Un sueño californiano en Donostia: The Beach Boys reviven la magia del surf y del verano eterno
Con Mike Love como último superviviente de la formación clásica, la legendaria banda californiana ofrece en el Jazzaldia un emotivo concierto que une generaciones y evoca la esencia de una época dorada
The Beach Boys en el Kursaal MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
“Dos semanas antes de que falleciera mi primo Brian, cantamos juntos”, comenta Mike Love algo apenado y nostálgico. El músico californiano viste una camisa con estampado floral, una gorra negra y dos anillos de oro en su mano derecha. Se encuentra en el Museo San Telmo, en una dulce mañana donostiarra del periodo estival, en la sala dedicada a la exposición del fotógrafo Lolo Vasco, quien se ha ocupado de captar la esencia del festival en los últimos 25 años, con motivo de su sexagésima edición. A su alrededor, figuras míticas como Miles Davis, Hank Jones o Celia Cruz visten las paredes de la sala. Puede que dentro de poco, él también forme parte de ellas.
A sus 84 años, Mike Love conserva una vitalidad envidiable, con ese toque entrañable entre un hippie espiritual y un hombre de negocios. Lleva un estilo de vida totalmente saludable, en parte gracias a la meditación trascendental que práctica desde 1967, cuando decidió visitar al gurú Maharishi Mahesh Yogi en la India, junto a miembros de The Beatles como George Harrison o John Lenon. “Gracias a la meditación, puedo hacer frente a momentos difíciles; puedo bajar a un nivel que me permite sacar la energía necesaria para afrontar los problemas”, comenta.
Mike Love en el Museo San Telmo MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
Después de unas fotos distendidas entre periodistas y preguntas comedidas, cuando se le pregunta sobre su primo Brian Wilson —uno de los fundadores de la banda, junto a sus hermanos Carl y Dennis Wilson, Al Jardine y el propio Mike Love—, Love valora el momento que pudieron compartir cantando juntos. De hecho, lo han estado haciendo desde que eran niños, cuando Wilson y Love pasaban muchas de las noches cantando con la radio de fondo.
Más tarde fundaron The Beach Boys, que terminarían siendo consideradas como una de las bandas estadounidenses más laureadas de los siglos XX y XXI, creadoras de la banda sonora de millones de jóvenes en la década de los 60, en plena época hippie y de la contracultura, la cual se prolongó hasta finales de esa década con el festival Altamont y los asesinatos de Charles Manson.
1966: el año del nacimiento del festival de Jazz y ‘Pet Sounds’
La primera edición del festival se celebró en septiembre del año 1966. En plena dictadura, Fomento era una institución que intentaba empujar el turismo para que afectara positivamente en la economía de la ciudad. Eligieron septiembre con la intención de alargar la temporada de verano y atraer a más visitantes fuera de la temporada. Según cuenta Patxi Berradre, el jefe de prensa del Festival de Jazz de Donostia, “cuando se dieron cuenta de que en septiembre también se celebraba el Zinemaldi —el Festival Internacional de Cine—, los organizadores dijeron: bueno pues nos adelantamos”. Agosto ya estaba cubierto, así que decidieron trasladarlo a julio.
Mientras tanto, en las costas californianas, The Beach Boys lanzaban ‘Pet Sounds’. En realidad, la obra fue una creación de Brian Wilson, que se encontraba plenamente focalizado en componer, tras haber abandonado las grandes giras. Wilson no solo firmaría para muchos el mejor disco de la historia de la música, sino que entraría en una competencia directa con los propios Beatles. En aquellos años, ambas eran las bandas más grandes del momento, luchando por superarse mutuamente, pero la obsesión de Wilson le pasaría factura. Aguantaría solo un asalto más, con su segundo número uno: ‘Good Vibrations’. A partir de ahí, caería en un espiral de locura, drogas, problemas mentales y obsesión. Mientras tanto, The Beatles pasarían a la historia como la banda más grande de todos los tiempos.
John Stamos en el Kursaal MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
Sesenta años después, The Beach Boys aterrizan en Donostia por primera vez. Esta vez sin Wilson –fallecido recientemente– y con un Love como último superviviente. Aun así, no ha sido tarea fácil traer a la legendaria banda, después de varios intentos fallidos en el pasado. “La pandemia tuvo también cierta influencia en el asunto, y una cosa llevó a la otra. Al final hemos conseguido que viniesen este año. No ha sido fácil; no es fácil traer a grupos como The Beach Boys”, comenta Berradre.
