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The Guardian en español

Sanders se esfuerza para que sus votantes no se vayan con Trump

Richard Wolffe

Donald Trump compartió con sus seguidores en Twitter su indignación en el mismo instante en que Bernie Sanders subió al escenario.

Trump quiere que todos sepamos que está profundamente preocupado por Sanders y por cómo lo han tratado el Comité Nacional Demócrata y Hillary Clinton. Su empatía hacia Bernie y sus seguidores no tiene límites. El sistema conspira contra los socialistas y la desolación de Trump solo se puede comparar con la que sintieron los rusos tras el colapso de la Unión Soviética.

Aunque también es posible que esté fingiendo y que su único objetivo sea atraer el voto de los seguidores de Sanders y convencerlos de que a él le preocupa el llamado “99%” de la población, es decir, los ciudadanos de a pie.

Tanto la campaña de Trump como la de Sanders tuvieron una evolución muy distinta a la inicialmente prevista. Tienen otras cosas en común. Ambos consiguieron sacudir a la clase política con su rebeldía. Ambos se han mostrado en contra de ciertos acuerdos comerciales y medios de comunicación. Ambos han logrado que más personas voten en las primarias y a ambos les gusta jactarse de los resultados de las encuestas y de la cantidad de votos obtenidos. Ambos se han beneficiado de la indignación que siguen sintiendo los ciudadanos tras la recesión y han conseguido que durante la campaña esta indignación se transforme en pasión.

La larga ovación que recibió Sanders cuando subió a los escenarios de la Convención Nacional Demócrata este lunes es una muestra de esta pasión. Sin embargo, sus similitudes con Trump se desvanecieron tan pronto como el político demócrata dejó de presumir del número de seguidores o de delegados que ha conseguido a lo largo de las primarias.

Sus seguidores no pudieron evitar emocionarse cuando Sanders explicó con todo detalle el declive económico de la clase media, los niveles de riqueza absurdos del 1% de la población y cómo el Partido Republicano permitió la actitud imprudente de Wall Street.

Sanders hizo el tipo de maniobra que los republicanos fueron incapaces de hacer durante la Convención Nacional Republicana que se celebró en Cleveland la semana pasada. Trump no pudo tener un gesto generoso con sus rivales en las primarias y la mayoría de ellos prefirieron no acudir a la Convención. Los que sí lo hicieron, como Ted Cruz, intentaron no pronunciar su nombre.

A pesar del rencor que pueda sentir hacia Hillary Clinton y el equipo de su campaña en las primarias, Sanders no se limitó a acudir a la Convención Nacional Demócrata en Filadelfia. Decidió dar su apoyo a Clinton a pesar de que las primeras veces que pronunció sus nombre sus seguidores gritaron para expresar su rechazo.

“Necesitamos a una líder que pueda mejorar las vidas de las familias de clase trabajadora, de los niños, los mayores, los enfermos y los pobres”, señaló.

Necesitamos a una líder que vuelva a unir a los ciudadanos y nos haga más fuertes, no a un líder que insulte a los hispanos y a los mexicanos, los musulmanes, las mujeres, los afroamericanos, los sijs y los veteranos de guerra, y que nos divida“.

“Cualquier observador objetivo que evalúe sus ideas y su liderazgo llegará a la conclusión de que Hillary Clinton tiene que ser la siguiente presidenta de Estados Unidos”, dijo.

Fue en ese instante que Sanders consiguió que todos los delegados del Partido Demócrata, que hasta ese momento se habían mostrado divididos, se unieran para entonar la segunda ovación más larga de la velada.

Mientras que los candidatos republicanos que han perdido en las primarias frente a Trump ya están pensando en la estrategia que van a seguir en las primarias de 2020, Sanders optó por centrar todos sus esfuerzos en convencer a sus seguidores de que voten a Clinton.

“Si no tenéis el convencimiento de que estas elecciones son importantes, si creéis que podéis quedaros de brazos cruzados, pensad en los jueces del Tribunal Supremo que propondría Donald Trump”, afirmó Sanders, y consiguió que su audiencia abucheara esta posibilidad. “¿Qué consecuencias tendría su victoria para las libertades civiles, la igualdad de derechos y el futuro de nuestro país?”.

