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Las calles gallegas tienen nombre de varón

Calle dedicada a María Josefa Wonenburger en A Coruña

Marcos Pérez Pena

Las calles gallegas no tienen nombre de mujer. Basta con salir de casa y mirar las placas de las vías por las que caminamos: aquellas que están dedicadas a alguna persona concreta se refieren, en una amplia mayoría, a varones. Es, desde luego, una muestra de la preeminencia masculina en la vida pública gallega durante los últimos años, décadas y siglos. Sin embargo, habría que preguntarse también si en los últimos años esta situación ha empezado a cambiar o si en la elección de nombres para nuevas vías construidas (o en el cambio de denominación de algunas de ellas) se sigue apostando mayoritariamente por los varones.

Las profesoras de la Universidad de Vigo, Susana Reboreda (de Historia Antigua) y Maribel Doval (Didáctica) acaban de presentar un estudio sobre el callejero de la ciudad de Ourense, un trabajo que partió de las Jornadas de Mujer y Urbanismo. Una nueva mirada sobre la planificación urbanística inclusiva, organizadas por Reboreda y Doval. En su investigación determinaron que en Ourense, de las 348 calles con nombre de persona, solo 56 son femeninos, el 16% del total. De estas 56 vías con nombre de mujer recogidas en el callejero ourensano, el 48% hacen referencia a figuras religiosas (bajo la denominación de Virgen, Nuestra Señora de o Santa) y otro 21,5% está referido “a seres mitológicos”. Sólo un 10% “alude a escritoras o humanistas” y únicamente se encontró una calle con nombre de científica y otra con el nombre de un personaje histórico femenino vinculado a la ciudad, mientras que algunas tienen nombres tan genéricos como A Marquesa o Damas. Reboreda y Doval destacan, además, que casi ninguna de las vías con nombre de mujer corresponde a los centros de actividad, de comercio o históricos de la ciudad, sino que quedan relegadas “a espacios menos visibles”.

En las mencionadas Jornadas, las profesoras elaboraron un manifiesto, junto con el medio centenar de participantes, que intentarán publicar en papel o de manera digital en colaboración con la Unidad de Igualdad de la Universidade de Vigo. En el texto le proponen a los gobiernos municipales una revisión del nomenclátor que contemple “la incorporación de nombres de oficios tradicionalmente desempeñados por mujeres (lecheras, castañeras, tejedoras, parteras, pulperas...)”, así como nombres de deportistas, de profesoras universitarias y de científicas, “colocando a la mujer en el papel que le corresponde y ofreciendo una representación simbólica de los géneros más igualitaria en la búsqueda de una ciudad inclusiva, alejada de la realidad sesgada que ofrece en la actualidad”.

Reboreda y Doval también subrayan que entre las pocas mujeres reconocidas con una calle en Galicia, destacan Rosalía de Castro, Concepción Arenal o Emilia Pardo Bazán, que sí están presentes en casi todas las urbes. Pero hay, en oposición, un olvido generalizado de todas las demás. Para la selección de estos nuevos nombres sugieren que se consulten trabajos (muchos de ellos accesibles online) que recogen las vidas y actividades de cientos de mujeres gallegas con una indiscutible importancia histórica, en sus localidades o en sus ámbitos profesionales o sociales. Es el caso de Mulleres ourensás, que recoge un importante número de referencias de mujeres vinculadas a la ciudad. O, por ejemplo, del Álbum de Mulleres del Consello da Cultura Gallega.

Otros estudios

Por desgracia, el caso de Ourense no es una excepción en Galicia, comoe n los últimos años han demostrado otros estudios. La Concejalía de Mujer de Vigo calcula que de los más de 1.400 topónimos existentes en la ciudad, entre calles, caminos, plazas y parques, solo 44 llevaban nombres “de mujer”, referidos a personas o a actividades. Por el contrario, los nombres “de hombre” superan los 300. Además, al igual que en el caso de Ourense, de esos 44 nombres, 14 correspondían a Santas y Vírgenes, 3 a la realeza (Plaza de la Princesa, Plaza de Isabel La Católica...) y otros 14 son nombres de carácter descriptivo o alusivo a actividades (Fuente de las Mozas, Finca de Doña Concha...). Tan solo 13 de los nombres (al margen de las reinas y santas) se referían a mujeres concretas. Era el caso de Concepción Arenal, Julia Minguillón, Maruja Mallo, Marie Curie, María Xosé Queizán, María do Carme Kruckenberg o Rosalía de Castro.

