“Quiero que Azkuna Zentroa sea una referencia que los jóvenes no olviden nunca”

En plena era digital, en la que parece que sólo se vive aquello que se publica en las redes sociales, es difícil lograr una conexión entre la juventud y el arte. Acabar con esa brecha y conseguir que la cultura deje huella en la vida de los más jóvenes es uno de los retos que se ha propuesto el nuevo director general de Azkuna Zentroa (también conocido popularmente como La Alhóndiga), Fernando Pérez (Sestao, 1967).

Prueba de ello es la exposición FLICK_BI, una pantalla gigante colocada estratégicamente en el techo, con unas sillas justo debajo de ella. A su derecha, un fotomatón. Por el simbólico precio de un euro, el público puede fotografiarse y su imagen directamente se proyecta en la pantalla como si se tratase de una obra de arte. Su objetivo es visibilizar esa parte cotidiana del arte con algo que hacemos todos los días, el selfie y, de esta manera, realizar una crítica social.

¿Qué papel juega Azkuna Zentroa en el mundo de la cultura y el ocio en Bilbao?

Es un complemento al resto de los proyectos culturales de la ciudad, al mismo nivel que el Museo Guggenheim o el Museo de Bellas Artes. Nos consideramos un centro muy dinámico que trabaja directamente con el arte, con las personas. Cientos de miles de personas son usuarias de nuestros servicios y eso es lo que nos posiciona en un lugar de liderazgo.

¿Qué puede ofrecer Azkuna Zentroa que el Guggenheim o el Bellas Artes no tenga?

Ellos tienen unas cosas y nosotros tenemos otras. Ellos son “museos museos” porque su objetivo es conservar una colección y nosotros no. Nosotros nos dedicamos al arte contemporáneo de una forma más en relación con el día a día, no sólo a partir de la estética sino también a partir de otras prácticas artísticas relacionadas con lo cotidiano de las personas. Además, también nos dedicamos a las artes en vivo, como la danza, la música, al cine, la literatura y la cultura digital.

¿Qué significa para usted tomar la dirección del Azkuna?

Para mí es un orgullo, una responsabilidad y un reto. Primero un orgullo porque yo ya he formado parte de la plantilla, entonces estar en la dirección me da el valor de conocer la institución desde dentro y las experiencias que he tenido fuera me dan la oportunidad de hacerlo crecer en otras líneas. Es una responsabilidad porque es un proyecto muy grande, muy diverso. El reto es el de posicionar a escala internacional y a escala local un proyecto artístico diferenciado de un museo, pero que tiene mucha aceptación y, sobre todo, tiene públicos muy diversos.

Apuestan por artistas locales...

Sobre todo trabajamos con artistas locales, pero también trabajamos con internacionales. Lo que nosotros queremos es añadir valor educativo al ocio, un valor de experiencia, un valor de aprendizaje. Ser un conector entre artistas y ciudadanos. La crítica, el riesgo, la diversidad también son importantes a la hora del crecimiento de las personas respecto a la cultura.

¿Y cómo se consigue que los jóvenes se interesen en Azkuna Zentroa?

En realidad, queremos que se interesen más. Cómo comunicarnos con los jóvenes es otro reto, conocer sus lenguajes y discursos propios. Los públicos más jóvenes están inmersos en todos los programas educativos que nosotros tenemos, pero también son muy usuarios del cine y de la mediateka. Se ha convertido en una referencia para quedar en grupo: “¿Dónde quedamos? Quedamos debajo de la pantalla del Alhóndiga”.

¿Entonces, qué es lo que necesita Azkuna Zentroa para llegar a ellos?

Yo creo que tenemos que adecuar los horarios, saber dónde se informan. Muchas veces es interesante también dejar pasar el tiempo para saber cómo se miden las cosas. Es decir, cómo al final los aprendizajes de algo que haya ocurrido aquí, en el futuro son una referencia para decir “yo aquello lo aprendí en el Azkuna Zentroa”. Yo creo que ahora es más difícil medirlo, pero eso va a ser importante en el futuro cuando alguien diga “y tú dónde aprendiste a nadar? Pues en la piscina del Alhóndiga” Y ese tipo de cosas que al final nos marcan. Que se convierta en una referencia que no olvidas nunca, eso es lo que me gustaría que ocurriera con los jóvenes en el Azkuna Zentroa.

¿Qué busca el público del Azkuna y qué se encuentra?

Como hay un millón doscientos mil usos, cada público vive una experiencia diferente: los turistas no saben bien a lo que vienen, algunos vienen a ver las columnas, otros vienen a ser usuarios. Hay mucha gente que viene a ver las exposiciones, es decir, los usos son múltiples, las sensaciones son múltiples. Al final somos un servicio público y lo bueno es que cada uno es capaz de tener la parcela que más le interesa del proyecto.

¿Cómo ve el futuro de Azkuna Zentroa?

¡Larga vida a Azkuna Zentroa! El año que viene cumplimos 10 años de buena salud, entonces cuando un preadolescente disfruta de una buena salud se le desea una larga vida. Lo que es importante es que ese proyecto se vaya actualizando de vez en cuando, que vaya creciendo, que se vaya adecuando a los cambios de la sociedad y que vaya añadiendo valor.

¿Y el suyo?

Yo quiero gestionarlo bien, quiero hacer una propuesta artística actualizada, interesante y que trabaje sobre aquellos aspectos que a veces se nos olvidan, que son los aspectos más tangenciales o los más pequeños, porque yo siempre he sido partidario de que lo más pequeño también puede ser lo más hermoso.