Las mujeres y las minorías, tras los muros de la igualdad
Ya lo decía el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero con motivo de la conmemoración de los veinte años de la caída del muro de Berlín: todavía quedan muchos muros de la vergüenza por derribar. Y estos muros no son sólo físicos, sino también sociales. Así lo manifiesta en el Día de los Derechos Humanos la Alta Comisionada de la ONU, Navy Pillay: “la discriminación es endémica, y las mujeres y las minorías quienes más la sufren”.
“Las mujeres trabajan dos tercios de las horas laborables a nivel mundial y producen la mitad de los alimentos que se consumen en el mundo”, afirmó la Alta Comisionada. “Pero sólo ganan el diez por ciento de los ingresos mundiales y son propietarias de menos del uno por ciento de las propiedades mundiales”, añadió, y lamentó que, a pesar de las mejoras significativas logradas durante el siglo pasado, las mujeres y las niñas aún son discriminadas.
Esta realidad circundante queda plasmada en el estudio sobre fecundidad y trayectoria laboral elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): la discriminación laboral ha aumentado en los últimos años. Además señala que la maternidad limita más las oportunidades de promoción a las mujeres de las generaciones más jóvenes.
Además, esta encuesta encargada por el Instituto de la Mujer, resalta que el 75% de las madres trabajadoras ha tenido problemas laborales por su maternidad y destaca el “sistemático aumento” del nivel educativo de las féminas. Así, “entre las mujeres nacidas antes de 1940, poco más del 40% no ha trabajado nunca, mientras que entre las mujeres nacidas después de 1955, esta cifra baja hasta casi el 11%”, explicó la investigadora del CSIC Margarita Delgado.
Se revela también que existen “muchas diferencias” en el inicio de la convivencia en pareja y el número de hijos, en función de si trabajan o no y del tipo de trabajo que desarrollan, donde las que no tienen una actividad fuera del hogar, trabajan a tiempo parcial o tienen un trabajo no estable, inician antes la convivencia en pareja, adelantan la primera maternidad y tienen más hijos.
La lucha por la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos sobre todo en el ámbito laboral, se revela como un basto campo en el que queda mucho por hacer. Aunque se da por hecho en la Declaración de Derechos Humanos de 1948, donde veintiséis de los 30 artículos comienzan con las palabras “todos” o “nadie”, la realidad es bien distinta. Así, Pillay reivindicó que “todo el mundo debería disfrutar de todos estos derechos y nadie debería ser excluido; todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
La discriminación se alimenta de la desconfianza, el resentimiento, la violencia y la inseguridad, y no tiene aspectos beneficiosos para la sociedad. “Por tanto, me gustaría animar a la gente de todos los sectores [políticos, líderes, miembros de la sociedad civil, medios de comunicación, profesores y a cada persona] que honre el Día de los Derechos Humanos y que abrace la diversidad y tome medidas concretas y duraderas para poner un fin a la discriminación”, concluyó Pillay.
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