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The Guardian en español

Una revista de golf ayuda a sacar de prisión a un ilustrador condenado injustamente hace 27 años

Valentino Dixon posa en la cárcel de Attica junto a uno de sus dibujos en mayo 2013.

Luke O'Neil

Valentino Dixon pensaba que Dios le trajo al mundo para dibujar campos de golf. Quizá algún día tendría la oportunidad de probar a jugar.

Así lo escribió Dixon en la revista Golf Digest en 2012. Encarcelado en aquel momento en la infame prisión de Attica, Nueva York, cumplía una condena de entre 39 años y cadena perpetua por un asesinato del que fue declarado culpable en 1991. Ahora, seis años después de que su historia llamase la atención a los lectores de la revista –y tras pasar 27 en prisión– puede que por fin haya llegado su momento, ya que su condena ha sido anulada.

Si no fuese por la curiosa capacidad de dibujar campos de golf que desarrolló hace 48 años, puede que Dixon no hubiese salido nunca de prisión. Aunque nunca ha estado en uno, un funcionario de prisiones que sabía que le gusta dibujarlos le enseñó una foto del hoyo 12 de Augusta National. Dixon se puso a ello inmediatamente, haciendo un dibujo que al funcionario le encantó.

“Algo en el césped y el cielo revitalizaba”, escribió Dixon. “Parecía pacífico. Me imagino que jugar sería muy parecido a la pesca”, añadió.

En los siguientes años, Dixon dibujó más de 100 campos de golf inspirándose en una revista de Golf Digest que había tomado prestada sin permiso de otro preso. Al final, su hobby llegó a manos de uno de los editores de la revista, que decidió darle un espacio para escribir sobre ello. También se dieron cuenta, según ha escrito esta semana el director editorial, Max Adler, que su caso judicial parecía muy poco sólido. La revista publicó un artículo sobre la naturaleza poco convincente de su caso, que generó una gran atención mediática, y recibieron ayuda de Georgetown University's Prisions and Justice Initiative, que se hizo cargo del caso Dixon.

Tal y como indica Adler, la condena por asesinato se basó en pruebas sospechosas, un trabajo policial malo, testigos de poca confianza y métodos de enjuiciamiento irresponsables. Con el foco puesto en su caso y una serie de voluntarios y abogados trabajando para él, las autoridades cada vez tenían más complicado ignorar sus peticiones.

“Una vez que un caso cruza una determinada barrera mediática, es importante, aunque no debería ser así”, ha señalado a Golf Digest Donald Thompson, uno de los abogados que ha trabajado para Dixon. “Es vergonzoso para el sistema judicial que la mejor presentación de la investigación en mucho tiempo la haya realizado una revista de golf”.

Es vergonzoso y una grave acusación contra el sistema penal, algo que la unidad de sentencias erróneas del fiscal de distrito del condado de Erie y el fiscal recién entrante, John Flynn, parecían dispuestos a corregir.

Con sus esfuerzos, otro hombre que cumplía cadena perpetua por asesinato, LaMarr Scott, se declaró culpable por el asesinato en cuestión. Admitió su responsabilidad desde el principio, incluido en la noche del asesinato por el que Dixon fue condenado, pero el fiscal en aquel momento le presionó para que dijera otra cosa.

“Es posible que no estuviera vivo si me hubiese quedado fuera”, escribió Dixon en 2012. “Cuando era joven no era útil para la sociedad, no lo discuto, pero no soy un asesino. Eso es lo peor que alguien puede ser, y yo no lo soy. Espero que con mirar mis dibujos eso quede claro”.

Alguien lo hizo y ahora sabemos que no lo es.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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