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CRÓNICA

La Asamblea de la ONU responde a la bronca de Trump con la defensa de un mundo basado en reglas

Nueva York —
23 de septiembre de 2025 22:40 h

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Trump ha venido a la Asamblea General de la ONU a reñir al mundo. Y el mundo le ha respondido con una cerrada defensa del multilateralismo, las reglas internacionales y la apuesta por las instituciones globales. El presidente del país más poderoso del planeta se ha situado al margen de todo tipo de acuerdos multilaterales forjados en las últimas décadas. Y está encantado de ello. En su primer discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas después de regresar a la Casa Blanca, no se ha guardado nada: durante casi una hora ha hecho apología del negacionismo climático, ha acusado a la ONU de financiar invasiones –en alusión a la ayuda humanitaria a migrantes–, ha pedido el Nobel de la Paz para él mismo; y no ha tenido tiempo de hacer ninguna crítica a Israel, pero sí de acusar de “premiar a los terroristas de Hamás” a los países que han reconocido Palestina desde el 7 de octubre de 2023. Un discurso, en realidad, que parecía pensado, sobre todo, para sus votantes.

Trump II es cada vez más una continuación de Trump I: todo aquello que se quedó con ganas de hacer, lo está haciendo ahora a toda velocidad. A tanta velocidad que es imposible digerirlo todo, asumirlo, racionalizarlo. El presidente de EEUU es capaz de cualquier cosa, pero siempre con dos ejes: presumir de lo que hace y descalificar lo que hacen los demás. Incluso con mentiras, las mentiras son incalculables, no da tiempo siquiera a que los desmentidos lleguen a la población: su gente, eso sí, se lo cree todo, a pies juntillas.

Por ejemplo, ¿quién en su sano juicio puede creerse que el alcalde de Londres quiera imponer la sharía, la ley religiosa musulmana? Pues Trump no solo se lo cree, sino que ha difundido el bulo en la Asamblea General de Naciones Unidas: “Miren, Londres, donde el alcalde es de lo peor. Londres ha cambiado tanto, tantísimo, que ahora quieren imponer la sharía”.

Trump contra el mundo. Y, en particular, contra los supuestos aliados europeos. “Sus países se están yendo al infierno”, ha clamado ante la Asamblea General. ¿Y por qué? Porque no asumen sus políticas xenófobas con la migración y luchan contra el cambio climático. Pero, claro, la migración para Trump es una invasión alentada por los organismos multilaterales, y el cambio climático, según ha dicho este martes, es “la mayor estafa jamás perpetrada contra el mundo”: Y añadió: “Todas estas predicciones de Naciones Unidas y muchos otros, a menudo por motivos espurios, resultaron erróneas”.

Y, ante ese ataque de Trump, el mundo le ha ido respondiendo, salvo su amigo Javier Milei, a quien ha apoyado como presidente argentino. En realidad, como se ve en las votaciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General sobre Israel y Palestina, EEUU está muy solo en el mundo, con Israel, Argentina, Hungría y un par de islas pequeñas del Pacífico.

El propio secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha alertado de que “los principios de las Naciones Unidas están bajo asedio, los pilares de la paz y el progreso están tambaleándose bajo el peso de la impunidad, la desigualdad y la indiferencia; naciones soberanas se ven invadidas, el hambre se convierte en arma, la verdad se silencia, las ciudades bombardeadas ven cómo arden; el odio va en aumento en las sociedades fracturadas, los niveles del mar siguen aumentando hasta tragarse las costas: son alertas. Son preguntas todas ellas que nos llevan a pensar ¿Qué tipo de mundo elegiremos? ¿Un mundo donde la fuerza ruda impere o un mundo de leyes? ¿Un mundo que solo piense en los intereses propios o un mundo en que las naciones trabajen juntas? ¿Un mundo donde la fuerza impere o un mundo de derechos para todos?”

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, el lunes, en una conferencia ante estudiantes en la Universidad de Columbia, había expuesto una visión del mundo antagónica a la de Trump: “Cuando el poder puro reemplaza a las reglas, surge la inestabilidad, crece la incertidumbre, aumentan los costes y se multiplican los conflictos. Las reglas son lo que hacen posible la cooperación: defenderlas no solo es lo justo, sino también la única manera de evitar el caos. Es necesario mantener un orden internacional basado en reglas y fortalecer el multilateralismo”.