Si bien la convención no está exenta de bullicio, es cierto que la actitud diplomática que han mostrado los equipos de Sanders y Clinton a lo largo de toda la campaña ha dado sus frutos.

La tregua entre Clinton y Sanders gira en torno al programa electoral del Partido Demócrata. Mientras que el equipo de Trump no mostró ningún interés por el programa del Partido Republicano, salvo para suavizar el lenguaje relativo a la independencia de Ucrania con respecto a Rusia, el equipo de Clinton ha conseguido que el programa vuelva a unir al partido.

“No es ningún secreto que Hillary y yo discrepamos sobre algunos temas. Para eso sirven las primarias y para eso sirve la democracia”, afirmó Sanders en su discurso. “Me enorgullece comunicaros que el comité que presentará el programa electoral del Partido Demócrata ha conseguido que el equipo de Hillary Clinton y yo acerquemos posiciones y juntos hemos redactado el programa más progresista de toda la historia del Partido Demócrata. Ahora nuestra tarea consiste en conseguir que este programa pueda ser ejecutado por un Senado de mayoría demócrata, un Congreso de mayoría demócrata y bajo la presidencia de Hillary Clinton. Haré todo lo que esté en mis manos para que sea así”.

Ningun partidario de Clinton podría haber aspirado a un espaldarazo mejor.

“Hillary Clinton será una presidenta extraordinaria y me enorgullece estar hoy aquí para expresarle mi apoyo”, exclamó Sanders.

El principal reto al que se enfrentaba Sanders, y de hecho también Clinton, era que su campaña pudiera generar resentimiento y fomentar teorías de la conspiración a medida que se fuera alejando de la victoria. Corría el riesgo de dar la sensación de que no solo perdía las primarias y votos sino que también era la víctima de las manipulaciones de su propio partido. No solo había conseguido menos delegados que Clinton; los superdelegados estaban corrompiendo el sistema.

En un momento estratégico, WikiLeaks filtró correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata; todo parece indicar que gracias al ejército de hackers de Vladimir Putin. Esos emails sugieren que el partido favoreció a Clinton y han reactivado el sentimiento de injusticia entre los seguidores de Sanders.

Lo cierto es que en 2008 los seguidores de Clinton también estaban resentidos y creían que su candidata había sido víctima de una conspiración; en este caso, sin la mediación de Rusia. Algunos de sus mejores amigos y donantes me contaron que nunca podrían perdonar a Barack Obama, incluso después de que Clinton procurara todos sus delegados a su rival. Estaban convencidos de que Obama era un candidato débil y que no podría vencer al candidato presidencial republicano, John McCain. Estos sentimientos se evaporaron cuando en el marco de la Convención Nacional Demócrata de 2008 los Clinton dieron todo su apoyo a Obama.

Ocho años más tarde, la primera noche de la Convención Nacional Demócrata ha servido como válvula de presión para los seguidores más incondicionales de Sanders. Su discurso no estaba exento de indignación pero lo cierto es que se mostró indignado con un sistema económico injusto y con Trump, que debería haber prestado más atención al discurso de Sanders que a su tuit de menos de 140 caracteres.

“Me entristece que Bernie Sanders renuncie a su revolución política”, tuiteó el promotor inmobiliario y gran amante del lujo: “Esperamos con los brazos abiertos a todos los votantes que quieran arreglar nuestro sistema fraudulento y volver a crear puestos de trabajo”.

Trump estaba demasiado ocupado tuiteando como para oír cómo Sanders lo criticaba por negarse a una subida del salario mínimo.

Nada hace pensar que los seguidores de Sanders ignorarán a su candidato y apoyarán a Trump. El candidato republicano llegó a esta misma conclusión cuando Sanders terminó su discurso. “Todo ese esfuerzo, energía y dinero, para nada. Una pérdida de tiempo”, tuiteó.

Si bien se refería a la campaña de Sanders, lo cierto es que también podría haber estado hablando de sus ataques contra el Partido Demócrata.

Como Trump –a quien los usuarios de twitter llaman “el hombre naranja”– suele exclamar tan elocuentemente en Twitter: “¡Triste!”.

Traducción de Emma Reverter

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