Las instituciones vascas, con el Gobierno de Imanol Pradales a la cabeza, están trabajando para que la edición de 2027 del Mundial Sub-20 de rugby tenga sedes en Euskadi, entre ellas los estadios de San Mamés en Bilbao y de Mendizorroza en Vitoria. Según una información remitida por la vicelehendakari primera y consejera de Cultura y Política Lingüística, Ibone Bengoetxea, al Parlamento Vasco, ya se ha mantenido una primera reunión con las federaciones vasca y española. En ese encuentro, se ha aportado un informe en el que el Ejecutivo estima en más de 15,6 millones de euros el impacto económico global que podría tener la cita.
Con un hueco reservado en el calendario para julio de 2027, el torneo —que se describe en el documento como “la cumbre del deporte ovalado, donde los mejores equipos del mundo compiten por el título supremo”— contará con la participación de dieciséis selecciones, nueve de ellas del hemisferio norte (Francia, Irlanda, Inglaterra, Gales, Italia, Georgia, España y dos más que habrán de conseguir billete en la clasificación) y siete del sur (Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Argentina, Fiyi y dos que tendrán que clasificarse). Se estima que movilizará a más de 640 jugadores, otras seis decenas de personas entre árbitros y oficiales y más de 130 trabajadores de la organización del torneo.
En el documento, que viene rubricado tanto por las federaciones vasca y española como por la internacional, se arguye que el mundial, con la participación de “estrellas emergentes”, brinda “emoción y competencia” en un contexto de “celebración de la diversidad”. Consigue, además, “impacto social y cultural” y ofrece una “experiencia para los aficionados”, para luego dejar un “legado duradero” en las que han sido sus sedes. “El impacto del Mundial de Rugby va más allá del evento en sí mismo. Deja un legado duradero en el país anfitrión y en la comunidad global del rugby”, se sostiene. Se subraya que el rugby es un deporte que cuenta con 870 millones de seguidores diseminados por todo el mundo. El documento se ha adjuntado a la respuesta de la vicelehendakari Bengoetxea a una solicitud de información formulada por Muriel Larrea, parlamentaria del PP.
Álava, Bizkaia y Gipuzkoa representarían una pata del torneo, pues también se prevé que haya sedes en Iparralde, por lo que colabora igualmente la federación francesa. Como campos de juego, se proponen San Mamés, Barakaldo y Lezama en Bizkaia, Mendizorroza en Álava y Zubieta en Gipuzkoa. No se descarta en la propuesta hacer uso de otros terrenos de juego —concretamente Fadura en Getxo, Rekalde en Bilbao y Gamarra en Vitoria—, pero estos requerirían de la instalación de gradas supletorias. De igual manera, se proponen también trece campos de entrenamiento repartidos entre las tres provincias. Para gestionar el alojamiento, se ha esbozado un plan —aún “por confirmar”, se recalca en el informe— para que, haciendo uso de hoteles y residencias universitarias, Vitoria pueda alojar a cuatro selecciones, Bilbao a ocho y Donostia a otras cuatro.
En el plano económico, se estima que la organización del torneo pueda revertir hasta 15.626.000 euros. Desglosada esta cantidad, serían 1.660.000 euros por el plano deportivo, 11.016.000 por los aficionados, 450.000 por los medios de comunicación, otro millón por las entradas, otro por la mercadotecnia y el medio millón restante en concepto de patrocinio. Se calcula que los aficionados se quedarán en Euskadi durante una media de tres días, mientras que los familiares de los participantes alargarán la estancia a una semana completa, con un gasto total por persona que ascendería a los 300 euros sumando alojamiento y gastos en ocio. No se descarta que el mundial pudiese llegar a recibir la consideración de acontecimiento de excepcional interés público, una figura que permitiría “desgravaciones fiscales de hasta el 90% de la aportación”. Para ello, la ley exige probar que es un evento estructural, así como de gran incidencia y dimensión internacional.
No se logró para 2025
Más allá de las cifras económicas y de las estimaciones de repercusión —se cifra en 140 el número de países en los que se retransmitió la última edición—, se apunta a otros tipos de impacto, como el social y el deportivo-saludable. Se asegura que las licencias de rugby, por ejemplo, “se incrementan en un 10%” después de la celebración de un torneo de estas características. Además de demostrar la capacidad de Euskadi para albergar “eventos de primer nivel”, la organización del mundial serviría para “poder posicionarse como punto importante del rugby a nivel nacional, europeo y mundial”. No se desdeña tampoco la “captación de futuros veraneantes, turistas o viajeros” ni la posibilidad de llegar a ser “centro de concentraciones, pretemporadas de estas selecciones por el clima, las instalaciones y las buenas comunicaciones”.
En la información presentada ante el Parlamento Vasco, Bengoetxea ha recordado que en diciembre de 2024 ya se aprobó una proposición no de ley en la que, además de instar al Gobierno vasco a trabajar para albergar la cita de 2027, se le pedía también que bregase por “albergar o atraer otras competiciones de prestigio y reconocimiento internacional que contribuyan positivamente y generen un retorno al rugby vasco”.
La federación vasca ya pujó por la organización de la cita mundialista de este año, pero no lo logró. Finalmente se ha celebrado en Italia. La federación lo achacó especialmente a la falta de interés de las instituciones alavesas y guipuzcoanas. En un comunicado firmado por su presidente, Iñaki Rica, habló de una relación “bastante más complicada” al tratar con las diputaciones de Álava y Gipuzkoa y los ayuntamientos de Vitoria y Donostia. “En cada una de estas instituciones, las relaciones políticas internas entre las diferentes familias políticas que cogobiernan las instituciones eran, por decirlo de manera diplomática, bastante complejas”, señaló entonces.