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Adiós al último tren

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La verdad es que a las máquinas parecía darles igual quién estaba a favor y quién en contra del derribo de la vieja estación de ferrocarril. Ellas hacían su trabajo, ajenas a los discursos políticos y a las acusaciones mutuas, destrozando a dentelladas metálicas la fachada del, para unos emblemático, para otros trasnochado, antiguo edificio logroñés.

Los cascotes caían envueltos en polvo mientras decenas de curiosos observaban la escena. El día, nuboso y grisáceo, contribuía con un toque apocalíptico al conjunto de maquinaria pesada y obreros uniformados que iba dando matarile sin tregua a 52 años de despedidas y reencuentros; de andenes abarrotados; pañuelos blancos y lágrimas; o de trenes solitarios cargados de mercancía atravesando sin detenerse la ya casi extinta estación logroñesa.

Hasta el lugar se desplazó la concejala popular Mar San Martín, que, con el fondo de cascotes cayendo contra el suelo, defendió la postura de su partido en relación al derribo y, a su vez, cargó las tintas contra el actual equipo de gobierno en el Ayuntamiento, calificando de “engaño” la postura que éste ha tomado en la situación.

“La decisión de llevar a cabo el derribo es por decidir el mejor proyecto para Logroño”, apuntó San Martín (IMAGEN), “y es una decisión que siempre hemos mantenido en el Partido Popular desde el principio, no así PSOE y PR, que han estado continuamente anunciando y prometiendo que esta estación se iba a mantener cuando no iba a ser así”.

La concejala también aseguró que “en todos los plenos del Ayuntamiento” referentes al proyecto de soterramiento, en los cuales “PSOE y PR votaron a favor”, se incluía el derribo de la antigua estación de ferrocarril y que ambos disponen del “75% de las acciones en el Consejo de Administración de la Sociedad del Ferrocarril”, por lo que tienen mayoría en el sufragio, así que “si el Partido Socialista y el Partido Riojano querían mantener la estación que lo hubieran hecho. Tienen todos los votos y la mayoría de las decisiones, por tanto si hubiera habido una auténtica voluntad de conservarla lo hubieran hecho”.

A pesar de que para San Martín toda acción llevada a cabo por sus opositores “es una evidencia más de la estafa a la que someten a los ciudadanos de Logroño”, Ángel Varea, concejal de Patrimonio -el cual también declaró ayer en otro escenario sobre los inicios del derribo- tiene otra versión de los hechos. Varea, claramente en contra de la demolición, argumentó que, a pesar de su oposición, su partido no ha tenido la suficiente fuerza dentro del Consejo como para evitarla, ya que dentro de él sólo cuenta con un miembro.

Varea ya declaró en su día que la postura del PSOE sobre esta situación, el cual también compartía la idea de mantener la vieja estación, devenía de “una falta de voluntad política”, aunque también hizo una analogía para exponer que, si bien no se puede estar de acuerdo en todo, su relación con los socialistas sigue adelante, “como en las parejas, no se está de acuerdo en todo pero seguimos avanzando”.

“La responsabilidad también es nuestra”, declaró además Varea respecto a las acciones llevadas a cabo, “y teníamos que haber sido mucho más firmes a la hora de mantenerla, pero por eso no íbamos a romper un pacto ni todo lo que se está consiguiendo. Porque se rompería el equilibrio, y la política es también cuestión de equilibrio”.

Al final, el concejal de Patrimonio, que ya en su día expuso que si bien la antigua estación no podía catalogarse como Patrimonio Histórico sí que lo hacía como “sentimental”, sólo quiso “lamentar lo que a mí sentimentalmente me parece una pérdida tremenda”. Además, como ha venido haciendo hasta ahora en sus declaraciones al respecto, manifestó su desacuerdo en haber pagado 3 millones de euros por una estación provisional, “que se va a derribar”, y no haber invertido ese dinero en conservar la antigua, “unos tenían que haber a

pretado y no han sido capaces, y los otros han apretado para que no se mantenga yhan sido capaces de gastarse tres millones en una provisional, que no va a valer para nada. Porque en cuatro años vamos a asistir a la misma ceremonia con la que nos hemos gastado tres millones, y habrá que explicárselo a los ciudadanos, eso es lo que no entendemos“, declaró para finalizar.

A pesar de los pros y los contras, el derribo ya es un hecho. En cinco días no quedará en pie uno solo de los componentes de la estructura que, desde 1958, ha servido de punto de partida y de llegada para todos los trenes que pasaban por Logroño. En otros 15 días tampoco quedará vestigio alguno de los escombros que esos componentes formen. La vieja estación ya es historia; que sea historia para olvidar o para mantener ya depende de cada uno.

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