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Chile regresa a la casilla de salida con la Constitución heredada de Pinochet, ¿y ahora qué?

Ciudadanas acuden este domingo a votar en la jornada del plebiscito constitucional, en el Liceo 1 en Santiago.

Sonia Donoso

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Tras más de cuatro años de camino, Chile regresó este domingo a la casilla de salida después de rechazar por segunda vez consecutiva una propuesta de Constitución para intentar sustituir a la actual, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. El país se convierte, así, en el primer del mundo en acumular dos procesos constituyentes fallidos, con solo un año y tres meses de diferencia entre ambos plebiscitos.

Las elecciones constitucionales, en las que la ciudadanía ha elegido por un 55,7% de los votos mantener la carta magna vigente y descartar una propuesta de texto empujada por la ultraderecha y la derecha tradicional, han culminado un proceso iniciado con el estallido social de 2019. Un 44,2% ha votado a favor de la nueva norma y la participación, que era obligatoria por ley, ha alcanzado el 84,4%. 

“Durante nuestro mandato se cierra el proceso constitucional: las urgencias son otras”, dijo el presidente, Gabriel Boric, al final del escrutinio. Aunque el texto no era de su agrado, el mandatario evitó tomar partido en público por ninguna de las dos opciones, a pesar de que los partidos de su coalición hicieron campaña en contra del nuevo texto. “El país se polarizó, se dividió y el proceso constitucional no logró canalizar las esperanzas de tener una nueva constitución redactada para todos. La política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile”, concluyó el gobernante.

El dilatado recorrido constitucional ha dejado dos intentos de cambio fracasados y radicalmente opuestos: el primero, finalizado en septiembre de 2022, avecinaba un giro de tendencia progresista, y este segundo apuntaba hacia un vuelco conservador. “En el fondo, todo lo ocurrido estos cuatro años ha sido tiempo perdido porque ni la izquierda, en su momento, ni la derecha, ahora, fueron capaces de generar un texto que convocara a la mayoría de la población”, dice a elDiario.es Jaime Baeza, periodista y politólogo de la Universidad de Chile. “La mayoría no se sintió vinculada a este proceso”. 

Castigo a la institucionalidad

El dilatado recorrido desde 2019, que se alargó por la pandemia y por la convocatoria de un segundo intento, terminó provocando “desinterés, hastío y fatiga constitucional tanto por el proceso constituyente en sí como por la clase política”, explica a elDiario.es la integrante de la Red de Politólogas Javiera Arce.

Los votos nulos y blancos de esta votación (juntos suman casi el 5%) más que doblaron las cifras del plebiscito anterior, y las excusas presentadas ante la Policía (unas 350.000) por no acudir a las urnas y evitar el pago de una multa han triplicado las de 2022.

La lectura de todo ello puede interpretarse como un voto de castigo a la institucionalidad. “La clase política no supo entender que lo que mucha gente quería, en realidad, más que un cambio radical del sistema político era mejorar el acceso a derechos y resolver la desigualdad”, dice Baeza. A su juicio, el triunfo del rechazo contra el nuevo texto no significa “en ningún caso” un apoyo a la gestión de Boric, “sino más bien un rechazo al texto en sí”.

Un escenario “sombrío” para el Gobierno

Con la lupa puesta en las elecciones municipales del próximo año y las presidenciales de 2025, el resultado del plebiscito ha dado un poco de oxígeno al Gobierno. “Ganó un poco de margen de maniobra para poder avanzar”, dice Arce. Para ella, el Ejecutivo quedaba debilitado “fuese cual fuese el resultado” por la disyuntiva que las fuerzas progresistas chilenas se han visto obligadas a afrontar en estos comicios: elegir entre una Constitución que repudiaron durante décadas y a la que acusaban de falta de legitimidad de origen o quedarse con un nuevo texto considerado por muchos “un retroceso” y “una pérdida de derechos adquiridos”. 

“A pesar del resultado, el escenario para la coalición de Gobierno es bastante sombrío”, coincide Baeza. Ante tal paradoja, la izquierda y el centroizquierda se agarran ahora a la posibilidad de reformar la carta fundamental vigente gracias a una norma que se aprobó hace un año y que rebaja las mayorías necesarias en el Congreso para eso. 

“La incertidumbre que despertaba este proceso ha impedido al Gobierno avanzar en sus reformas principales”, como la de pensiones, el nuevo pacto fiscal para una reforma tributaria, o la de salud, explica a este medio Jeanne Simón, académica de la Universidad de Concepción. Según su análisis, el nuevo escenario, sin el recorrido constitucional en el horizonte, “podría favorecer algunos avances o, al menos, ir negociando dentro de un contexto mucho más seguro”.

En su discurso este domingo, el presidente ya deslizó sus intenciones de persistir en las reformas clave que, a dos años del fin de su mandato, aún están por implementar. “He mandatado a mi gabinete a retomar cuanto antes el trámite legislativo de la reforma de pensiones y el pacto fiscal; y redoblar la gestión en seguridad para ganar la batalla a la delincuencia, el narco y el crimen organizado”.

Reorganización en las derechas

El líder de la extrema derecha, José Antonio Kast, que se atrincheró a favor de la nueva propuesta, reconoció este domingo la derrota y expresó su “esperanza” de que con la elección “se cierre una etapa triste de la historia de Chile” y también “el ciclo de discusión constitucional”. Una eventual candidatura de Kast de cara a la elección presidencial salió “más debilitada” con esta votación, en palabras de Simón.

Para las analistas, el Partido Republicano, que él conduce y que disputa el liderazgo del bloque conservador a la derecha tradicional de la coalición Chile Vamos, perdió fuerza a favor de estos últimos. “Finalizó la hegemonía del Partido Republicano de Kast, que solo tuvo una alta representación en el Consejo Constitucional (23 de los 50 miembros) y que tiene una discreta bancada en el Congreso (12 diputados y un senador)”, explica Javiera Arce. Sin embargo, para Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca, el porcentaje obtenido a favor de la propuesta defendida por la extrema derecha, cercano al 45%, le da margen para “sacar cuentas alegres” a pesar de haber perdido el plebiscito. “Le da una base mínima para enfrentarse a las elecciones locales de 2024”, dice a elDiario.es. 

Kast había asegurado que podría dar un giro a los pronósticos de las encuestas, que vaticinaban el fracaso del nuevo redactado sin excepción alguna. Este lunes, en cambio, ha tenido que admitir “no haber sido capaz de exponer los puntos importantes del texto” y ha señalado que también han afectado “las divisiones” dentro de su propio sector. La facción liderada por el senador Rojo Edwards se desmarcó y llamó a votar en contra de una propuesta “de Estado socialista de derecho”. El sello conservador, para el parlamentario, se imprimió demasiado poco en el texto.   

En opinión de Arce, ahora se producirá “cierta reorganización en las derechas” y la coalición de la derecha histórica “volverá a reclamar su espacio”. Todo apunta que lo hará a través de la alcaldesa Evelyn Matthei, gobernante de Providencia –un barrio acomodado de la capital– que se perfila como posible candidata presidencial. El cierre del proceso constituyente abrió la carrera para llegar a La Moneda, una posibilidad que los conservadores creen acariciar.

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