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Llamamiento a la ciudadanía demócrata

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La apestosa ejecutoria anticonstitucional de los partidos españoles de las derechas extremas, con la decisiva colaboración de sus cómplices en los grandes grupos mediáticos y en las altas instancias de las instituciones del poder judicial, embarcados todos ellos en una sucia guerra sediciosa de acoso y derribo contra el actual gobierno legitimado por una mayoría progresista en las Cortes del Estado, acaba de alcanzar su paroxismo.

Después de más de un lustro de ensayos previos con un CGPJ secuestrado, las fake news diseñadas con vocación de lluvia fina, la destrucción planificada de referentes políticos de la izquierda o el acoso por tierra, mar y aire de gobiernos municipales y autonómicos, parece que entramos en una escalada bélica imparable que tiene por objetivo poner en cuestión nuestra democracia. La historia no se repite, pero tiene vasos comunicantes en la espiral que nos conecta con el pasado, y en los últimos tempos se nos está poniendo cara de República de Weimar.  

Vivimos desde hace años instalados en el esperpento de Valle-Inclán en una deformación de la realidad donde lo grotesco es la voz de cada día y la ocultación de lo relevante constituye el modus operandi, por eso es necesario hablar con claridad.

Después de no haber conseguido su objetivo por la vía electoral en julio de 2023 está en curso un golpe de estado a la portuguesa que, en el Reino de España, no pretende tan sólo acabar con las actuales políticas progresistas a favor de la mayoría social, sino vaciar definitivamente de contenido las normas constitucionales que estatuyen los derechos y libertades democráticas de la ciudadanía, además de los preceptos que garantizan las mismas.

Conseguirían así aquellos que lo impulsan reinstaurar un régimen totalitario de facto disfrazado de mayoría absoluta ejercida como partido único, en unas cámaras de representantes en las que la ciudadanía democrática carecería de representación efectiva para la defensa de los derechos del común ciudadano.

Con la colaboración del partido neo-nazi llamado Vox, esta vendría a ser una versión dictatorial que iría más allá de la ola reaccionaria de los gobiernos del PP presididos por M. Rajoy tras las elecciones de 2011; un descenso sin retorno a los infiernos del franquismo sociológico medio siglo después de su remate formal, con títeres ignaros al frente de las instituciones, simples muñecos de ventrílocuo del auténtico poder oculto detrás de la tramoya política.

Ante esta gravísima situación crítica, sólo el ejercicio por la ciudadanía de la soberanía democrática de la que ella es titular, es decir, de la democracia participativa, puede impedir la catástrofe social y política que las fuerzas antidemocráticas intentan provocar.

Es por eso que nosotros, con toda la modestia y humildad, y la consciencia plena de nuestra pequeña dimensión política y nuestras modestas fuerzas, pero también con toda la tenaz energía de las luchadoras y luchadores que nunca desertan, hacemos un llamamiento a toda la ciudadanía demócrata a movilizarse ya, en todas las formas y por todos los medios a su alcance, contra los que enmierdan la política institucional, boicotean las políticas progresistas, difaman y calumnian a quienes las ejecutan y pretenden confinar a la ciudadanía toda del estado español en un campo de concentración virtual.

La apestosa ejecutoria anticonstitucional de los partidos españoles de las derechas extremas, con la decisiva colaboración de sus cómplices en los grandes grupos mediáticos y en las altas instancias de las instituciones del poder judicial, embarcados todos ellos en una sucia guerra sediciosa de acoso y derribo contra el actual gobierno legitimado por una mayoría progresista en las Cortes del Estado, acaba de alcanzar su paroxismo.

Después de más de un lustro de ensayos previos con un CGPJ secuestrado, las fake news diseñadas con vocación de lluvia fina, la destrucción planificada de referentes políticos de la izquierda o el acoso por tierra, mar y aire de gobiernos municipales y autonómicos, parece que entramos en una escalada bélica imparable que tiene por objetivo poner en cuestión nuestra democracia. La historia no se repite, pero tiene vasos comunicantes en la espiral que nos conecta con el pasado, y en los últimos tempos se nos está poniendo cara de República de Weimar.