'Aprender a pedir es un verdadero lujo'

Rioja2

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Convencida de la labor social de este sistema, asegura que cada vez le gusta más. Ha venido a Logroño invitada por la Universidad Popular, que dedica su sesión inaugural a los bancos del tiempo.

¿Qué es un banco del tiempo?

Un sistema de intercambio en el que la moneda es el tiempo: una hora es un crédito, sea de quien sea, porque vale lo mismo una hora de un niño que de un catedrático, de una limpiadora que de una abogada. ¿Quién puede participar?

Cualquiera, porque todos tenemos algo que compartir y necesitamos algo, aunque no lo sepamos. En realidad, el Banco del Tiempo permite una reflexión individual sobre lo que cada uno sabe hacer, y las personas pueden descubrir sus habilidades, que suelen ser tesoros ocultos.

¿Hay un mínimo de horas necesarias?

No. Se puede ofrecer desde una hora al año para hacer una conferencia hasta varias horas todas las semanas, depende de las necesidades y el tiempo de que dispone cada uno.

¿Cuánta gente hace falta para que funcione?

Con seis personas es suficiente. Si cada una tiene tres necesidades y tres habilidades, hay 36 elementos en el intercambio. A partir de ahí, no hay un límite. El Banco del Tiempo de Logroño no ha empezado aún y ya hay más de 160 personas inscritas, así que la riqueza está ya más que asegurada aquí.

¿Cuáles son las actividades más comunes?

Eso depende de cada lugar, porque, como cualquier negocio, un banco del tiempo se adapta a la ciudad donde está y a los cambios del mercado. Nosotros hemos propiciado actividades que van desde la danza hasta los paseos en barco, la arteterapia o la cocina. Una vez tuvimos a un chico joven que quería ser modisto y que aprendió costura y patronaje en el banco del tiempo porque así no necesitaba dinero, ya que sus padres no estaban muy convencidos de que se dedicase a coser.

¿Es entonces una actividad solidaria o un intercambio de intereses?

Por supuesto que es una actividad solidaria, pero si se entiende bien la solidaridad, porque dar beneficia sólo al que da, y sólo recibir acaba humillando al que recibe. La solidaridad debe entenderse como algo bidireccional para que el que recibe se sienta digno. Por ejemplo, si una persona mayor no puede pagar que le pinten el piso y se lo hacen unos estudiantes pero él a cambio lee cuentos a los niños, está pagando lo que ha recibido. Quizás lo más importante es que la gente aprende a pedir, sin tener miedo a no recibir, y eso es un lujo.

¿Entonces cumple un papel en la comunidad?

Sí, de hecho hay muchas zonas en las que ha funcionado como elemento regenerador. Acelera la creación de lo que se llama efecto tribu, la conversión de una comunidad en una familia amplia, que de otra manera tardaría 10 o 15 años en llevarse a cabo.

¿Qué ocurre si alguien no cumple?

Nosotros llevamos en marcha desde 2003, y todavía no ha ocurrido. De todas maneras figura en las normas, y si alguien no cumple lo que se ha comprometido a hacer es excluido del Banco del tiempo.

¿Cómo se gestiona el asunto de la confianza?

En la oficina del Banco del tiempo hay siempre una persona formada, que tiene empatía y perspicacia para gestionar los intercambios. Además, puedes decir que no en cualquier momento si no te convence la persona. También intentamos hacer encuentros y actividades para que la gente se conozca, y es muy fácil generar amistad cuando se parte de valores comunes.

¿Cuáles son esos valores?

Hay cuatro básicos: que las personas son la fuerza del sistema, la redefinición del trabajo entendiéndolo no sólo como algo remunerado, la reciprocidad como elemento de justicia y el sistema de dar y recibir como creador de una sociedad más incluyente. Son valores universales y elementales que los participantes comparten de entrada.

¿Han surgido relaciones en el Banco del Tiempo de San Javier?

Sí, por supuesto. Es muy fácil generar amistad cuando se comparten valores. Además, permite que haya relación entre personas de estratos sociales, edades o procedencias muy diversas, que sería difícil de otra manera.

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