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The Guardian en español

Antropoceno: vivimos en una nueva era geológica marcada por las bombas nucleares y los pollos

Prueba termonuclear estadounidense Ivy Mike, 31 de octubre de 1952

Damian Carrington

El impacto de la actividad humana sobre la Tierra es tan profundo que es necesario reconocer una nueva época geológica: el antropoceno. Esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de expertos que ha presentado sus recomendaciones en el Congreso Internacional de Geología celebrado en Sudáfrica esta semana.

Los expertos sitúan el inicio de la nueva época en 1950 y estiman que es demostrable a partir de la presencia de elementos radioactivos esparcidos a lo largo y ancho del planeta tras los ensayos de bombas nucleares. Asimismo, consideran que podrán aportar otras pruebas definitivas que justifiquen el cambio de nombre. Por ejemplo, la contaminación causada por los plásticos, el hollín de las centrales eléctricas, el hormigón e incluso los huesos de los pollos, ya que su consumo ha aumentado sin cesar a nivel mundial.

La época geológica actual, el holoceno, abarca 12.000 años de clima estable desde el último período glacial. Este clima benigno propició la civilización.

Sin embargo, desde mediados del siglo XX han aumentado de forma espectacular las emisiones de dióxido de carbono, la subida del nivel del mar, la extinción masiva de especies a nivel mundial y la transformación de la tierra como consecuencia de la deforestación y el desarrollo. Los expertos afirman que estos hechos marcan el fin del holoceno, ya que el cambio que ha experimentado la Tierra es tan profundo que se ha iniciado una nueva época geológica.

“La importancia del antropoceno radica en el hecho de que fija una trayectoria diferente para el sistema terrestre integrado por los humanos”, indica el profesor Jan Zalasiewicz, un geólogo de la Universidad de Leicester y presidente del Grupo de Trabajo del Antropoceno, que empezó su andadura en 2009.

La actividad del hombre produce cambios

“Si aceptan nuestra recomendación, oficialmente el antropoceno habría empezado poco antes de mi nacimiento”, explica: “Hemos vivido la mayor parte de nuestra vida en el antropoceno y ahora nos percatamos de las dimensiones y de la perdurabilidad de los cambios causados por la actividad del hombre”.

El profesor Colin Waters, geólogo jefe del Instituto Geológico del Reino Unido y secretario del Grupo de Trabajo señala que poder identificar ese intervalo de tiempo nos indica hasta qué punto las actividades humanas tienen un impacto sobre nuestro planeta: “La noción del antropoceno consigue englobar todas las ideas relativas al cambio climático”.

El profesor Chris Rapley, un científico experto en cambio climático del University college de Londres y exdirector del Museo de la Ciencia de la ciudad afirma que “el antropoceno define un nuevo periodo en el que las actividades de los humanos dominan el funcionamiento del planeta”.

“El planeta es nuestro sistema de soporte vital y, por tanto, no somos más que los tripulantes de una nave espacial de dimensiones descomunales. Interferir a gran escala en su funcionamiento tiene una repercusión significativa. Si ustedes o yo fuésemos los tripulantes de una pequeña aeronave no nos plantearíamos interferir en los sistemas que nos proporcionan aire, agua, alimento y que regulan el clima. Reconocer la existencia del antropoceno nos ayuda a comprender que estamos jugando con fuego y que en un futuro podríamos lamentar nuestro comportamiento imprudente”, indica. Rapley no forma parte del grupo de trabajo.

El astrónomo Sir Martin Rees, expresidente de la Royal Society, explica que el comienzo del antropoceno marca un momento importante: “el pronóstico más pesimista para el milenio siguiente es que las catástrofes biológicas, cibernéticas o medioambientales podrían impedir que los humanos desarrollen su gran potencial y agotar los recursos de la biosfera”.

“Podemos frenar las amenazas”

Sin embargo, Rees señala que hay motivos para ser optimistas: “Los humanos tenemos la posibilidad de frenar estas amenazas, conseguir un futuro sostenible y dar un paso más en la evolución humana. Los albores del antropoceno marcarían una transformación excepcional de un mundo en el que los humanos impulsaron la transición de entidades electrónicas (y potencialmente inmortales) que consiguieron superar nuestras limitaciones e influir mucho más allá de nuestro planeta”.

Las pruebas de que la actividad humana ha tenido un gran impacto sobre el planeta son abrumadoras. Sin embargo, desde un punto de vista geológico, que suele considerar que cada época tiene una duración de millones de años, los cambios son muy recientes. “Desde un punto de vista de la geología, una objeción al antropoceno es el hecho de que se trata de un periodo muy corto”, explica Zalasiewicz: “Nuestra respuesta a esta objeción es que los cambios son irreversibles”.

Para que sea posible declarar la existencia de una nueva época geológica se debe encontrar una señal que se haya producido en todo el mundo y que se conserve en sedimentos para que pueda ser constatado en el futuro. Por ejemplo, la extinción de los dinosaurios, que tuvo lugar hace 66 millones de años y fue provocada por el choque de un meteorito contra la Tierra.

Las posibles causas

En el caso del antropoceno, este 'clavo dorado' podría ser los elementos radioactivos de los ensayos de bombas nucleares, que alcanzaron la estratosfera antes de asentarse en la tierra. “Los radionucleidos son probablemente la señal más sólida, ya que son consecuencia de un estallido”, Indica Zalasiewicz. “Aunque lo cierto es que son muchas las opciones posibles”.