También explica que organizar este tipo de eventos requiere una planificación constante: “En realidad no paramos de organizar. Ahora mismo ya estamos trabajando en cosas para 2026. De hecho, te diría que en torno al 30 o 40% del programa de pago del año que viene ya está medio cerrado”.
En el camino entre San Telmo y el Kursaal, alrededor de las 18:00 de la tarde de un día ventoso, la gente va acercandose al auditorio. Dentro, minutos antes del comienzo, fans con sus discos, personas con camisas de flores y visitantes extranjeros se amontonaban, sin querer perderse la primera vez que los chicos de la playa tocaban en la capital guipuzcoana.
Clásicos del surf rock y recuerdos de juventud
Después de un video de presentación que repasaba los hitos y los momentos más importantes del grupo, sonó el ritmo de la batería que daba inicio a ‘Do it again’, canción del álbum '20/20', que llegó al número 1 en el Reino Unido. El público aplaudió desde el principio el ritmo adictivo de la canción.
Desde el primer momento, se vio a Mike Love como dueño y señor del escenario, dirigiendo el grupo con la responsabilidad de ser el último ‘beach boy’ de la formación clásica. John Stamos –actor conocido por su trabajo en televisión, especialmente por la serie ‘Full House’–, transmitía una energía juvenil a pesar de sus muy bien llevados 61 años. Por su parte, Bruce Johnston, un miembro clave dentro de la idiosincrasia de la banda, se le veía disfrutar y aplaudir como un niño con zapatos nuevos. Entre los demás miembros, cabe destacar al guitarrista y cantante Christian Love –uno de los hijos de Mikel Love (tiene otro que se llama Brian Love, en honor a su primo)– y al bajista Keith Hubacher, que fue un músico clave en muchas de las canciones.
‘Surfin Safari’ –del primer álbum de la banda–, ‘Catch the wave’ y ‘Don’t back down’ trasportaron a todos los presentes a aquellos veranos de la adolescencia, cuando la inocencia y la ingenuidad eran el pan de cada día. Entre mucho de los presentes se observaban personas de más de 60 años acompañadas por sus hijos. Sin embargo, la primera sorpresa vino de la mano de una versión popera de ‘Rockaway Beach’ de los Ramones, una banda que estuvo influenciada por el sonido surf rock de los californianos.
The Beach Boys en el Kursaal MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
Mientras seguían con su suite surf particular –una secuencia hilada de clásicos playeros de los inicios de la banda– con canciones como ‘Surfin USA’ o ‘Surfer girl’, uno no podía evitar preguntarse si existía una forma mejor de disfrutar el verano que escuchando a los Beach Boys. Porque no nos engañemos: en aquella primera etapa de la banda todo era diversión, chicas, playa, surf, coches... todo un paquete que fue bautizado como el ‘American dream’.
De hecho, mientras las canciones se sucedían sin pausa, una tras otra, en la pantalla trasera se mezclaban imágenes de coches, chicas en bikini y playas soleadas, que evocaban una mezcla de libertad juvenil, sensualidad superficial y ‘kitsch’ obsoleto.
La fase más barroca
Con ‘Cottonfields’, versión del bluesman Leadbelly, el espectáculo entraba en otra fase más madura, que daba pie a canciones más elaboradas, propias de la segunda mitad de los años sesenta. ‘You’re so good to me’, es un claro ejemplo de cómo Brian Wilson quería alejarse de las canciones 'hit singles' surfistas y adentrarse en el arte más abstracto y barroco. Por otra parte, con ‘I can hear music’ y ‘Darlin’, ofrecieron el momento soul y rhythm and blues de la noche, reflejando el espíritu de ‘Wild honey’, el ‘albúm soul’ de los californianos.
La parte más romántica y amorosa de la noche vino a manos de las joyas ‘In my room’ y ‘Don`t worry baby’. Antes de que empezara la última canción, Mike Love pidió al público que encendieran las luces de sus móviles para crear un mar de luces, evocando el fenómeno fan que vivió la banda en sus años de máximo esplendor.
De nuevo se dio paso a otra suite, pero esta vez centrada en canciones de temática automovilística –'Little deuce coupe', '409', 'Shut down', 'Litlle honda'–, antes de entrar en la fase más experimental del concierto, que mostró la faceta más crepuscular de la banda, intercalando canciones de la década de los 70, de la era Pet Sounds y otras menos conocidas.
