Política en 3D (para ingenieros en ciernes)
Escuchar ideas políticas (a menos que fuese Mari Carmen Iglesias quien hablara) en España hoy es una especie de martirio semántico en el que las palabras que utilizan los políticos apenas son idénticas a sí mismas, con lo que resulta un guirigay insoportable.
Las ideologías han sucumbido hace tiempo ante las imágenes y los iconos, el pensamiento débil se ha hecho fuerte y el personal desfila detrás de los estandartes, según soplen los vientos de la voluptuosa fama. Así, andando yo en tareas de apoyo a un ingeniero aún sin titulación, he “descubierto” ciertos paralelismos acaso útiles para explicarle, y explicarme, “lo” que nos pasa en esta España cañí.
Lo más que se entiende o se dice es que los españoles somos de “izquierda o de derechas” (eje X), progresistas o conservadores (eje Y: miramos al futuro o al pasado) y somos “de arriba o de abajo” (eje Z). Con eso, ya estamos todos colocados en esa España que configura nuestro espacio político. La impresora 3D está lista para trabajar.
Hay otros vectores, claro. Qué materia será la que se moldee, qué temperatura hará que esa materia se funda y forme nuevas figuras o que arda irremisiblemente o se quiebre, si no es la apropiada y, sobre todo, si se dispone de un modelo moral y teórico normativo (un programa, una Constitución incluso) que haga que todo ese esquema espacio material tenga sentido...
Si las “partículas” (nosotros) tienen clara su posición y su orientación, todo fluirá “civilizadamente”: a la materia le gusta el orden. Tenemos en nuestra “maquina” también un extraño vector dinámico (llamémosle pulsión centrífuga) centro-periferia, que como un sístole-diástole eterno hincha nuestros corazones cada poco o los contrae y los paraliza, llevándonos desde el éxtasis hasta el encefalograma plano, si lo dejas suelto. Cainismo le llaman algunos que no suelen ser científicos.
Con estos elementos se podría hacer (y se han hecho) obras maestras de la cultura política universal (hay muchos ejemplos) o, como también nos ha ocurrido, unos fiascos monumentales en los que la “cama caliente” de la tierra hispana ha quedado yerma e inservible, cubierta de una masa amorfa y sin sentido.
Podemos imprimir en 3D la Dama de Elche, sin duda, pero también podemos intentarlo, al estilo antiguo, o sea, a martillazos, como se esculpe cualquier materia, cuando se tiene una idea clara de lo que sobra.
Arte, ingenio, inteligencia es lo que se precisa y la técnica vendrá en nuestra ayuda. ¿Tenemos claro el modelo?