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ANÁLISIS

Polonia entra en una campaña embarrada para unas elecciones clave en la UE por el empuje de la extrema derecha

Donald Tusk, líder del principal partido de la oposición polaca, Plataforma Cívica, habla durante el congreso del programa del partido.

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La campaña para las elecciones parlamentarias del próximo 15 de octubre en Polonia se ha estrenado con el despido de un viceministro de Asuntos Exteriores por la presunta venta de visados a personas de fuera de la Unión Europea (UE), la publicación de un informe de una comisión del Senado que acusa a los servicios de inteligencia de usar programas espía para vigilar a políticos opositores en los comicios de 2015 y denuncias por supuestas motivaciones políticas detrás de la bajada en los tipos de interés.

También ha habido acusaciones de injerencia extranjera contra Rusia y Alemania, con ministros del Gobierno polaco denunciado a Berlín por intentar influir sobre los votantes de Plataforma Cívica, el partido opositor de Donald Tusk, expresidente del Consejo Europeo.

El lenguaje que está empleando Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), el partido de derecha populista actualmente en el Gobierno, parece desmesurado. Su líder, Jarosław Kaczyński, ha dicho de Tusk que es la personificación del mal, un “enemigo de Polonia” y una “peste”. 

En el acto de inauguración de campaña, el partido PiS describió a Tusk como alguien “de fuera” cuyo “centro de toma de decisiones está fuera de Polonia”. El primer ministro, Mateusz Morawiecki, sostuvo durante un discurso en la ciudad de Katowice que la oposición estaba preparando un “infierno para las mujeres” en el que habría “violaciones, robos, asesinatos” y “jóvenes inmigrantes desarraigados asaltando las fronteras”.

Unas elecciones cruciales para la UE

El resultado de las elecciones polacas se considera crucial para el futuro de la Unión Europea y para el desenlace de la guerra en Ucrania.

“Son probablemente las elecciones más importantes en Polonia desde 1989 y, sin duda, las más importantes este año para la UE” , opina Bartosz Kubiak, director en Varsovia del think tank Aspen Institute, quien asegura: “En función del resultado, el país se reorientará hacia una emergente democracia euroentusiasta; o profundizará aún más su giro iliberal y sus desacuerdos con Europa sobre el Estado de derecho y sobre la ampliación [de la UE]”.

La extrema derecha de Confederación

Liderado por un grupo disidente de socialconservadores, el PiS lleva desde 2015 en el poder. Si es desbancado, Bruselas dejará de percibir como un adversario al quinto país más poblado de la UE. Según los sondeos, para garantizarse una mayoría operativa, el PiS necesitaría los escaños del partido de extrema derecha Confederación.

Confederación es una combinación de viejos nacionalistas y nuevos libertarios económicos y tiene un 10% de respaldo en las encuestas. Aunque está tratando de limpiar su imagen, como muchos otros partidos de extrema derecha europeos, no puede borrar los vídeos de sus líderes cargando contra los judíos, los homosexuales, los musulmanes, el aborto y la UE. 

El partido de extrema derecha sabe manejar las redes sociales y se ha hecho popular entre los hombres jóvenes profesionales. La semana pasada, el colíder de Confederación Slawomir Mentzen (36) sostuvo ante un grupo de empresarios de la ciudad de Breslavia que defendían impuestos más bajos y simples. En la comunidad empresarial de Breslavia hasta los detractores admiten que Mentzen siempre llega bien informado a esos debates.

Confederación insiste en que no habrá pactos con el PiS y dice que exigirán nuevas elecciones. Según Kubiak, del centro de estudios Aspen, el resultado será tan ajustado que en dos años, como mínimo, habrá que convocar nuevas elecciones.

Tusk vs. la maquinaria estatal

Mucho dependerá de la capacidad de Tusk, líder del partido de centroderecha y pro-UE Plataforma Cívica, de atraer a un gran sector de votantes indecisos. De acuerdo con una encuesta publicada a principios de mes, casi una quinta parte de los que quieren participar en las elecciones aún no sabe a quién votar. 

A Tusk lo suelen acusar de basar toda su estrategia en una política de oposición al PiS. Como respuesta, el expresidente del Consejo Europeo ha presentado 100 compromisos para 100 días. Si pierde, no será por no ir a lo grande. Entre esas promesas se incluye la financiación a la fecundación in vitro, así como ayudas en concepto de manutención para madres solteras y abuelas con responsabilidades de cuidados.

Tusk, un político bien conocido sobre el que muchos polacos ya tienen una idea fija, se enfrenta a la maquinaria estatal y mediática. Aunque hay medios independientes, la televisión estatal ejerce en gran medida de portavoz del PiS.

La oposición ha puesto el grito en el cielo por la decisión de un Banco Central autónomo de bajar en un 0,75% los tipos de interés cuando la inflación sigue por encima del 10%. Denuncian que la decisión se tomó para aumentar el apoyo al PiS entre los propietarios de viviendas que firmaron hipotecas con tipos variables.

También están muy preocupados por la decisión del PiS de celebrar el día de las elecciones cuatro referendos sobre temas candentes en un intento de aumentar la participación y abrir nuevas fórmulas para el gasto de campaña y por los llamados “picnics informativos” con ministros, en los que la gente del público come y hace preguntas sobre las políticas del gobierno.

Que la política polaca esté profundamente polarizada no es ninguna novedad pero, según Kubiak, la tendencia está empeorando. “Desde 2015 las campañas electorales polacas se han hecho cada vez más dependientes de las políticas identitarias”, opina. “Estamos asistiendo a un proceso de distanciamiento de los programas políticos como medio para convencer a los votantes, y hacia mensajes que son muy emocionales y polarizadores”, explica.

Traducción de Francisco de Zárate.

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