 455 kilómetros y unos costes aproximados de 2.500 millones de euros”. Al mismo tiempo, subrayan que “si el hidrógeno rosa recibe el beneplácito de Europa, a España le surge una gran competencia con el francés, ya que este sería más barato y abundante que el verde”.

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