Lo que tenía que ser una rueda de prensa cordial y de puro trámite se ha convertido en un debate nacional sobre inmigración y seguridad. El pasado 14 de octubre, el primer ministro de Brandeburgo, el socialdemócrata Dietmar Woidke, recibió al canciller federal alemán, Friedrich Merz. Era una reunión protocolaria entre el jefe del Gobierno federal alemán y un jefe de Gobierno de un estado federado, una cita habitual en un país tan descentralizado.
Tras un encuentro bilateral, ambos mandatarios ofrecieron una rueda de prensa conjunta de unos 15 minutos en la que atendieron a las preguntas de la prensa. En un ambiente distendido entre dos políticos de los partidos que conforman hoy la 'gran coalición' gobernante a nivel federal, Merz y Woidke fueron respondiendo a diversos temas. Hacia el final, un periodista de una radio pública preguntó a Merz sobre la intención de voto de la ultraderecha de AfD, que en Brandeburgo ronda el 30% y en toda Alemania, el 26%.
“Hace siete años usted se propuso que AfD perdiera la mitad de los votos. Actualmente, tiene el doble de intención de voto que entonces. ¿Cuál es su programa para solucionar este problema?”, preguntó el reportero. Merz, visiblemente incómodo, comenzó una larga argumentación sobre el desarrollo de Alemania y del mundo desde 2019 que culminó con las siguientes frases: “Hemos avanzado mucho en migración. Hemos conseguido reducir las cifras un 60% entre agosto de 2024 y agosto de 2025. Pero todavía tenemos este problema en el paisaje urbano (Stadtbild), por eso el Ministerio del Interior está haciendo posibles expulsiones a gran escala”.
“Pregúntele a sus hijas”
Es difícil concluir si la elección de la palabra “Stadtbild”, que implica una correlación entre la apariencia supuestamente migratoria de las personas y problemas como la delincuencia o la suciedad, fue casual o calculada. En todo caso, las declaraciones de Merz fueron tildadas de peligrosas y racistas por sus rivales políticos y desataron un debate nacional sobre la migración y la xenofobia en pleno ascenso de AfD en las encuestas electorales, en las que la ultraderecha pelea desde hace semanas con la unión conservadora de la CDU-CSU por la primera plaza.
La vinculación de inmigración con delincuencia, uno de los ejes discursivos de AfD que ahora asume parcialmente Merz, no pasa un análisis riguroso. Como apunta un informe del instituto económico Ifo publicado el pasado febrero, la sobrerrepresentación de ciudadanos extranjeros con delitos en las estadísticas policiales tiene que ver con las diferencias regionales y los contextos socioeconómicos, y no con el origen de las personas. Las grandes concentraciones urbanas con mayores índices de pobreza y desempleo –donde suelen vivir grandes cantidades de personas migrantes por una cuestión de recursos– presentan mayores tasas de criminalidad de ciudadanos extranjeros, pero también de ciudadanos alemanes.
“En el periodo entre 2018 y 2023 no se aprecia relación alguna entre la variación en la proporción de extranjeros en la región y su tasa de criminalidad local”, concluye el informe del Ifo, que desmonta la correlación entre migración y delincuencia, y advierte del daño que provoca el discurso antimigratorio en una economía con graves problemas demográficos que encadena tres años en recesión.
10 días después de la conferencia de prensa que provocó el debate, Merz volvió a comparecer ante los periodistas, esta vez en la sede central de la CDU en Berlín y después de un fin de semana de deliberaciones con la cúpula democristiana sobre qué hacer con el cordón sanitario respecto a AfD, dado el creciente número de voces dentro del conservadurismo alemán que defienden repensar la estrategia de aislamiento institucional y político de la ultraderecha.
Solo por razones de sensibilidad histórica, un canciller más culto habría evitado este tipo de problemas lingüísticos
Merz insistió que el muro de contención o Brandmauer sigue en pie y lanzó el siguiente mensaje: el principal rival de la ultraderecha es la CDU-CSU. Preguntado sobre si consideraba pedir perdón por el uso de la expresión “paisaje urbano” para referirse a los inmigrantes, el canciller se negó a retirar la palabra o corregirla, y añadió “pregúntele a sus hijas”, dejando a entender que las mujeres jóvenes son las que sufren más los problemas derivados de la inmigración irregular.
El periodista Sebastian Friedrich, profundo conocedor de la ultraderecha alemana de AfD sobre la que lleva años publicando, estaba presente en esa segunda rueda de prensa. Según él, el uso de la palabra Stadtbild puede ser considerado “un desliz, que luego se convierte en un desliz calculado”. Merz asume el debate generado involuntariamente por la palabra y lo integra dentro de su estrategia para recuperar votos de la ultraderecha asumiendo parte de su dialéctica antimigratoria. “Merz mantiene una distancia formal con AfD y, al mismo tiempo, intenta robar a la ultraderecha parte de su contenido. No sé si recomendaría otra cosa a la CDU si yo fuera asesor político. Sea como esa, esa estrategia está condenada al fracaso”, concluye Friedrich.
El politólogo Andreas Püttmann añade perspectiva histórica al análisis del uso de la palabra Stadtbild: “Solo por razones de sensibilidad histórica, un canciller más culto habría evitado este tipo de problemas lingüísticos, pues en 1941 Goebbels escribió en su diario: 'Ellos [los judíos] no solo afean el paisaje urbano, sino también el ambiente”. El ministro de propaganda de Adolf Hitler usó entonces la palabra Straßenbild, incómodamente similar a la elegida por Merz para hablar hoy de los inmigrantes.
Provocaciones reiteradas
No es la primera vez que Merz genera titulares con declaraciones polémicas o provocativas respecto a la inmigración. En enero de 2023, cuando todavía era solo el presidente de la CDU con aspiraciones de convertirse en canciller, calificó de “pequeños pashas” a los hijos de los inmigrantes de origen musulmán tras unos disturbios durante las celebraciones de fin de año registrados en el distrito berlinés de Neukölln, uno de los barrios con mayores tasas migratorias del país. En septiembre de 2022, Merz también acusó a refugiados ucranianos de practicar “turismo social” en Alemania en una entrevista con el tabloide Bild Zeitung.
Con esas declaraciones reiteradas, el canciller pone claramente el intermitente hacia el flanco derecho de su partido, donde la ultraderecha se ha asentado con éxito electoralmente. A la vista de la evolución de las encuestas de intención de voto, la estrategia de copiar parte del mensaje de AfD está fracasando.