Otros 'clavos dorados' para probar la existencia del antropoceno son las esferas de carbono resistentes y sin quemar que emiten las centrales eléctricas. “Hay claros indicios que a mediados del siglo XX empezamos a lanzar grandes cantidades de humo sobre la tierra”, indica Zalasiewicz. También podrían ser clavos dorados la contaminación causada por las partículas del plástico, el aluminio y el hormigón, los altos niveles de nitrógeno y el fosfato en los terrenos procedente de abonos artificiales.

El mundo está presenciando la sexta extinción masiva de especies que ha tenido lugar a lo largo de los 700 millones de años de vida en la Tierra. Sin embargo, muy probablemente esto no constituya un clavo dorado ya que estos animales son, por definición, inusuales y suelen concentrarse en un punto concreto del planeta. En cambio, otras especies han conseguido expandirse por el mundo con la ayuda de los humanos. El pollo es un firme candidato a convertirse en un fósil con el que los científicos del futuro puedan identificar el antropoceno. Desde mediados del siglo XX se ha convertido en el ave más común en todo el mundo. “Se ha fosilizado en miles de terrenos y en calles del mundo entero”, indica Zalasiewicz: “Es un ave mucho más grande y con un esqueleto distinto al del pollo de antes de la segunda guerra mundial”.

De los 35 científicos del grupo de trabajo, 30 votaron a favor de reconocer una nueva época geológica, tres votaron en contra y dos optaron por abstenerse. Ahora, pasarán los próximos dos o tres años intentando determinar cuáles son las pruebas más concluyentes. También tendrán que tomar una decisión clave: determinar dónde empezó el antropoceno.

Las divisiones geológicas no se definen por fecha sino por los límites específicos entre distintas capas de las rocas o, en el caso del holoceno, el límite entre dos capas de hielo en un núcleo que se localizó en Groenlandia y que en la actualidad se almacena en Dinamarca. Los científicos están centrando su atención en sitios en los que se forman capas anuales y están analizando los sedimentos de barro situados cerca de la costa de Santa Bárbara, en California, y en la cueva de Ernesto de el norte de Italia, ya que sus estalagmitas y estalactitas forman anillos anualmente.

Los sedimentos en los lagos, los núcleos de hielo de la Antártida, el coral, los anillos de crecimiento de los árboles e incluso las capas de basura en los vertederos también serán objeto de consideración. Una vez que se disponga de toda la información se presentará oficialmente a las autoridades estratigráficas. El antropoceno se podría reconocer oficialmente en los próximos años.

“Si tenemos suerte y alguien encuentra lo que constituye un ejemplo clásico, como por ejemplo, sedimentos laminados en el fondo marino, creo que el plazo de tres años es viable”, indica Zalasiewicz.

En el campo de la geología las decisiones no se toman a esa velocidad; tres años sería considerado velocidad de la luz. En el pasado, una decisión así se sopesaría durante décadas e incluso siglos. El científico Paul Crutzen, que ganó el Premio Nobel de Química en 1995, acuñó el término antropoceno en el año 2000 y considera que ya se debería haber producido el cambio de nombre. En 2011 indicó que el cambio de nombre pone de manifiesto la enorme responsabilidad que tiene la humanidad como guardiana de la Tierra.

En 2007 Crutzen identificó lo que llamó la “gran aceleración” de los impactos humanos sobre el planeta a partir de mediados del siglo XX. A pesar de la recomendación del grupo de expertos, está por ver que la comunidad científica reconozca esta nueva época.

“Las autoridades estratigráficas salvaguardan la escala del tiempo geológico. Para ellos integra la esencia de la geología y no están dispuestos a que se modifique”, explica Zalasiewicz: “Pero creo que tenemos muchos puntos a nuestro favor”.

Rapley también ha indicado que los argumentos a favor del reconocimiento de una nueva época geológica son sólidos: “Es sumamente pertinente que los geólogos presten más atención a las señales que encontramos en las capas de las rocas sedimentarias ya que serán muy evidentes para las futuras generaciones de geólogos. La gran aceleración constitución una señal evidente, inconfundible e incuestionable”.

Hechos que demuestran la existencia del antropoceno

La actividad humana ha provocado:

  • La aceleración de las tasas de extinción de la fauna y flora muy por encima de la media a largo plazo. Si el ritmo actual se mantiene, la Tierra verá cómo en los próximos siglos se extingue el 75% de sus especies.
  • El nivel de CO2 en la atmósfera, causante del cambio climático, aumenta al ritmo más vertiginoso de los últimos 66 millones de años. Antes de la revolución industrial, el consumo de combustibles fósiles era de 280 partes por millón y en la actualidad es de 400 partes por millón y sigue aumentando.
  • Tiramos tanto plástico en nuestras vías navegables y océanos que las partículas de microplástico están en todas partes y muy probablemente las futuras generaciones encontrarán trazas de plástico que serán perfectamente identificables.
  • El uso de fertilizantes ha doblado la cantidad de nitrógeno y de fósforo de las tierras de cultivo. Probablemente esto causará un impacto sin precedentes en los últimos 2.500 millones de años sobre el ciclo de nitrógeno.
  • La presencia de una capa permanente de partículas transportadas por el aire en los hielos glaciares y sedimentos, como por ejemplo carbono negro procedente del consumo de combustibles fósiles.

Traducido por Emma Reverter

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