General Motors y Chyrsler anuncian 50.000 despidos
General Motors y Chyrsler, dos de los tres grandes fabricantes de coches de Estados Unidos, anunciaron este martes 50.000 nuevos despidos como parte de su plan de reestructuración para intentar salir de la grave crisis que atraviesa el sector, así como nuevos fondos federales para evitar la quiebra, que ascienden en total a 39.000 millones de dólares.
La compañía que preside Richard Wagoner aseguró que necesitará un total de 30.000 millones de dólares como parte de la ayuda de la Casa Blanca para evitar tener que ir a la quiebra, anunció el despido de 47.000 trabajadores en todo el mundo que se materializarán durante el presente año, y el cierre de cinco plantas en Estados Unidos.
General Motors recibió en diciembre pasado 13.400 millones de dólares como parte de los fondos aprobados por la Casa Blanca para rescatar el sector del automóvil, y este martes aseguró que necesitará otros 16.600 millones de dólares para sobrevivir a la crisis, un total de 30.000 millones de dólares que se comprometió a devolver en 2017.
El plan de reestructuración presentado por General Motors contempla reducir su plantilla en Estados Unidos de los 92.000 trabajadores que tiene en la actualidad hasta 72.000 empleados de aquí a final de 2012, mientras que a nivel mundial la compañía eliminará un total de 47.000 puestos de trabajo.
Además, la compañía anunció que deberá cerrar otras cinco fábricas en Estados Unidos de aquí a 2012 que no estaban contempladas en el anuncio que hizo en diciembre pasado, cuando comunicó que sus planes incluían el cierre de nueve plantas en todo el mundo, pasando de las actuales 47 a 38 en los próximos tres años.
CHRYSLER
Chrysler, por su parte, anunció 3.000 nuevos despidos y solicitó a la Casa Blanca otros 5.000 millones de dólares para sobrevivir a la crisis. El tercer fabricante del país, que en diciembre recibió 4.000 millones, había solicitado en principio otros 3.000 millones pero finalmente dijo que necesitará un total de 9.000 millones ante la fuerte caída de las ventas.
La compañía presidida por Tom LaSorda, que comunicó que sus ventas cayeron un 55% en enero, después de que cerrara el año 2008 con un descenso del 30%, anunció que dejará de fabricar tres modelos, que reducirá su capacidad de producción en 100.000 unidades, aunque mantendrá sus planes de sacar al mercado un vehículo eléctrico en 2010.
Ahora se espera que el nuevo comité de expertos anunciado el lunes por Obama en sustitución del 'zar del automóvil' propuesto por la anterior administración revise los detalles de ambos planes de reestructuración antes de aprobar los recursos que solicitan, para lo cual se había fijado como fecha el próximo 31 de marzo.
PRINCIPIO DE ACUERDO CON LOS SINDICATOS
Mientras se conocían los planes de reestructuración de ambas compañías, el sindicato United Auto Workers (UAW) anunció que había alcanzado un “acuerdo tentativo” con los principales fabricantes del país, Chrysler, Ford y General Motors, para permitir a las tres empresas hacer frente a la grave crisis que atraviesa el sector automovilístico.
“UAW ha alcanzado acuerdos tentativos con Chrysler, Ford y GM sobre modificaciones a los convenios colectivos alcanzados en 2007”, afirmó el presidente del sindicato, Ron Gettelfinger, en un comunicado de prensa, en el que precisó que esos cambios les ayudará a enfrentar el “clima económico extraordinariamente difícil” en el que están operando.
Gettelfinger subrayó que los términos del principio de acuerdo se mantendrán en reserva hasta que concluyan las negociaciones sobre el fondo Veba (Voluntary Employess Beneficiary Association), tras lo cual recordó que la “solidaridad, paciencia y apoyo” de los miembros de su organización ha sido fundamental para hacer frente a los actuales retos.
HASTA EL ULTIMO MINUTO
Ambas empresas mantuvieron negociaciones hasta el último minuto --el plazo dado por el Gobierno tras aprobarse los préstamos concluía este martes-- tanto con los sindicatos para reducir el coste de algunas de las prestaciones de los trabajadores como con los tenedores de bonos, en un intento por rebajar la carga financiera de las compañías.
Precisamente el presidente Obama anunció el lunes la creación de un comité de expertos encabezado por el secretario del Tesoro, Tim Geithner, para supervisar la reestructuración de los fabricantes, descartando así la propuesta de Bush de nombrar un 'zar del motor' para dirigir el rescate del sector.
La anterior administración de George W. Bush aprobó días antes de entregar el mando una línea de crédito de 17.400 millones de dólares para ayudar a los dos fabricantes a superar la crisis, a cambio de que devolvieran todos los préstamos si no presentan un plan de viabilidad financiera antes del 31 de marzo y que limitaran las primas y privilegios a sus directivos.
Las ayudas aprobadas por la Casa Blanca -préstamos inmediatos por 13.400 millones de dólares y una línea adicional de 4.000 millones- provinieron del plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares y llegó después de que el Congreso rechazara destinar un nuevo paquete económico para los grandes fabricantes de la industria automovilística.
Bajo ese acuerdo ambas empresas estaban obligadas a establecer límites en los salarios de sus directivos y acabar con ciertos privilegios y lujos muy impopulares entre la población como el uso de jets privados para sus ejecutivos, en un intento por aplacar el malestar de muchos ciudadanos con este tipo de ayudas, tal como ya ocurrió con el rescate de Wall Street.
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