Mike Love y John Stamos MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
‘I get around’ marcó el inicio, seguido por el momento más emocionante de la noche: Mike rindió homenaje a su primo Brian a través de la canción ‘Brian is back’ del año 1976, que celebraba el regreso de Brian Wilson a los escenarios tras una década de ausencia. A continuación, se proyectó un emotivo video de la canción, que recogía algunos de los momentos más bellos y hermosos del músico fallecido junto a la banda, sus hermanos y, por supuesto, su primo. Al finalizar, el auditorio rompió en aplausos para ovacionar a la figura del ‘Mozart del pop’, el resonante agradecimiento duró un minuto, como despedida a uno de los últimos genios de la música contemporanea.
Stamos nos recordó con ‘Forever’ aquella época de finales de los 80, cuando la banda volvía a la palestra después de un paso difuso por los felices ochenta, incapaces de dar con la tecla adecuada para llegar al publico que les había dado la espalda. Con la incorporación de Stamos –que en aquel momento era una estrella absoluta de la televisión–, los Beach Boys recuperaron cierta notoriedad, en parte gracias a la nueva versión de ‘Forever’ con la voz del actor.
‘God only knows’ dejo también uno de los puntos álgidos de la tarde. Christian Love asumió la enorme y difícil tarea de suplir Carl Wilson –fallecido en el 1998 a causa de cáncer de pulmón–. Mientras cantaba, su padre lo observaba desde el fondo del escenario visiblemente emocionado, pues, como el mismo había comentado: “para la historia de la banda, la harmonía y la familia son fundamentales”. Acto seguido, unos acordes mágicos dieron paso a la introducción de ‘California girls’, un preludio sinfónico que evocaba al más bello de los cuentos californianos.
El crepúsculo de los dioses
‘Then I kissed her’, ‘California dreamin’ de The Mamas & the Papas, ‘Sloop John B’, ‘Wouldn’t it be nice’, ‘Help me Ronda’ o ‘Do you wanna dance?’–homenajeando a Dennis Wilson, el menor de los tres hermanos, que murió ahogado a la edad de 39 años en 1983– desataron la euforia del público, que se volcó a bailar, cantar, aplaudir y sonreír. Varias generaciones se unieron al son de los clásicos de los últimos clásicos: desde niños de entre 9 y 12 años hasta personas de más de 70 años.
‘Good Vibrations’ aumentaba las vibraciones positivas. Según Love: “un psicologo de Sheffield, en Inglaterra, dice que ‘Good vibration’ es la canción que más feliz hace a la gente”. Y, en parte, tiene razón, ya que la alegría flotaba por todos los costados en el Kursaal. Después del hit ochentero ‘Kokomo’ –que formó parte de la banda sonora del largometraje ‘Cocktail’, con Tom Cruise como protagonista–, llegaba el momento de decir adiós.
Mike Love feliz en la rueda de prensa MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
Y lo harían del mismo modo como habían comenzado: versionando dos clásicos de los años 50 –el doo wop ‘Barbara Ann’ y el rockabilly ‘Summertime blues’– antes de cerrar con el surf rock de ‘Fun, Fun, Fun’. Algunos dirán que sonaron cursis; otros, que faltaban miembros clásicos; e incluso puede que haya quien ya no se crea el sueño estadounidense –teniendo en cuenta la situación actual en las tierras de Trump–. Pero la verdad sea dicha: son la banda más veterana de aquellos que cambiaron la música en los años 60, tanto por cronología como por longevidad. Y parte de culpa la tiene el amado y odiado a partes iguales Love.
El día anterior, sonreía cuando se le preguntaba cómo seguía con tanta energía a pesar de sus 84 años, contaba: “Por dos razones: la genética y la meditación trascendental”. Fuera del Kursaal, Cullum ofrecería el segundo concierto en la playa de la Zurriola. Mientras tanto, Altxerri volvía a abrir sus puertas para los amantes del jazz. Luis Cortés, el propietario, comentaba: “Aquí se juntan muchos músicos de jazz que vienen a tocar al Jazzaldia”.
Puede que los músicos de los Beach Boys se pasaran por el pub de jazz de referencia en la ciudad, o puede que, tal y como hacían desde pequeños, cantasen unidos en familia aquellos viejos clásicos de The Four Horsemen en algún otro rincón de la ciudad antes de que cayera el atardecer. Porque como decía Love: “Me encantó la idea de venir aquí, nos encanta el paisaje y estamos cerca de la playa”.
elDiario.es/Euskadi
¡Síguenos en redes sociales!
¿Nos sigues en redes sociales? elDiario.es/Euskadi está en Bluesky, X e Instagram. Y te enviamos alertas informativas por Telegram y WhatsApp. Cada semana, te enviamos un boletín a tu correo electrónico. ¡Apúntate! Recuerda que puedes ser socio o socia de elDiario.es clicando en este enlace. Y, para más información, puedes llamar o escribirnos al625 88 87 80.