Por qué Europa apuesta por el SAF para descarbonizar el transporte aéreo y cómo España está tomando la delantera
Los biocombustibles de segunda generación (2G) están convirtiendo Palos de la Frontera (Huelva) en el centro neurálgico de la descarbonización en España, especialmente en lo que a movilidad del transporte pesado se refiere. Tanto es así que una de las firmas que más ha apostado por esta vía como método para descarbonizar el sistema tiene allí su mayor planta destinada a este fin. En el Parque Energético La Rábida, Cepsa está produciendo combustibles renovables a partir de materias primas residuales como aceites usados de cocina, residuos de agricultura y ganadería o biomasa forestal.
Su gran ventaja con respecto a los combustibles de origen fósil es que pueden reducir las emisiones a lo largo de todo su ciclo de vida, ya que la materia prima con la que se producen ya ha retirado con anterioridad CO2 de la atmósfera. En otras palabras, un aceite usado de cocina empleado para producir biocombustible proviene de una materia prima de origen agrícola que ya captó previamente ese gas de efecto invernadero y, por lo tanto, en su utilización no se emite una cantidad extra. El resultado de este proceso puede suponer hasta un 90 % de emisiones menos en comparación con un combustible de origen fósil.
Los beneficios de los biocombustibles para el medioambiente son numerosos y, por esta razón, la meta de la compañía multinenergética es incrementar su capacidad de producción hasta llegar en 2030 a un total de 2,5 millones de toneladas de biocombustibles al año, de los que 800.000 serán específicamente de SAF, siglas en inglés referidas al combustible sostenible de aviación. Esta apuesta responde al objetivo de contribuir a descarbonizar el transporte aéreo y convertir España en un hub de aviación sostenible. Este es, precisamente, uno de los sectores que presentan una mayor dificultad de electrificación, ya que unas hipotéticas baterías eléctricas de avión pesarían varias toneladas y harían imposible el vuelo. En este caso, el SAF permite ser sostenible sin cambiar los motores de los aviones.
Los planes de Cepsa para impulsar el desarrollo del SAF están en línea con la visión del sector aéreo. La Asociación Internacional del Transporte Aéreo ya puso en marcha un programa para alcanzar las cero emisiones netas en el año 2050 a través del uso de este combustible renovable. Esta entidad renovó sus objetivos en la Tercera Conferencia sobre la Aviación y los Combustibles Alternativos que tuvo lugar el pasado mes de noviembre en Dubái. Allí, Willie Walsh, director general de la organización, afirmó que “los gobiernos han comprendido el papel fundamental que desempeñan los SAF para alcanzar las cero emisiones netas de la aviación para 2050. Nuestros últimos acuerdos añaden una visión más ambiciosa que pone el punto de mira en un horizonte más cercano, 2030. No hay tiempo que perder”.
En paralelo, la Unión Europea ha desarrollado la normativa ReFuelEU Aviation, aprobada, bajo la reciente presidencia europea de España, en el marco del Consejo Europeo. Raquel Sánchez Jiménez, en aquel momento ministra en funciones de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, precisó que “el nuevo reglamento proporcionará seguridad jurídica a los operadores de aeronaves y a los proveedores de combustible en Europa. Dar comienzo a la producción a gran escala de combustibles de aviación sostenibles hará que pronto el sector de la aviación de la UE sea mucho más ecológico. Se trata de un paso fundamental en el esfuerzo más general por alcanzar nuestros objetivos climáticos a escala europea y mundial”.
¿A qué obliga esta norma? Entre otros aspectos, ReFuelEU Aviation exige a los proveedores incluir un porcentaje mínimo de combustible de aviación sostenible a partir de 2025, que aumentará progresivamente hasta 2050. Concretamente, el porcentaje de SAF, entre biocombustible y combustible sintético, deberá ser, como mínimo, del 2% el año que viene, del 6% en 2030 y del 70% en 2050. Todo para contribuir a evitar que se emitan 21 gigatoneladas de CO2 a la atmósfera entre 2020 y 2050, procedentes del uso de queroseno con el que actualmente se desplazan los aviones.
El reglamento también recoge que estos combustibles renovables deben cumplir con los criterios de sostenibilidad y reducción de emisiones de la Directiva sobre Fuentes de Energía Renovables, modificada en octubre del año pasado, e incluye la creación de un sistema de etiquetado sobre el rendimiento medioambiental. Este último está destinado a los operadores de aeronaves que utilicen combustibles de aviación sostenibles y su objetivo es ayudar a los propios consumidores a elegir aquellos vuelos con un menor impacto medioambiental.
¿Y en qué punto se encuentra España? Gracias a la apuesta de las aerolíneas y algunas compañías productoras, España es uno de los países mejor posicionados para ser un referente en el desarrollo y utilización de SAF en Europa. Nuestro país, que ya es una potencia turística, ahora puede liderar también el turismo sostenible. Un ejemplo de ello es el hecho de que, en estos momentos, Cepsa ya comercializa SAF procedente de la mencionada planta de producción de Palos de la Frontera, en cinco de los principales aeropuertos españoles: Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Málaga y Sevilla. Por estos aeródromos pasaron en 2023 más de 170 millones de pasajeros, más del 60% del tráfico total de España.