Un discurso de investidura necesario
Rajoy y Sánchez han fallado en sus investiduras (lo del “declinamiento” de Rajoy es para otro artículo sobre la irresponsabilidad y el fraude político) así que deben echarse a un lado y dejar que sus partidos puedan entenderse bajo una autoridad superior, que podría hacer este mi “Discurso de Investidura”. Nosotros elegimos a los diputados y estos han de elegir a un presidente, que ha de proponer el jefe del Estado, pero que en ninguna parte está establecido que haya de ser diputado. Este sería mi discurso:
“Señorías: España está ante una grave crisis política y económica, que podría derivar en quiebra social si persisten las faltas de entendimiento entre los partidos políticos a los que ustedes pertenecen, siendo en quienes el pueblo soberano ha delegado su mandato para que elijan un presidente del Gobierno que responda ante este Congreso y estas Cortes, como ordena nuestra Constitución.
En Diciembre de 2015 y en Julio de 2016 el pueblo ha decidido con su voto que ninguno de los partidos presentados tuviera mayoría y que el gobierno, por tanto, deberían ejercerlo cuando menos dos partidos. El Rey ha escuchado a los líderes de todos los partidos presentes y ha constatado su incapacidad y su falta de voluntad para concertar ese mandato del pueblo, con dos intentos de investidura de dos líderes de los partidos mayoritarios, que no han obtenido el apoyo suficiente del Congreso.
Así las cosas, y para evitar un deterioro mayor de la situación de España de persistir esta anómala situación, el jefe del Estado, tras haber oído a sus representantes, y a otras instancias del Estado, me ha honrado y me ha designado a mí, persona independiente de cualquier partido, pero leal al Rey y firme defensora del orden constitucional y democrático que disfrutamos, para que sea investida como presidente, si así ustedes lo tienen a bien.
Mi CV está a su disposición y muchos me conocen. Mi programa es muy sencillo: gobernar para todos los españoles sin excepción, y cuando haya conflicto que prevalezcan los más sobre los menos y los pobres sobre los ricos, como debe ser en un Estado social y democrático de derecho que se precie.
Retrotraer el artículo 135 a su redacción original y votada por el pueblo en su día, para devolverle los derechos que se laminaran en esa modificación, será uno de los cambios inmediatos que haremos. Anular con la misma premura la discriminación por razón de sexo que existe en cuanto al acceso a la propia Jefatura del Estado, será igualmente inmediata, pues está en contradicción flagrante con la propia Constitución en cuanto a los derechos de todos los ciudadanos.
El Gobierno que forme y que presida, si sus señorías me invisten como espero, estará formado por 17 personas (una por cada Autonomía) de las cuales 10 saldrán de los que me propongan desde los bancos de la “derecha” y 7 desde los bancos de la “izquierda” de este hemiciclo.
Hay otros detalles menores que me propongo abordar, pero siempre desde una perspectiva obviamente española y constitucional, como corresponde al cargo que ocuparé con su beneplácito.
Pueden ir presentando ambos partidos sus ternas con los candidatos a ministros que estimen oportuno, si bien me reservo el derecho de nombrar a otras personas de similar ideología si no se dieran las condiciones de plena colaboración y regeneración que un Gobierno constitucional de emergencia, como es la que España (y el mundo) atraviesa hoy, requiere.
Con este método nadie verá postergado a priori “su territorio” y todos los diputados de la “zona central” de este Congreso, tan diversa y plural, serán considerados de la misma manera que los demás, obviamente, como parte de la nación que son, sin menoscabo ni privilegio alguno.
Confío en que sus señorías me permitan formar ese gobierno, que presentaré en una semana tras mi investidura, y así poder honrar la confianza del Rey y servir al pueblo soberano como es la obligación de todos los presentes. Les ruego encarecidamente su voto favorable a mi investidura.
Viva España y viva la Constitución.“
Si a pesar de todo, los diputados del PP y del PSOE persistían en no votar a este “candidato constitucional”, el Rey tendría que mandar a otro similar, hasta que se desengañaran: lo que las urnas den es lo que hay que coger y ni una brizna más; las elecciones sucesivas, cada cuatro años o así, irán decantando un sistema de partidos que hoy parece muy mal trabado y los gobiernos de coalición no serán anatematizados en España, como lo son ahora.
Y que quede claro (por si no lo estuviera) que no seré yo quien haga este discurso, porque hay en España millones de personas (sin exagerar) con más mérito y unos centenares de miles con más capacidad y autoridad suficientes como para que el Rey les encargue tan alta responsabilidad. Pero el momento es ahora, por didáctica y por necesidad, España no puede depender de personas sin visión de Estado o con visiones deformadas acerca de lo que España sea.