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Pacientes registran en vídeo el caos de las urgencias en el hospital bajo el mando de la prima de Feijóo

Captura de un vídeo en el que se ven los pasillos de urgencias del Hospital Clínico de Santiago llenas de pacientes.

Beatriz Muñoz

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La Asociación de Pacientes e Usuarios do CHUS (Complexo Hospitalario Universitario de Santiago) va casi a diario a documentar la situación en el servicio de urgencias. El panorama en el hospital compostelano, bajo el mando de la prima de Alberto Núñez Feijóo, Eloína Núñez, es el que se puede ver en los vídeos que acompañan a esta información: pacientes que esperan horas -hasta nueve- en los pasillos a que los atiendan y que después, si tienen que quedarse ingresados, permanecen también durante horas en las zonas de trabajo hasta que hay una cama libre para ellos. Los espacios se saturan y los profesionales no pueden utilizarlos para seguir viendo pacientes. “Horrible” es la respuesta que da una de las profesionales de este servicio cuando se le pregunta cómo es el día a día camino del pico de infecciones respiratorias. Las impresiones se repiten en las urgencias de otros hospitales gallegos y el sindicato mayoritario entre los trabajadores sanitarios, la CIG, critica lo que califica de falta de previsión de la Xunta y la saturación de la atención primaria, dos cuestiones que considera que están detrás de un colapso que no remite desde hace semanas.

El martes 2 de enero, había en los pasillos de las urgencias del hospital de Santiago 56 pacientes que tenían su ingreso firmado, pero no una cama en planta, por lo que seguían en el espacio de trabajo de urgencias, según la delegada de prevención del sindicato médico O'Mega, Fátima Nercellas, que añade que ese mismo día había 27 enfermos clasificados como graves “en el pasillo de entrada y aledaños” sin recibir atención porque los profesionales y los medios no son suficientes. La Xunta reaccionó de inicio pidiendo, por boca del presidente, Alfonso Rueda, “sentidiño” a la hora de ir a urgencias. En medio de las quejas crecientes y las imágenes de servicios desbordados, el Gobierno gallego ha decidido negar que haya un colapso, señalar al pico de la gripe, que calcula que está a punto de alcanzarse, e informar a diario de los números de las urgencias atendidas en los hospitales del Servizo Galego de Saúde (Sergas). El boletín del miércoles indica que el 2 de enero fueron 2.898 de adultos, de las que casi una de cada cinco conllevaron un ingreso en planta, y 624 pediátricas. En conjunto, recalca Sanidade, son un 1% más que el mismo día de hace un año. Y añade que el número de personas ingresadas por o con gripe es en Galicia de 925. Por o con COVID, son 173.

El Sergas ha activado planes de contingencia en las siete áreas sanitarias para “dar respuesta a la mayor demanda asistencial en esta época del año”. Unos planes que “por supuesto que se modulan en función de las necesidades”, señala la Consellería de Sanidade en respuesta a las preguntas de esta redacción. “El supuesto plan de contingencia aquí no lo vemos”, replica Fátima Nercellas. Manuel Moreira, responsable de CIG-Saúde, dice que los profesionales no están notando un refuerzo de personal. Lo atribuye en parte a las libranzas previstas para estos días, habituales en estas fechas, y a la poca anticipación de la Xunta, pese a lo “previsible” de la situación. Moreira cree que el único efecto de ese plan de las autoridades sanitarias gallegas ha sido que se han pospuesto algunas operaciones que el Sergas considera no urgentes y el personal y los recursos -habitaciones, camillas- se están destinando a atender en planta a personas que entran por urgencias.

Nercellas insiste en que, pese a las quejas que ha presentado a los responsables del hospital compostelano, la situación es “todos los días igual”. Ante el colapso “a los que dirigen esto se les ocurre como solución abrir otro pasillo con [pacientes] pendientes de ingreso poniendo a una enfermera y una auxiliar con una mesa de ruedas para sujetar los papeles”. “Un nuevo ejercicio de irresponsabilidad”, zanja y califica a los gestores y políticos de “inútiles, en el sentido de no útiles al paciente y al trabajador”. En Santiago, continúa, las instalaciones del hospital Gil Casares están “en ruinas”, lo que resta al sistema entre 30 y 40 camas. El colapso es peor que en años anteriores, según Nercellas, que señala que llegaron a acumularse 40 pacientes graves en el pasillo. Este miércoles había 55 personas pendientes de que las pasasen a planta en urgencias. Y eso, dice, supone bloquear ese servicio y que los profesionales no tengan espacio físico para trabajar.

Las quejas de pacientes y acompañantes se multiplican estas semanas. La Asociación de Pacientes e Usuarios do CHUS, que ha grabado los vídeos que acompañan a esta información, recoge casos particulares que considera especialmente graves. Uno de ellos es el de Mary Luz García, que fue al hospital compostelano con su padre, una persona “dependiente, con secuelas de un ictus”. Llegaron el día 26 de diciembre en torno a las 17:00 y tardaron nueve horas el atenderlo, relata. “No había sillas de ruedas para bajarlo del coche, tuvimos que esperar por una. Dentro de la sala había como cien personas”, cuenta. Una hora después pasaron el triaje y los llevaron a la zona de los boxes, en donde esperaba gente en los pasillos en sillas y en camillas. A su padre, continúa, ni le dieron camilla ni le hicieron ninguna prueba hasta las 3:00. “Y, como él, la inmensa mayoría, sobre todo gente mayor, algunos con demencia, pasaron horas y horas allí”, indica.

El responsable de CIG-Saúde apunta también hacia los problemas en atención primaria y las demoras para conseguir cita con los médicos de cabecera para explicar los colapsos en urgencias. Además de quienes recurren a este servicio ante la perspectiva de tener que esperar una semana para que los vea el profesional de primera, el sindicalista señala que hay pacientes que, con la saturación de los médicos de familia, tiene menos seguimiento y, con una infección respiratoria, “se descontrolan y llegan a urgencias ya con una neumonía”. “Que esto iba a pasar [el incremento de la demanda] lo sabíamos desde principios de diciembre, pero La Xunta puso en marcha los planes de contingencia ahora”, expone. Los indicios de que la temporada sería complicada estaban en que este es el primer invierno sin mascarillas en ningún entorno -hace un año aún se requerían en el transporte público- y en una campaña de vacunación contra la gripe y la COVID que considera que no tuvo suficiente difusión. También critica que “no hay refuerzo de nada” ahora porque en estas fechas muchos profesionales están de días libres.

Ambulancias bloqueadas en los hospitales

La cadena del colapso traslada los efectos a otros servicios. En la Costa da Morte, CCOO denuncia que se están utilizando vehículos convencionales para atender urgencias en lugar de ambulancias porque estas se quedan bloqueadas durante horas en los hospitales: no hay camilla a la que trasladar al paciente y este permanece en la del vehículo. Daniel Vázquez, integrante de este sindicato, señala que lo más complicado es en la época de frío y empeora en Navidad. “Todos los años pasa y este, más, con el repunte de la gripe A”, afirma.

Las esperas en el 061, dice, se repiten cada año: “Una ambulancia no puede quedar libre porque está la camilla ocupada y hay falta de camillas. Hay momentos en los que hay que esperar dos horas y pico para que quede libre. Hablamos de urgencias, no de servicios programados”. Vázquez insiste también en la falta de planificación. La denuncia no es nueva y la situación es “previsible”, señala y denuncia que se refuerza la centralita para atender llamadas en estas fechas, pero no el número de vehículos.

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