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Macron, la esperanza no socialista de los socialistas franceses

Macron, en la presentación de su candidatura en Bobigny el 16 de noviembre.

Angelique Chrisafis

Lille —

Desde el escenario en una sala de conciertos, el candidato presidencial más joven de Francia levanta la mirada a las miles de personas que han acudido a presenciar su particular y atronador estilo discursivo.

“¡Nunca aceptéis a aquellos que promueven la exclusión, el odio o el aislacionismo!”, exige Emmanuel Macron a su audiencia en Lille, una ciudad rodeada por las tierras izquierdistas del norte de Francia que ha visto cómo sus votantes recurren cada vez más al Frente Nacional, de extrema derecha. “Cuando el Frente Nacional promete restablecer los controles de seguridad en la frontera, está mintiendo”, señala.

Entonces, el centrista independiente, que está llevando a cabo una campaña poco tradicional, hace algo que ningún otro candidato está haciendo. Elogiar a la Unión Europea hasta la ovación. “¡Europa somos nosotros! ¡Bruselas somos nosotros! ¡Necesitamos Europa!”, exclama. Sus animados simpatizantes, muchos de ellos en la veintena, se ponen en pie agitando banderas de la UE.

Macron se está convirtiendo en un fenómeno creciente en la altamente impredecible campaña presidencial francesa. En las últimas semanas, el exministro disidente de Economía ha empezado a crecer de forma tan ininterrumpida en las encuestas que ahora se le ve capaz de dar una gran sorpresa en las elecciones. Quizá logre llegar a la segunda vuelta dejando fuera de combate a uno de los dos contendientes favoritos: el conservador François Fillon y la candidata de extrema derecha, antiinmigración y euroescéptica, Marine Le Pen.

El candidato más valorado

Cuando hace dos meses Macron lanzó su apuesta no tradicional de acabar con la incompetencia de una clase política “vacía”, se estaba enfrentando todas las tendencias en la política francesa. El antiguo financiero de 39 años (dedicado a la banca de inversión), que ha sido asesor jefe y ministro de Economía de François Hollande, no es miembro de ningún partido político. Nunca se ha presentado a ningún tipo de elecciones. No se define “ni de izquierdas ni de derechas” y hace dos años la gente ni siquiera había oído hablar de él. Es más de diez años más joven que ningún candidato presidencial que tenga unas mínimas posibilidades. Sus contrariados rivales en los partidos franceses tradicionales dijeron que era una “burbuja de champán” esperando a emerger.

Pero ahora, con un gran número de personas presentándose a sus mítines, mejores calificaciones y una encuesta de esta semana que le sitúa como el político más valorado de Francia, el novato político que ha prometido revolucionar la forma de gobernar Francia es contemplado con inquietud por los otros principales candidatos.

No hay resultados inevitables en la carrera presidencial francesa y la alineación final de candidatos para las dos rondas en abril y mayo no se conoce todavía. Pero Macron quiere demostrar que puede resistir a una tendencia reciente en la política de Occidente. Se considera a sí mismo como un liberal “progresista” que cree que puede ganar a las probabilidades en un escenario político donde crece el apoyo a los extremos.

Más de 4.500 personas en Lille acudieron a ver a Macron, un número considerablemente alto en la histórica ciudad socialista. Lejos de los ricos emprendedores digitales que acudieron al primer mitin de Macron en París el pasado verano, esta vez eran de todas las edades. Desde estudiantes a doctores, camioneros, profesores, pensionistas y empresarios de la zona. Macron es liberal en sus posturas económicas y aboga por hacer reformas a favor de las empresas, pero está situado firmemente a la izquierda en temas sociales, incluido en la libertad religiosa en un Estado neutral, en asuntos de igualdad y en inmigración.

“Macron representa algo nuevo”

“Temo el auge de Marine Le Pen y si Macron demuestra ser una buena defensa contra ella, entonces me interesa”, indica Franck Tronet, un antiguo fotógrafo de bodas beneficiario de una prestación por incapacidad que vive cerca de Calais y que se considera a sí mismo como de centroizquierda. “Macron representa algo nuevo en la política francesa. Es joven, no es agresivo y siempre está sonriente, y eso es algo bueno”.

La creciente curiosidad sobre Macron y su nuevo movimiento, En Marche (En Marcha), está también vinculada al descontento con otros partidos. Los socialistas están en una situación caótica y se espera que les vaya mal independientemente del candidato que elijan en unas primarias abiertas que se celebrarán este mes. Por su parte, la campaña de la derecha, encabezada por Fillon, está luchando por despegar.

Fanny Brunet, una estudiante de ingeniería de 24 años de Aix-en-Provence, una vez votó a los socialistas. “Emmanuel Macron es joven: ve el mundo de la forma en que nosotros lo vemos”, señala. “Quiero realismo. Estoy harta de políticos que hacen promesas que no pueden cumplir”, añade.

Ghislaine Desbordes, una profesora en gestión de empresas de 50 años y concejala en Wambreiches, cerca de Lille, aprueba las habituales apariciones de Macron y su esposa en las portadas de revistas de famosos. Ella es 24 años mayor que él y fue su profesora de teatro. “Tener una esposa mayor significa que es tolerante en la vida. No tiene la mente cerrada”, señala.

Rompiendo predicciones

Los críticos de Macron dicen que en Francia, tradicionalmente, un “tercer candidato” ajeno a los principales partidos vive un auge antes de las elecciones presidenciales pero después se desvanece. Pero existen muchas variables: por ejemplo, si el veterano centrista François Bayrou decide presentarse o si socialistas insatisfechos deciden votar a Macron, viéndole como la única opción para parar a la extrema derecha.

El viaje de Macron al norte no salió totalmente como había planeado. Sus comentarios en la antigua región minera de que las dificultades y los problemas sociales y de salud en la zona incluían altas tasas de “tabaquismo y alcoholismo” fueron atacados por un alcalde del Frente Nacional como los estereotipos que la élite parisina lanza contra las clases trabajadoras del norte.

Yves-Marie Cann, director político en el grupo de encuestas Elabe, señala: “Algunos vieron a Macron como una burbuja que estallaría, pero hasta ahora ese no ha sido el caso. Los indicadores demuestran que actualmente es un candidato importante”.

“Si su fuerza continúa, podría reorganizar las cartas y desmentir las predicciones de que la ronda final enfrentará a Fillon contra Le Pen. Macron podría reorientar la segunda ronda como una batalla de Fillon contra Macron o Le Pen contra Macron. Este no es el caso todavía: Fillon y Le Pen siguen siendo los favoritos, pero la campaña en serio está a punto de empezar y las cosas podrían cambiar”, señala Cann.

Pierre Mathiot, profesor de Política en la universidad Sciences Po de Lille, afirma: “Hay dos cuestiones. Primero, ¿aceptarán los franceses a un candidato que dice que está por encima de la división izquierda y derecha? Segundo, ¿es creíble cuando dice que representa el cambio, la ruptura con el pasado y una nueva forma de hacer política?”.

“Estos factores, añadidos a la pobre salud del Partido Socialista y el mal comienzo de Fillon le podrían llevar bastante lejos en términos de resultados”, añade Mathiot.

Un joven de 28 años de Lille experto en tecnologías de la información había ido al mitin solo por curiosidad. Siempre ha votado por la derecha pero piensa que Fillon es “demasiado conservador en temas sociales y busca demasiada austeridad. Macron realmente me ha motivado. Si viene la suficiente gente a verlo en directo, cada vez crecerá más. Lo encuentro bastante estimulante”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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