El clamor indignado se hace oír en el mundo

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Miles de ciudadanos “indignados” de varios continentes se manifestaron en un millar de ciudades por todo el mundo bajo el lema “Unidos para un cambio global” contra los políticos y el poder financiero y bancario actual.

La jornada de protesta amaneció en Oceanía y Asia, donde la participación fue muy desigual con países donde se prohíbe o restringe las concentraciones en lugares públicos, como Singapur o China.

En la capital japonesa un centenar de personas mezcló su protesta por las desigualdades políticas y financieras con una reivindicación contra las centrales atómicas, cada vez más viva tras el terremoto que en marzo dañó la central nuclear de Fukushima. Las muestras más masivas del descontento social se vivieron en Europa y fueron pacíficas y con un tono festivo, salvo en Roma, en donde se registraron incidentes violentos con decenas de heridos y multitud de daños materiales.

Al otro lado del Atlántico también tuvo eco la convocatoria, aunque en menor escala, y en Nueva York, los “indignados” del “Ocupa Wall Street”, movimiento que ha recogido en aquel país las voces contra la política y las fianzas del Viejo Continente, un banco tuvo que llamar a la policía para cortar la entrada masiva de manifestantes que pretendían retirar su dinero de la entidad.

En Italia, los enfrentamientos entre la policía y varios centenares de encapuchados durante la manifestación convirtieron Roma en un campo de batalla. Los encapuchados incendiaron vehículos y un edificio del ministerio de Defensa, atacaron comercios y bancos y les arrojaron piedras, bengalas y petardos durante la manifestación, que comenzó pacíficamente y en la que participaron unas 200.000 personas, según los organizadores.

Varios camiones de la policía recurrieron a las tanquetas con cañones de agua y a los gases lacrimógenos para dispersar a los violentos. Según fuentes médicas y policiales, cerca 20 manifestantes y una treintena de agentes tuvieron que ser atendidos por contusiones.

En España, país inmerso en una fuerte crisis económica y con un índice de desempleo del 20 %, cientos de miles de personas salieron a las calles en casi un centenar de ciudades bajo el lema “Unidos por un cambio global” para protestar contra la forma de hacer de los políticos, los mercados financieros, la banca, los recortes sociales o la precariedad en el empleo.

La protesta más importante fue en Madrid

, donde la multitud caminó entre la plaza de Cibeles y la Puerta del Sol,

donde hace cinco meses se inició el movimiento de indignados del “15M”. En Alemania, unas 40.000 personas -según cálculos del movimiento antiglobalización ATTAC- participaron por todo el país, con las mayores concentraciones ante la sede del Banco Central Europeo en Fráncfort y ante la Cancillería.

La marcha berlinesa discurrió pacíficamente, aunque a la altura de la sede del Parlamento dos centenares de jóvenes que pretendían irrumpir en él se topó con un fuerte cordón policial. En Atenas centenares de “indignados” griegos estuvieron en la plaza Sintagma, símbolo de las protestas contra la política de recortes que aplica el Gobierno para evitar la bancarrota.

En Bruselas, varios miles se concentraron ante las principales instituciones de la Unión Europea, con pancartas con críticas a la respuesta europea a la crisis financiera, al sistema capitalista y en favor de la movilización ciudadana.

En Londres, la concentración estuvo frente a la catedral de San Pablo, aunque los manifestantes no pudieron acceder a la zona donde se ubica la Bolsa de Valores debido a un fuerte cordón policial. Durante los discursos en Londres Julian Assange, responsable WikiLeaks y de la publicación de miles de cables diplomáticos confidenciales, animó a los manifestantes.

La jornada de protesta tuvo también sus muestras en el continente americano. Los “indignados” del “Ocupa Wall Street” reunieron a más de 5.000 personas en Nueya York, en donde las marchas desde la plaza Zucotti, en Manhattan y en donde mantienen un campamento desde hace cinco semanas, hasta otras céntricas zonas de Manhattan como Times Square y Washington Heights, transcurrieron entre cánticos de protestas y tambores.

La Policía practicó una veintena de detenciones de “indignados” que habían decidido mostrar su enojo con el sistema financiero cerrando sus cuentas bancarias e intentaron entrar en una sucursal del Citibank. La significativa pancarta “War street is Wall Street” resumía en un juego de palabras que la actual “guerra de las calles” se debe a los excesos que ha tenido el centro financiero mundial.

En Latinoamérica también se levantaron voces que reclamaban para la sociedad un lugar en una democracia real y no en la creada por políticos y financieros. El presidente venezolano, Hugo Chávez, las respaldó y dijo que son consecuencia de la pobreza que afecta a la clase media.

Chile acogió la mayor muestra de indignación social. En Santiago unas 100.000 personas, según los organizadores, exigió la redacción de una nueva Constitución que sustituya a la actual, elaborada en la dictadura de Augusto Pinochet, y gritaron también consignas de apoyo a los estudiantes que luchan por una reforma universitaria. En Brasil, donde se habían convocado actos en 44 ciudades, la participación fue escasa, y en Río de Janeiro, la segunda mayor urbe del país, se contabilizaron 37 personas.

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