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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

“Vamos a contar mentiras, tralará”

Jero Díaz Galán, Efe

Como la famosa cancioncilla infantil “Vamos a contar mentiras, tralará”, el engaño continuo y recurrente es el verdadero protagonista de “La comedia de las mentiras”, el penúltimo montaje de la 63 edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida, que se ha estrenado el pasado miércoles sin más pretensión que hacer reír con el enredo.

Este vodevil grecolatino, que ya ha conseguido lleno absoluto en sus primeras cuatro funciones, escrito por Sergi Pompermayer y Pep Anton Gómez y dirigido por éste último, supone un paseo por el universo de Plauto, con adaptaciones de personajes sacados de la obra del gran comediógrafo romano y llevados al mundo actual.

Pepón Nieto, que ya triunfó en Mérida en 2014 con el “Eunuco”, dirigido también por Pep Anton Gómez, encarna en este montaje al conciliador y avispado Caliodoro, un esclavo-mayordomo dispuesto a ayudar a los “niños de sus ojos”, a los hermanos Hipólita (Angy Fernández) y Leónidas (Rául Jiménez) a que triunfen en sus amores con el atontado Tíndaro (Canco Rodríguez) y la meretriz Gimnasia (Marta Guerras).

La eterna chica almodóvar María Barranco, ganadora de dos premios Goya, ha reconocido estar nuevamente “al borde de un ataque de nervios” con su estreno en la arena del Teatro Romano, donde representa a Cántara, un personaje que parece sacado del propio universo director castellanomanchego.

Entre cándida y pizpireta, Cántara es la tía solterona que lleva más de cuarenta años esperando a Filemón, su amor de juventud que un día salió a comprar higos y ya no volvió.

Reparto televisivo

Con un reparto muy televisivo, en este enredo de amoríos y piratas inventados que es “La comedia de las mentiras” se da cita también Paco Tous, que encarna al general macedonio Degollus, quien ha comprado a Gimnasia para su uso y disfrute y pretende llevársela.

Degollus, una “bestia” al principio que se convierte luego en un “buen hombre”, no es quien dice ser, como muchos en esta obra, en la que todos mienten para lograr que la sangre no llegue al río y para que triunfe el amor.

La mentira, más bien “la mentirijilla” para tratar de ser feliz o el engaño lleno de lealtad para ayudar a quienes quieres, es la gran protagonista de esta obra, con la que Pep Anton Gómez quiere dejar claro que la gran verdad de todo “es que no hay cosas absolutas”.

Por ello, según dijo en la presentación del montaje y deja patente en su obra, con este trabajo ha querido abordar “el tema de la verdad y la mentira y esta obsesión que tenemos últimamente porque la verdad es lo auténtico y la mentira no, cuando yo creo que las cosas no son tan claras”.

“Qué entendemos por verdad” se llega a preguntar Caliodoro al final de la obra, en la que los actores interpretan una canción en la que animan a “mentir con sinceridad”.

Más allá de esas consideraciones filosóficas de una mentira que nos puede hacer felices a todos y salvarnos de una mala situación, frente a quienes se creen en posesión de la verdad absoluta y hundir con ella al mundo, lo que está claro es que la comedia de enredos ha pervivido desde los clásicos a la actualidad pasando por el teatro del Siglo de Oro, el vodevil francés o el teatro de variedades americano.

La obra, una coproducción del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Pentación Espectáculos y Mixtolobo S.L, estará en escena del 9 al 15 y del 18 al 20 de agosto, y está llamada a ser uno los grandes éxitos de público de esta edición con sus diálogos rápidos, sus alocados personajes y con un ritmo trepidante, cosido con la música de Mariano Marín, en medio de una escenografía sobria y actual.

Dos horas de espectáculo sin más pretensión o con toda la pretensión de divertir a un público, algo que consigue en un festival, el de Mérida, que acoge muy bien la comedia en medio de la vigencia de tanta tragedia clásica.

Y es que “la vida es muy puta; esa sí que es puta”, reconoce la propia meretriz Gimnasia, una verdad ante la que la risa es el mejor de los antídotos.