'La guerra degenerada', la historia oculta de torturas y violencia sexual contra las mujeres en la posguerra

A partir de los juicios con mujeres encausadas y de archivos militares repartidos por toda España, Javier Rodrigo, historiador especializado en el estudio de las guerras civiles, políticas de violencia y catedrático en el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, ha rescatado la historia de las mujeres víctimas de violencia política, violencia sexual y torturas durante la posguerra, concretamente desde el final de la Guerra Civil hasta mediados de los años 50. Se trata de 150 mujeres guerrilleras armadas y otros cientos de ellas que participaron en la resistencia desarmada como enlaces de los guerrilleros. Todo ello lo ha recogido en el ensayo 'La guerra degenerada. Violencia y resistencias en la España de posguerra'.

“La Guerra Degenerada es un libro que originalmente quería y quiere trabajar sobre la historia de las mujeres que fueron víctimas de violencia vinculada a la represión y a la persecución política en la posguerra española. En España hay una guerra después de la Guerra Civil. La guerra de la resistencia, la guerra contra la guerrilla en la que participan muchas mujeres. Muchas participan como guerrilleras, unas 150, pero sobre todo participan muchas mujeres como enlaces o como resistentes del llano. Una forma de resistencia desarmada que no es políticamente vinculante, sino que tiene mucha relación más bien con los afectos y con las relaciones familiares, pero que es fundamental para la supervivencia de la guerrilla. Estas mujeres, sobre todo los enlaces, acaban convirtiéndose en víctimas propiciatorias de la persecución de la guerrilla. Víctimas vicarias en muchos casos también porque se las tortura o encarcela para intentar que delaten a guerrilleros que están en el monte. Son sometidas muchas veces a formas de violencia sexual o genitalizada, incluidas violaciones o reconocimientos vaginales forzosos”, detalla Rodrigo a este periódico tras su paso por Bilbao para presentar la obra.

El historiador era consciente de que existían este tipo de prácticas en la posguerra, pero hasta la fecha nadie las había sacado a la luz. “Planteé la posibilidad de investigarlas a partir de los expedientes militares, los expedientes de los juicios militares en los que existen mujeres encausadas, en los archivos militares que hay esparcidos por toda España. Así me di cuenta de en qué consiste la guerra irregular, la guerra degenerada, la guerra entre la resistencia y el Estado fundamentalmente, y con ello pude volver a replantear la posguerra misma. La posguerra no es un tiempo de paz, sino de pacificación, y es un tiempo de una extrema violencia en la que existen tanto una guerra irregular contra la resistencia como formas de violencia sexuada, de violencia específicamente pensada y dirigida hacia la mujer como la de la violación, los tocamientos y las torturas. Y de esto va el libro, básicamente de repensar la posguerra a través del estudio de la presencia de la violencia contra las mujeres en el marco de la guerra contra la guerrilla”, apunta el autor.

¿Cómo consiguió dar con estas mujeres violentadas y torturadas si se trata de una violencia ocultada? Rodrigo confiesa que lo que se sabe de ellas es “relativamente poco”. “La posibilidad de cruzar datos con otras fuentes documentales es muy limitada, no se trata de mujeres que, a diferencia de en otros casos europeos, hayan escrito sus memorias o hayan sido visibilizadas por la historia, por la historiografía o por las políticas de memoria. Se trata de mujeres, de colectivos abiertamente invisibilizados por las políticas de memoria, pero también por la propia historiografía, es decir, por la rama de conocimiento que reconstruye el pasado. Por tanto, me es muy difícil tener más información sobre estas mujeres. Resistentes armadas, es decir, guerrilleras, se pueden identificar aproximadamente solamente 150 más o menos. Se conocen las identidades e incluso algunas han escrito su biografía, pero las enlaces son miles y es imposible reconstruir la historia de miles de mujeres, que no es que sean anónimas, es que han sido anonimizadas, porque nadie es anónimo. Por eso yo me limité a identificarlas a través de la forma en la que las identifica el propio Estado franquista, que es utilizándolas como o como enjuiciadas o como testigos en procesos judiciales militares”, sostiene.

Rodrigo llega a la historia de estas mujeres gracias a los archivos militares. “Sabía que había decenas de miles de juicios, de expedientes judiciales que nadie había tratado en el estudio de la represión franquista, de la violencia franquista y específicamente de la violencia contra las mujeres en la guerrilla. Entonces, en estos juicios, en estos expedientes, fui a buscar nombres femeninos. Encontré unos mil expedientes judiciales en tres o cuatro archivos en Ferrol, Sevilla, Zaragoza y Madrid. Expedientes judiciales en los que aparecían mujeres como encausadas”, detalla, a partir de ahí comenzó su investigación. “Tire del hilo para conocer los procedimientos judiciales y las investigaciones judiciales que se realizan sobre estas mujeres, encontrándome con grandes sorpresas. Por ejemplo, el hecho de que hay mujeres que en sede judicial, es decir, delante del juez, se retractan de las declaraciones hechas en sede policial, porque dicen que las confesiones hechas en el cuartelillo de la Guardia Civil, las hacen bajo tortura o bajo amenaza de tortura, o porque las han violado o pegado. Esto abre una ventana, una ventana muy pequeña a través de la cual asomarse a una historia que está por reconstruir en España, que es la historia de la violencia sexual y de la tortura como forma de violencia sexual. Un tema que no se ha investigado y que se puede seguir investigando. Se puede seguir continuando con el trabajo de vaciamiento de las fuentes militares”, reconoce.

Según reconoce, ese es su objetivo: seguir investigando sobre las distintas formas de violencia contra las mujeres en la posguerra. “Mi objetivo es, por un lado, visibilizar la violencia contra las mujeres en la posguerra, visibilizar a las víctimas supervivientes de violencia sexual en la posguerra y luego plantear también una forma de repensar la posguerra, en la que entendamos que la praxis generalizada de las violaciones y las torturas es una realidad cotidiana en los pueblos y las ciudades, que es una historia de violencia. La historia de la España de posguerra es también una historia de resistencia, porque también lo que quería era reivindicar que estas mujeres, por activa o por pasiva, de manera consciente o inconsciente, son agentes de la resistencia. Siempre que se estudia la resistencia, son resistencias nacionales, armadas y masculinas. Y, en cambio, yo lo que quería reivindicar es el estudio de una resistencia desarmada, no siempre nacional, sino más bien relacional y sobre todo una resistencia en femenino, porque cuando la resistencia es desarmada es siempre resistencia de mujeres. Sobre eso no cabe ninguna duda”, concluye el historiador.

elDiario.es/Euskadi

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