Jamie Cullum celebra los 60 años del Jazzaldia de Donostia como en su casa
A estas alturas de la película, la figura de Jamie Cullum significa para Donostia mucho más que la de un mero músico trovador que viene, toca y se va. El pianista y cantante británico se ha ganado a pulso un lugar en el corazón de los donostiarras, quienes celebran un año más la vuelta del genio de Ronford. Y por partida doble en este sexagésimo Jazzaldia.
En la ciudad, ya se ha ganado el mérito de pertenecer al selecto grupo de artistas internacionales más adorados, como es el caso de Viggo Mortensen, Juliette Binoche, Robert De Niro o Bruce Springsteen, que hace apenas un mes ofreció dos veladas mágicas en Anoeta. Así lo atestigua Iñigo Ortega, miembro del comité organizador del Jazzaldia. “Es muy querido en Donostia. En el cincuenta aniversario estuvo una semana entera. Además, su banda es muy surfera, les encanta el surf”, apunta.
Finales de julio suele ser una época de transición en la ciudad. Después de la “resaca” del Donosti Cup y antes de la antesala de la Quincena Musical —el festival de música clásica más antiguo de España y unos de los más veteranos de Europa—, el Festival de Jazz trae a la ciudad algo más que jazzistas para puristas. Hace años que el festival ofrece un abanico amplio de artistas para todos los públicos, esparcidos en diferentes espacios por la ciudad, con el fin de satisfacer tanto a los amantes del género, como a quienes prefieren propuestas más contemporáneas.
Tras los conciertos de Bancolombia e Iñaki Salvador/Marco Mezquida -dichosos tributos en el fin de semana pasado en Chillida Leku. Jamie Cullum daba inició al grueso del festival que prolongará hasta el 27 de julio. Lo paradójico de este año es que el músico británico hace ‘doblete’, con un segundo concierto en la playa de la Zurriola, ofreciendo dos shows completamente diferentes cada día. En el Kursaal, según él mismo, ha sido un concierto más íntimo, mientras que en la playa, simplemente, fiesta.
Cullum es una persona que a través de los años ha conquistado el corazón de miles de donostiarras. Desde la organización del festival comentan que es igual dentro y fuera del escenario. “Es un hombre simpatiquísimo con el que da gusto estar. Es igual en el escenario. Esa humildad es de los grandes”, señalan.
En la rueda de prensa celebrada por la mañana, el músico no para de hacer bromas con los periodistas, siempre cercano. Pero cuando se le pregunta acerca del concierto que le espera esta noche, se pone serio y muestra su faceta profesional: “Humildemente, veréis una versión mejorada de mí mismo. Me he seguido formando, en piano, en voz, en composición durante estos años”. Cullum se encuentra tranquilo. Tras la rueda de prensa de la mañana paseó por la Parte Vieja junto a su mujer y sus hijos, de 'pintxos'.
Dos horas antes del primer concierto de Cullum, en el hotel María Cristina —cerca del auditorio donde se iba a celebrar el concierto— Patxi Berradre, jefe de prensa del festival, explica la intrahistoria del porqué de los dos conciertos. “Cuando dijo que este año sí venía, puso como condición que quería tocar en la playa. Y entonces, como ya teníamos medio cerrado que iba a actuar también el Kursaal, pues decimos: si quieres playa y Kursaal”, dice. Además, Berradre añade que no es la primera vez que repite en dos escenarios diferentes: “Ha habido años en los que, ha hecho un concierto en la Trini, luego ha estado haciendo de DJ en la playa, y luego ha actuado en algún otro sitio. Está muy a gusto aquí, le gusta el festival, y cuando viene, en vez de tocar solo un concierto, se siente cómodo haciendo más cosas”.