Y la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España, Sara Aagesen, ha dicho en la sede de la ONU: “Seguimos apostando por nuestra visión, es la visión unida por parte de la Unión Europea, donde queremos seguir trabajando de la mano del secretario general Guterres, con la Unión Europea y en la defensa de este proceso multilateral abierto de cooperación”. Y este es el mensaje que el Gobierno espera del rey ante la Asamblea General. Ya el día antes, el lunes por la noche, en una recepción en la residencia del embajador ante la ONU, Héctor Gómez, dijo Felipe VI: “Es un momento de enorme trascendencia para la diplomacia multilateral, un momento crucial que no admite vacilaciones, que exige de todos una cooperación firme, solidaria, eficaz. Hace 80 años la humanidad conoció lo peor de lo que es capaz, pero también expresó su voluntad decidida de construir una convivencia en paz basada en el respeto de los derechos humanos”.

En ese sentido, ha dicho el presidente francés, Emmanuel Macron:“Los críticos más severos con la ONU son aquellos que quieren cambiar las reglas del juego; quieren dominar. Pero no queremos que prevalezca la ley del más fuerte. Ese es el riesgo”.

En esta línea también se ha expresado el presidente de Brasil, Lula da Silva, quien ha denunciado el “desorden internacional” creado por Trump, a raíz también de la injerencia y “ataque” de EEUU a la soberanía brasileña por la campaña de la Casa Blanca a favor del expresidente Jair Bolsonaro y la aplicación de aranceles extraordinarios contra Brasil.

“No hay justificación para medidas arbitrarias”, ha dicho Lula: “El autoritarismo se fortalece cuando nos sometemos a la arbitrariedad, fuerzas antidemocráticas intentan subyugar a las instituciones y sofocar las libertades”.

En relación con Israel, al que no ha mencionado Trump en su discurso, Gabriel Boric, presidente de Chile, ha sido elocuente: “No quiero ver a [Benjamín] Netanyahu destrozado por un misil junto a su familia, quiero ver a Netanyahu y a los responsables del genocidio contra el pueblo palestino enfrentados a un tribunal de justicia internacional”.

“Invito a las naciones del mundo y a sus pueblos sobre todo, como parte de la humanidad, a unir ejércitos y armas. Hay que liberar a Palestina”, señaló por su parte el presidente colombiano, Gustavo Petro, quien instó a crear un “ejército poderoso de los países que no aceptan el genocidio. Es la hora de la espada, de la 'libertad o muerte' de Bolívar, porque no solo van a bombardear a Gaza, no solo al Caribe como ya lo hacen, sino a la humanidad”.

El presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, por su parte, afirmó que, en el contexto actual, la Declaración Universal de los Derechos Humanos “constituye un manifiesto revolucionario”.

El presidente surafricano, Cyril Ramaphosa, una de las personas menos queridas por el presidente de EEUU, entre otras cosas por impulsar la denuncia internacional contra Israel por genocidio, ha señalado que “el comercio está ahora siendo usado como arma contra varios países del mundo”, en referencia a la guerra comercial mundial desatada por Trump: “El comercio es uno de los instrumentos más importantes para movilizar recursos domésticos para el desarrollo. Es preocupante que los choques geopolíticos y la volatilidad sin precedentes de la política comercial estén desestabilizando la economía mundial y poniendo en peligro una fuente fundamental de financiación para el desarrollo”.

Trump ha impuesto aranceles del 30% sobre las exportaciones sudafricanas, el gravamen más alto impuesto por Washington a un país del África subsahariana. Ramaphosa, además, ha defendido el multilateralismo frente al discurso de EEUU:“Deben defenderse más que nunca los valores y propósitos de Naciones Unidas”.

Trump está peleándose con todo el mundo. Es el más fuerte. Pero está por ver que pueda ganar, y cuánto pierde por el camino frente a una comunidad internacional que intenta responder a la bronca del presidente de EEUU con la defensa de un mundo basado en reglas.