La genialidad de Picasso

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El nuevo director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, ha explicado que, a lo largo de su carrera, Pablo Ruiz Picasso se desenvolvío con soltura en varios movimientos pictóricos sin vincularse a ninguno de ellos con una “genialidad” que le es propia. “A través de su obra, repasamos su biografía y los avatares del siglo siempre desde su libertad de acción”, ha añadido.

La exposición, ordenada cronológicamente, ocupa cuatro grandes salas del Museo conectando el edificio Sabatini y las salas de ampliación “para explotar la originalidad del edificio”, según Baldassari. En la primera de ellas, se exhiben las obras realizadas entre 1895-1925 que muestran la génesis de la obra picassiana en su Galicia añorada. Se exhiben lienzos de gran relieve, como La muerte de Casagemas, indicio de su fascinación por el expresionismo, o su Autorretrato y La Celestina, emblemáticas del período azul. Mientras que de la revolución protocubista y su período negro cuenta con piezas tan importantes como los estudios para Las señoritas de Aviñón (1907) y Tres figuras debajo de un árbol (1907-1908).

SURREALISMO

Su aventura surrealista comienza en la sala Picasso 2, dedicada al período 1924-1935. Entre las obras que se pueden contemplar, se encuentran El beso, El pintor y su modelo (1925), La pequeña Crucifixion, El Acróbata (1930) o Figuras a la orilla del mar (1931), las obras dedicadas a Marie-Thérèse Walter y las “Cabezas” y “Bustos de mujer” esculpidas en Boisgeloup (1929-1931), así como las esculturas en alambre Proyecto para un monumento a Apollinaire (1928), que culminan en la escultura lineal de Mujer en el jardín.

El Guernica abre paso a la sala 3, donde se exponen obras realizadas entre 1933 y 1951 en el marco de las guerra que asolaron al mundo durante estas décadas. La Guerra Civil española, la Guerra Fría o la Guerra de Corea son denunciadas por el artista en obras como La mujer que llora y La suplicante, que pertenecen a la constelación Guernica (1937) o el Gato atrapando un pájaro (1939).

Por otra parte, al periodo de guerra se suman las grandes esculturas alegóricas Cabeza de toro (1942) o El hombre del cordero (1943), denuncia de la nueva matanza consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

Para completar el recorrido por la la trayectoria del artista, la última sala recorre varias obras maestras del pintor malagueño desde 1943 hasta unos pocos meses antes de su muerte en 1972. En este sentido, sus obras de los años 50', ofrecen una versión totalmente picassiana de la pop culture.

Asimismo, se muestra en este espacio el bestiario inventado en 1950-1951 a partir de desechos y objetos domésticos en yeso, representado por obras como La cabra (1950). La vertiente de ceramista se ilustra también mediante casi una decena de piezas únicas, realizadas entre 1947 y 1957.

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