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Unas 200 mujeres son explotadas sexualmente en pisos en Badajoz

Imagen de archivo

Rocío Sánchez Rodríguez

En Badajoz hay alrededor de 30 pisos donde mujeres de entre 19 y 45 años, la mayoría brasileñas, son explotadas sexualmente. Lo denuncia la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp), cuya unidad móvil atiende a entre 150 y 200 chicas sólo en la capital pacense.

Algunos de estos 'locales' funcionan las 24 horas, otros dividen el horario entre mañana, tarde y noche; y en un cada uno de ellos hay entre cinco y hasta ocho mujeres, sobre todo los fines de semana, cuando aumenta el número de clientes.

En cuanto al perfil, el 80% son extranjeras (principalmente brasileñas, rumanas, colombianas y dominicanas) y el otro 20% españolas, un porcentaje que aumentado desde que la crisis mostró su peor cara.

En estos pisos, al igual que ocurre en los clubs, hay un horario a cumplir con la organización, con la mafia que se encarga de explotarlas. Los servicios, a los que llaman 'pases', tiene un precio más o menos fijo: 15 minutos, entre 20 y 30 euros; 30 minutos, 50 euros; y una hora, 80 euros. Pero ellas sólo se quedan con la mitad del dinero, la otra mitad va a parar directamente al proxeneta.

Tal y como explican desde Apramp, desde que el Ayuntamiento pacense puso en marcha la ordenanza de 2011 que prohíbe ofrecer servicios sexuales en la calle, puede parecer que la prostitución en Badajoz ha desparecido. Nada más lejos de la realidad: simplemente ya no está a la vista.

Desde la Policía Local aseguran que en lo que va de 2016 no se ha puesto ninguna multa ni a clientes ni a mujeres por ofrecer servicios sexuales en lugares públicos (la ordenanza recoge que se puede sancionar a ambas partes, con cantidades que van desde los 750 a los 3.000 euros, dependiendo de la gravedad), mientras que en 2015 hubo dos denuncias y en 2014 otras dos. “Hemos llevado a cabo controles exhaustivos”, afirma la Policía.

Cierto que los vecinos de la calle Joaquín Costa y alrededores, junto a la Circunvalación, la zona de mayor concentración, ya no sufren ruidos ni molestias, pero si bien la mayoría de mujeres se ha trasladado a pisos, aún quedan unas cinco que siguen ejerciendo en la calle y que ahora han de esconderse.

“Desde que se puso en marcha la ordenanza, el perfil de las que están en la calle es totalmente distinto a las que están en pisos. Son ya mayores, la media va de los 45 a los 60 años”, afirman desde Apramp. Y añaden: “Hay transexuales, hay mujeres españolas que han dejado la cárcel y son drogodependientes... Son personas sin recursos, sin falta de oportunidades, no tienen medios económicos ni una posible alternativa laboral. Dentro de la vulnerabilidad que existe, son las más vulnerables por edad y condición social”.

Uno de los objetivos de la ordenanza era ayudar a las mujeres a quienes se sancionara con un programa de Servicios Sociales que les permitiera tener una alternativa a la prostitución, pero la reinserción no se ha llevado a cabo en ningún caso.

“El problema ya no se ve, ya no está en sitios públicos donde moleste, pero los clientes siguen consumiendo, por lo tanto la prostitución y la explotación sexual siguen existiendo”, subrayan desde Apramp.

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