Análisis

Los seguidores de Trump siguieron apostando dinero a su victoria incluso después de las elecciones

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No hace falta rebuscar mucho para encontrar rincones de Internet a los que todavía no ha llegado la derrota de Donald Trump. Millones de personas aún creen que, en cualquier momento, va a suceder algo que cambiará el resultado de las elecciones y dará al actual presidente otros cuatro años en la Casa Blanca. Muchos se llevarán un disgusto cuando vean jurar el cargo a Joe Biden el 20 de enero, pero nada más. Hay unos cuantos que ya han perdido mucho dinero por participar en esa fantasía.

Las apuestas políticas están prohibidas en EEUU, lo que no quiere decir que miles de estadounidenses no hayan apostado al resultado de las últimas elecciones presidenciales. Lo han hecho por Internet, sobre todo en casas de apuestas situadas en países con poca regulación, y han jugado mayoritariamente a favor de Trump. Algunos han seguido apostando incluso después de las elecciones, fiándose del presidente y de su equipo legal cuando pronosticaban “una victoria” que llegaría de mano de los jueces o de los parlamentos estatales.

La casa panameña BetOnline, dirigida al público estadounidense, ha gestionado unos 40 millones de euros en predicciones del duelo Trump-Biden, de largo el evento más exitoso en sus casi 30 años de historia. Para la costarricense Bovada también ha sido la apuesta que más dinero ha movido nunca en su plataforma y dice que el 95% de los usuarios era de EEUU. Ambas confirman que, después incluso de la noche electoral, el dinero seguía entrando mayoritariamente a favor del presidente. El cinco de noviembre, dos días después de las elecciones, el 80% de las apuestas en BetOnline eran por la victoria de Trump.

Las acusaciones de fraude y la insistencia de Trump en que “no ha perdido” han creado un momento complicado para las casas de apuestas. Multitud de jugadores que habían puesto su dinero en Biden reclamaban el pago, mientras que la mayoría que había apostado por Trump adoptaba los argumentos del presidente para exigir que esperaran. Al final, las webs más importantes pagaron tras la votación del Colegio Electoral a favor de Biden el 14 de diciembre, pero antes ganaron un buen dinero a costa de los trumpistas. 

Con la justificación de que ninguno de los candidatos había reconocido su derrota y no todos los estados habían certificado sus resultados,  pudieron mantener abiertas las apuestas después de las elecciones. Pasadas tres semanas, algunas casas de de juego todavía daban a Trump un 10% de posibilidades a nivel nacional y en estados que ya habían certificado legalmente a Biden como ganador. En ese punto, esas empresas estaban aceptando unas apuestas que sabían que no podían perder y ganaban un dineral con ello. La pregunta es: ¿por qué seguía habiendo gente dispuesta a aceptar?

¿Por qué tanta fe en Trump?

Las personas que seguían apostando por Trump incluso varios días después de las elecciones son el caso más extremo, pero en general los jugadores han sido tremendamente optimistas con respecto a las posibilidades del presidente. A principios de verano las encuestas ya otorgaban a Biden un 70% de probabilidad de victoria y las casas de apuestas veían un empate. El día de las elecciones los modelos predictivos le daban a Trump solo un 10% y las apuestas un 35%. La disparidad fue aún más clara al principio de la noche electoral. Todos los analistas preveían que Trump subiría al principio del escrutinio para luego bajar, pero a esa hora algunas casas de apuestas le dieron hasta un 90%.

¿Por qué? Porque el dinero con el que se paga un determinado pronóstico depende sobre todo del dinero que esté entrado a esa apuesta. En el caso de estas elecciones, casi independientemente de lo que estuviera sucediendo, las casas de apuestas veían que la gente estaba metiendo su dinero a una victoria de Trump y era ese fenómeno el que “hinchaba” las posibilidades del presidente en el mercado. Está claro que parte de los apostadores lo hacían porque recordaban cómo en 2016 la victoria de Trump era poco menos que imposible y al final llegó, pero hay más condicionantes. En concreto, un sesgo ideológico. 

Algunos analistas reconocen que el mercado de las apuestas se ha comportado irracionalmente al ir en contra de las encuestas, pero muchos recuerdan también que el perfil del apostador habitual se parece mucho al del seguidor de Trump: hombres blancos, un grupo en el que el presidente venció a Joe Biden por 23 puntos de diferencia. Existe la posibilidad de que algunos de ellos estuvieran apostando no tanto por lo que “creían” sino por lo que “querían”. En cualquier caso, se equivocaron. De cara a las presidenciales de 2024, para las que ya hay apuestas abiertas, quizá actúen con la cabeza más fría.