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“El equilibrio no es imposible y la unidad popular es necesaria”

Noriega, en el despacho de la Alcaldía de Santiago / Óscar Corral

David Lombao

Martiño Noriega lleva apenas una semana al frente del Ayuntamiento de Santiago. Desde el enorme despacho de la Alcaldía, en el Pazo de Raxoi, combina la resolución de asuntos cotidianos acumulados, como documentos pendientes de firma, con unas primeras medidas que, afirma, son simbólicas“ pero no ”estéticas“. Mientras negocia con el resto de grupos la nueva organización municipal, que también permitirá el funcionamiento a pleno rendimiento de las áreas del gobierno, Noriega asegura ser consciente de que Compostela Abierta tiene ”un mandato de tal magnitud“ que lo ”obliga a estar absolutamente entregado a la ciudad“. [Entrevista realizada originalmente en gallego]

¿Qué tal lleva el aterrizaje en el Ayuntamiento?

Estoy contento, en la medida en que hemos sido capaces, en el proceso de salida de un gobierno y de entrada de otro, de dar el relevo y de que esto no repercuta en las cuestiones ordinarias del Ayuntamiento. Acabo de comentarlo con los habilitados del Ayuntamiento, que reconocen que el relevo ha sido bueno. Más allá de eso, son días de toma de contacto con el personal municipal, presentaciones, atención a los medios... Las jornadas son intensas y agotadoras, pero lo asumimos.

En el reparto de áreas que ya han realizado, usted asume áreas como lengua, participación y personal. ¿Por qué?

En el reparto de áreas lo primero que asumimos es la realidad de que heredamos un presupuesto aprobado por el PP, con una estructura definida. Al menos en la cuestión funcional intentamos ajustarnos a ese presupuesto para poder operar y no quedarnos paralizados mientras trabajamos ya en un presupuesto participativo para 2016. Hemos cambiado las denominaciones porque no son secundarias, también intentan transmitir el cambio político de fondo. Cambiamos Seguridad por Convivencia: ¿por qué? Porque tanto la Policía Local como los bomberos y protección civil también tienen esa función. Son cosas sutiles, como la cuestión de los derechos animales. En mi caso, tenemos el compromiso de normalizar la relación con el personal público; somos conscientes de que ha existido una fuerte crispación por el incumplimiento de lo negociado sindicalmente y por el plan de ajuste posterior. Otra voluntad es la cuestión de la participación, que fue una bandera durante la campaña y pretendemos que lo siga siendo. Ese es el motivo por el que, al menos en esta primera etapa, ligamos estas áreas a la Alcaldía. Después, una cuestión como la idiomática entendemos que tiene que tener transversalidad y por eso pensamos que tiene que ligarse a la Alcaldía. 

La participación ciudadana estuvo muy presente en su campaña. Existen fórmulas conocidas, como los presupuestos participativos y otras que todavía no se han ensayado. ¿Cómo van a materializar esas propuestas?

Reactivaremos canales que ya existían y que están esclerotizadas, como los consejos sectoriales y el Reglamento de Participación Vecinal para que la gente acceda a la institución, más allá de poner en marcha medidas de transparencia para los plenos, por ejemplo. También hay que buscar otro canal asentado en la desinstitucionalización y en la democracia directa, en las rondas periódicas territoriales. Hay un proceso de ensayo en la propia campaña, en la que acudimos a parroquias y barrios con el compromiso de volver al menos una vez al año para rendir cuentas, recoger propuestas, ser pedagógicos y conocer los lugares y a la gente que vive en ellos. En la medida en que la gente vea la utilidad de esos encuentros, van a generar retorno positivo. Y me parece un paso previo necesario antes de afrontar con garantías un proceso de presupuestos participativos. A veces lo sencillo, como la democracia directa, es lo más fácil y rompe muchas barreras.

En estos primeros días usted ha protagonizado varios gestos, como el paso del bastón de mando o la mención a Ánxel Casal [alcalde republicano y galeguista fusilado por los franquistas]. Dice el anterior alcalde que esto es muestra del “postureo” que va a caracterizar su gestión.

Este tipo de medidas asentadas en el simbolismo también tienen carga de profundidad. No son estéticas. Definir un perfil laico de las instituciones, abrir las instituciones a la ciudadanía y compartir con ella rituales que estaban encastillados en la institución, racionalizar estructuras, salarios y personal de confianza, caminar por la ciudad... Todo esto tiene carga de profundidad y se asienta en un simbolismo demandado por la ciudadanía, en la necesidad de que quien ostente el rol de representación sea un vecino más. Esa necesidad de acercar la institución al vecindario no es secundaria y fue uno de los motivos que a nosotros nos llevó a estar aquí. Si él entiende eso como postureo es que todavía no entiende por qué perdió las elecciones.

En su campaña también estuvo muy presente a posibilidad de remunicipalizar servicios. ¿Ya han ponderado en qué áreas es posible o qué contratos están más próximos a su final?

A través de la responsable de contratación hemos solicitado un informe sobre la duración de los contratos para hacer una composición de lugar. No es lo mismo iniciar una remunicipalización cuando un contrato termina dentro de dos años que si lo hace en unos meses o dentro de cuatro o cinco años. Donde sea posible y viable y tengamos tiempo para hacerlo, la voluntad es recuperar servicios. Donde no sea posible por una cuestión de tiempo estableceremos mecanismos de fiscalización; la institución no puede mirar hacia otro lado y no puede ser que las empresas incumplan pliegos y aquí no pase nada mientras aumenta el beneficio por la puerta 'b'.

¿Dificulta la reforma local este tipo de procesos? Por ejemplo, en el ámbito del personal, no pueden realizar las contrataciones que consideren oportunas.

Mucho. Es un corsé. Los ayuntamientos están intervenidos desde 2012 y eso obliga la que cualquier remunicipalización tenga que buscar amparo jurídico. Por mi experiencia en el Ayuntamiento de Teo, en el proceso de remunicipalización del agua, sé que hay que buscar fórmulas que no son las ideales, como buscar mecanismos de personal laboral temporal, porque el propio marco no permite hacer contratación indefinida. 

En estos días se habla mucho de una Marea Galega. ¿Cómo ve esa posibilidad y el papel que pueden tener los alcaldes en el proceso?

Asumimos el simbolismo de los procesos como facilitadores. La carga de trabajo nos limita mucho, pero por nosotros, por Compostela Aberta, por la Marea Atlántica o por Ferrol en Común no va a quedar que eso pueda ser posible. Pero, siendo facilitadores, es importante saber que hemos llegado aquí tras un proceso de acumulación de fuerzas también de la izquierda social, con un lugar de encuentro en la participación. Y a otros niveles hay que perfilarlo, porque no es tan fácil de hacer como a nivel local. Nosotros tendremos que ser facilitadores y los partidos, generosos. La cuestión es compleja, pero el equilibrio no es imposible y la unidad popular y la marea es necesaria. Donde esto se da, hay una gran capacidad para cambiar hegemonías.

Dentro de este ámbito hay posturas de ilusión pero también posturas críticas en las que se incluyen las que indican que usted se va a marchar del Ayuntamiento de Santiago para concurrir a las elecciones gallegas...

El mandato de las vecinas y vecinos ha sido de de tal magnitud que me obliga a estar absolutamente entregado a la ciudad, no se entendería que hiciera otra cosa que estar a la altura de este reto. Con absoluta sinceridad: no contemplo ninguna otra posibilidad que ser capaz de demostrar que podemos cambiar políticas de fondo. Ese es mi reto, hacerlo desde la capital del país. Es un reto de suficiente entidad como para no andar en otras cosas.

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