Inicio íntimo en el Kursaal
Una delicada versión al piano de 'I’ve got you under my skin’ , el clásico de Frank Sinatra, marcaba el inicio del recital. La sala, en completo silencio, disfrutaba de las versiones desnudas de 'Don't stop the music' —otra versión, en esta ocasión de la estrella de Barbados Rihanna— y 'Taller', pieza que bautiza el álbum, antes de ofrecer una interpretación de 'Get Your Way' acompañado ya por toda la banda. Del minimalismo original, pasó a una versión enriquecida por una potente sección rítmica y arreglos de metales. Es en esta canción cuando comenzó a desplegar su faceta más performativa, incluyendo una de sus señas de identidad: subirse al piano. La versión del 'What'd I say' de su querido Ray Charles sirvió para acercarse aún más al público, entre aplausos y juegos de frases. Con los vítores aún resonando, aprovechó para dar paso a 'Work of art', una alegre canción, a medio camino entre el funk y el espíritu de las big bands.
“Donostia. San Sebastián. 60 años. Estamos muy orgullosos de estar de vuelta en vuestra hermosa ciudad y en este increíble festival. Mi nombre es Jamie Cullum”, se presentaba el británico al comienzo de la canción, antes de presentar a sus músicos. Lo acompañaban Tom Richards (saxofón, percusión, coros), Rory Simmons (trompeta, guitarra, coros), Tom Varral (guitarra, coros), Brad Webb (batería, coros), Loz Garratt (bajo, coros), Marc Henderson (coros) y Aisha Stuart (coros). Además, aprovechó para ofrecer el primer solo de la noche, en este caso, al piano.
“Es mi quinta vez aquí Donostia”, comentaba un Cullum ya entrado en calor, que parecía echar de menos a un íntimo amigo, al inicio de la canción 'These are the days', del álbum 'Twentysomething', el disco que lo catapultó a la fama y que, además, se convirtió en uno de los álbumes más vendidos de todos los tiempos en el Reino Unido.
La marchosa 'Everybody wants to be a cat' —perteneciente a la película de Disney 'Los Aristogatos'—, con solos de contrabajo y trompeta incluidos, y la archiconocida 'Singin' in the rain' —donde Cullum golpeaba la caja del piano para crear percusión— mostraban a un Cullum entragado en cada nota y, lo más importante, disfrutando. Con el final delicado de la canción que da título a la película musical dirigida por Gene Kelly, unía con un dulce fraseo vocal que hacía de puente hacia 'Next Year Baby', ofreciendo uno de los momentos de mayor conexión entre el público y el artista. El solo de saxofón de Richards entre las olas de coros del público, hacía incendiaba un Kursaal que aún se mantenía algo tímido.
'Mankind', que vino procedida de un hermoso solo de guitarra, llevó al cantante a recorrer el Kursaal, tal vez con la intención de alentar a ese público frío mencionado anteriormente. Cullum subió las escaleras del patio de butacas, mientras se acercaba a la gente y se sacaba fotos con los más cercanos. El de Essex tiene esa facilidad para ganarse al público, con gestos tan sencillos como trascendentales para muchos de los presentes.
Con ese nuevo nivel de calor, llegaron canciones como 'Twentysomething' —con solo de piano incluido—, 'Cry me a River' —su versión personal, con el eterno riff del contrabajo como raíz—, 'When I get famous' o 'Sinnerman' de Nina Simone, que hacía explotar el anfiteatro, haciendo bailar a todos los presentes. Aquello parecía una escena de la película 'Babylon' del director (y también músico) Damien Chazelle.
'You and me are gone' del disco The Pursuit, sirvió para dar pie al solo de clarinete, al de batería y a la versión atrevida de 'Killing in the name' de Rage Agaist the Machine. “Está desatado”, comentaba Ortega, que había tenido la oportunidad de asistir a todos los conciertos de Cullum.
La siempre emocional 'All at Sea', daba pie a la última pieza de la noche: 'Gran Torino' —coescrita por Cullum junto a Clint Eastwood y Michael Stevens para la película homónima— que cerró la actuación tal y como había empezado: junto a su piano, en silencio y, como ya había anunciado a la mañana, de una forma íntima. Mientras Ortega paseaba, al salir del Kursaal, por el puente de la Zurriola, en una agradable noche veraniega, comentaba que “ha sido distinto a otras veces”. “Le he visto en solitario, cuarteto, quinteto, con big band, de DJ... y esta vez me ha parecido diferente”, resume.
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