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El nuevo líder del PSOE de Extremadura: de adalid del municipalismo al cuerpo a cuerpo con Guardiola

El nuevo secretario general de los socialistas extremeños, Miguel Ángel Gallardo, durante la clausura del Congreso Regional Extraordinario este sábado en Mérida.

Santiago Manchado

Mérida —

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El PSOE de Extremadura ya tiene de forma oficial nuevo secretario general. Miguel Ángel Gallardo (1974) es el tercer líder de los socialistas extremeños tras las largas etapas de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Guillermo Fernández Vara, pero toma las riendas en un periodo más complicado que sus antecesores.

El 14º Congreso regional del PSOE, celebrado este sábado en Mérida, ha ratificado su elección como secretario general después de que se impusiera con el 56% de los votos en las primarias del pasado día 2 de marzo. Con ello, Gallardo abre un nuevo capítulo en su vida, dedicada en exclusiva a la política, y deja atrás más de dos décadas para pasar de adalid del municipalismo a plantar ahora cara a PP y Vox en Extremadura con el objetivo de que el Gobierno de coalición en la Junta no se alargue más allá de esta legislatura.

El nuevo líder socialista ha tenido que abandonar esta semana la alcaldía de Villanueva de la Serena (Badajoz), que ha ido renovando a golpe de mayorías absolutas, incluso cuando al PSOE no le ha ido tan bien en la comunidad o en España, para dedicarse a su nueva responsabilidad en el partido. Pero no lo hará en exclusiva porque Gallardo conserva su acta de concejal villanovense para poder continuar como presidente de la Diputación de Badajoz, cargo que ostenta desde 2015.

El motivo de simultanear ambas tareas, la institucional y la política, es que Gallardo no es diputado en la Asamblea y, por lo tanto, no podrá ejercer desde dentro la labor de oposición del grupo socialista, con los mismos escaños que el PP, y enfrentarse cada 15 días a la presidenta de la Junta, María Guardiola, en los plenos. Esa dificultad espera subsanarla, por un lado, desde la visibilidad que confiere la presidencia de la Diputación pacense y, por otro lado, con la influencia de un PSOE que fue el más votado por los extremeños, aunque empató en número de diputados con el PP en las elecciones de mayo de 2023 y no consiguió formar gobierno.

Sin embargo, el engranaje socialista lleva meses sin funcionar como lo hacía. Desde que el expresidente Fernández Vara anunció en verano que abandonaba la secretaría general, el partido ha trabajado sin un líder claro que dirigiera con coherencia su acción política en la oposición, a remolque de las decisiones del PP en la Junta y de las ocurrencias de Vox. Las elecciones generales de julio, la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo y la posterior investidura de Pedro Sánchez y la consiguiente conformación del Gobierno dilataron el nombramiento del secretario general del PSOE de Extremadura, que además tuvo que ser por primarias.

Por eso muchos ojos ya estaban puestos en la Ejecutiva que formaría el secretario general. Miguel Ángel Gallardo siempre ha presumido de saber conformar buenos equipos. Él lo denomina “audacia”, que se traduce en que aunque su equipo sea numeroso, hay un grupo reducido de personas que conforman su núcleo duro. Ha sido así en los 21 años de alcalde en Villanueva de la Serena, donde en este tiempo ha conservado pocas caras, y en la Diputación de Badajoz, donde también formó un equipo propio nada más llegar en 2015, lo que supuso la salida de algunos 'históricos' socialistas de la institución, y que ha ido renovando.

Con un nuevo equipo a su medida en el PSOE y los cambios que ultima en el grupo parlamentario habrá que ver cómo se desempeña en una labor absolutamente nueva para él: la oposición. Porque Gallardo ha ido de éxito en éxito en la política, pero siempre apoyado en mayorías absolutas que, por otra parte, han respaldado su gestión municipal.

No obstante, no es un desconocido en el terreno regional porque el secretario general de los socialistas extremeños jugó bien sus cartas antes de dar este paso. En otoño de 2021 los alcaldes de Villanueva de la Serena y Don Benito se propusieron vencer donde todos los regidores de la democracia habían fallado: fusionar las dos localidades y crear la tercera ciudad más grande de Extremadura, por detrás de Badajoz y Cáceres, pero desbancando a Mérida y Plasencia. Las expectativas que generó este anuncio dieron tanto protagonismo a los dos alcaldes que incluso Gallardo comenzó a figurar con fuerza en las apuestas para tomar el relevo de Guillermo Fernández Vara.

La unión fue considerada como el proyecto municipalista más importantes de España y un ejemplo a seguir. En su momento contó no solo con el respaldo mayoritario de los vecinos que en un referéndum apoyaron la fusión (90,4% en Villanueva de la Serena y 66,2% en Don Benito), sino también de todos los partidos, administraciones públicas y del Gobierno. Todo a favor hasta que enredos sobre el topónimo de la nueva ciudad y el retraso en las comisiones de trabajo dieron alas a una parte minoritaria en Don Benito contraria a la fusión, que se presentó a las elecciones municipales del pasado mayo y se convirtió en segunda fuerza por detrás del PSOE. Pero el PP se echó en brazos de este nuevo partido, Siempre Don Benito, la marca blanca de Vox, que no presentó candidatura, y con ello el proceso se guardó en un cajón.

Con esa espina clavada, los socialistas extremeños ya han avisado de que la fusión será uno de los temas de la legislatura, a pesar de que ni la presidenta de la Junta, María Guardiola, ni el PP quieren oír hablar del asunto.

Habrá que ver si Miguel Ángel Gallardo es capaz en tres años de poner a punto la maquinaria del PSOE de Extremadura y convertirse en el tercer presidente socialista de la comunidad. También habrá que estar atento a cómo gestiona la relación con el PSOE federal porque ya se ha mostrado reticente a la ley a amnistía, aunque la acepta como mal menor, ha rechazado el cierre de la central nuclear de Almaraz y ha sido muy crítico con la situación del tren extremeño. Algunos lo ven como un heredero de la forma de hacer política de Ibarra. El tiempo lo dirá.

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