Desde la Concejalía se destaca que “cuando hablamos de discriminación de género, cuando hablamos de igualdad de oportunidades, también tenemos que dirigir la mirada a ese espacio/escenario de nuestras vivencias cotidianas, la ciudad donde habitamos, para construir un espacio donde habitar en igualdad”. Y se añade que “hace falta que nos reconozcamos, hombres y mujeres, como constructores y constructoras de la ciudad” y denunciaba que “la presencia de las mujeres a nivel simbólico sigue estando tremendamente desproporcionada”.

Andaina publicó en 2007 un completo reportaje sobre la presencia femenina en la toponimia urbana de Galicia. Patricia Arias Chachero destacaba que “los nombres de los espacios urbanos nos recuerdan implícita y continuamente lo que somos pero también cuáles son nuestras carencias” y señalaba que en el proceso que, con distintas velocidades, se ha ido siguiendo en los últimos años de “introducir nombres de figuras destacadas de la cultura gallega” o de “recuperar las designaciones tradicionales”, las mujeres “no salimos nada bien paradas”. Concluía que “en los callejeros de villas y ciudades somos pocas, muchas veces anónimas y en demasiadas ocasiones relacionadas con roles femeninos de carácter marcadamente tradicional”.

La autora analizó el nomenclátor de varias de las ciudades de Galicia y subrayaba, por ejemplo, que en aquel momento de las más de 400 calles de Pontevedra, apenas 17 tenían nombres de mujer, el 4%, mientras que el 43% estaban atribuidas a varones. En Lugo, 31 calles rendían tributo a una mujer, mientras que más de 170 se dedicaban a hombres. En A Coruña, entre las más de mil calles, solo el 6% tenía denominación femenina. En este caso destacaba que en la ciudad sí había una mayor diversidad que en otras urbes, con calles dedicadas a Sofia Casanova, a la musicóloga Mª Luisa Durán Marquina, a la actriz María Casares, a Inés de Castro, a la innovadora pedagógica María Barbeito, a Marie Curie, María Zambrano, Indira Gandhi o Mariana Pineda. Pero, al igual que en otros lugares, también aparecían las vírgenes, las santas y los seres fantásticos (Calle de la Sirena, el Lugar de la Mora), todo ello en un océano de nombres masculinos, entre ellos los de 19 alcaldes (varones, por supuesto).

¿Está cambiando la situación?

Y ¿qué sucede en la actualidad? ¿Se está revirtiendo esta situación, escogiendo mujeres para ser recordadas cuando se inaugura una nueva vía o cuando se le cambia el nombre a una ya existente? Hace unas semanas se inauguraba en A Coruña la calle María Wonemburger, dedicada a esta matemática fallecida el pasado mes de junio. El pleno municipal había aprobado ya en 2010 ela concesión de una calle a esta importante algebrista. Sin embargo, hubo que esperar a su fallecimiento para que la decisión se hiciera efectiva. Muchos gobiernos municipales se han comprometido a reconocer a más mujeres bautizando algún elemento del callejero con sus nombres, pero este compromiso no siempre se lleva a cabo.

En 2012, el Ayuntamiento de Santiago aprobó una propuesta de nombres para designar un amplio conjunto de vías que aún no tenían una denominación oficial. La propuesta, compuesta por 29 nombres propios, solo incluía dos casos nombres de mujeres: el de las Hermanas Fandiño Ricart, “as Marías”, y el de la escritora Elena Quiroga de Abarca. Más recientemente, Sanxenxo aprobó nuevas denominaciones para 30 espacios de la villa, con una presencia femenina casi inexistente.

En Lugo, el Ayuntamiento inició en 2012 el procedimiento para rebautizar ocho calles que hasta ahora estaban dedicadas a distintas figuras relacionadas con la dictadura franquista. Entre los nombres propuestos para las nuevas denominaciones (uno de ellos, el muy polémico de Manuel Fraga) no figuraba el de ninguna mujer. La Asociación Enriqueta Otero recordó en 2011 que en la ciudad lucense tan solo 25 de las 210 calles con denominación onomástica tienen nombre de mujer. La entidad realizó una acción reivindicativa e hizo una propuesta concreta con un listado de mujeres que le podrían dar su nombre a vías en la ciudad: Dionisia López Amado, Emilia Naveiras Fernández, Sofía Casanova, Clara Campoamor, Dolores Ibárruri, Rosalind Franklin o Clara Zetkin, entre otras.

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