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La Rioja Baja, zona de mayor actividad sísmica de la comunidad

La Rioja Baja, zona de mayor actividad sísmica de la comunidad

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El movimiento sísmico registrado en la zona de Munilla este jueves no es el único detectado en nuestra comunidad en los últimos años. Y es que la zona de La Rioja Baja tiene una actividad sísmica moderada y desde principios del siglo XIX se han sucedido terremotos con intensidades entre 4 y 8 y magnitudes entre 2,5 y 5,1 (escala de Richter), como detalla el estudio de la Universidad de Zaragoza Geolodía 2012 La Rioja.

Y es que en La Rioja Baja la estructura de la corteza tiene unas características especiales que hace que se dé un mayor riesgo sísmico que en otras zonas del norte de España. Las formaciones orográficas de la zona responden a plegamientos y, por lo tanto pueden tener mayor o menor actividad, pero es lo que queda del final del Terciario. Un ejemplo son los afloramientos de aguas termales en el entorno de Arnedillo, que indican que en esa zona hay todavía actividad telúrica.

Como indica el blog de Antonio Aretxabala, la comunidad de La Rioja ha sufrido varios terremotos destructores, sobre todo en la zona jurásica y cretácica cercana a Arnedillo. “Varias veces las poblaciones cercanas vieron cómo sus viviendas fueron arrasadas o seriamente dañadas por estos fenómenos naturales. Hoy, ese potencial geológico ha sido muy bien aprovechado y convertido en una fuente de riqueza científica, cultural, de ocio, de salud, deportivo y de esparcimiento”.

El mayor terremoto en La Rioja del que se conservan registros se produjo en 1817 y tuvo su epicentro en Arnedillo.Su intensidad fue de entre 5,6 y 6,2 grados en la escala Richter y dejó en ruinas 184 de las 200 casas del municipio vecino de Préjano. Además, murió una mujer en Ausejo, por el desprendimiento de las piedras de la iglesia, y en Arnedillo dejaron de manar las aguas termales.

Cuentan los escritos que “...el día había estado claro y sereno hasta que, casi las 10 de la mañana, las nubes hicieron su aparición, se oculto el Sol y según se relata en Arnedo, se esparció una oscuridad espantosa después de la cual pasados como quince minutos unos ruidos horrorosos acompañados de movimientos de los edificios que produjeron la caída de chimeneas y el agrietamiento de algunos de ellos...”

En Arnedo, la iglesia de Santa Eulalia quedó inservible y su torre casi arruinada y la iglesia de Santo Tomás quedó cuarteada con su torre fuera de nivel. El convento de Nuestra Señora de Vico quedó destruido, y sus religiosos tuvieron que ser trasladados a la ciudad. El edificio quedó bastante deteriorado y en particular alguna capilla de la iglesia. Los daños pueden ser observados todavía en la actualidad.

En Logroño, se quebrantaron varios edificios; en la Iglesia de Santiago se movió y se desprendieron de su bóveda y cornisa muchas piedras y yesones; en la Colegiata se arruinó una de sus capillas; todos los vecinos estaban espantados y se dice que todos abandonaron sus casas; mucha gente huyó de Logroño a las afueras.

Le siguen en importancia, según Antonio Aretxabala, el temblor ocurrido en 1929, con epicentro en Turruncún y una magnitud M de 5,1 (VII en la entonces vigente escala de Mercalli) y el que se produjo en 1961 en Aguilar del Río Alhama, cuya magnitud M fue de 4,6 grados pero muy dañino en las inmediaciones del epicentro (nada menos que VIII en la escala de Mercalli).

Foto del antonioaretxabala.blogspot.com.es

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