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Los danzadores descienden la cuesta para mantener viva la tradición

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Los ocho danzadores de Anguiano han honrado a su patrona, la Virgen de la Magdalena, bajando la pronunciada cuesta de la localidad subidos a sus zancos de casi medio metro de altura y rodeados de cientos de personas.

La cuesta, que parte de la iglesia de San Andrés, se ha llenado un año más en sus laterales y en los balcones de sus casas de anguianejos, visitantes y curiosos que no querían perderse el vistoso espectáculo que forman el peligro, los amplios faldones y los coloridos chalecos de los danzadores.

En esta tradicional danza han participado 8 jóvenes del municipio, todos ellos veteranos en esta fiesta y con edades comprendidas entre los 17 y 27 años, según ha explicado a EFE el alcalde de Anguiano, Gerardo Sobrón.

La bajada ha sido precedida de un pasacalles con los gaiteros y los danzadores del pueblo, que cada año acompañan a la Virgen de la Magdalena en procesión el primer día de las fiestas patronales.

Tras la danza llamada “El Agudo” en la plaza de la Obra frente a la imagen de la Virgen, se ha producido el descenso de la cuesta, que ha sido el primero de los cinco que se realizan estos días y que continuarán mañana viernes y el sábado a las 14:00 -tras la misa- y 20:00 horas.

Las bajada de la cuesta se ha producido sin incidentes, gracias a que el público ha conseguido “detener” a todos los danzadores a su llegada al final de la cuesta, salvo en una ocasión, aunque la caída del joven no ha tenido consecuencias.

La vestimenta de los danzadores consta de las medias blancas rematadas con liga, el calzón negro, la camisa blanca, la faja azul con flecos, el chaleco con siete cintas de colores, la saya o falda, el mantón de Manila, las castañuelas y los zancos.

Los zancos, de unos 45 centímetros de altura, son tallados en madera de haya, muy resistente, por una carpintería de Nájera.

Por su parte, las faldas amarillas crean una bolsa de aire al girar que facilita la estabilidad de los danzadores mientras bajan la estrecha, empinada -de casi un 20% de pendiente- y empedrada 'Cuesta de los danzadores'.

El público también cumple su función, ya que los asistentes deben tener cuidado para no estorbar la bajada y, al mismo tiempo, estar dispuestos a servir de colchón para frenar las posibles caídas.

Esta danza se repite en septiembre durante las fiestas de Gracia, cuando la imagen de la Virgen de la Magdalena se traslada de vuelta desde la iglesia de San Andrés hasta su ermita.

A pesar de que algunos antropólogos datan este baile de la época celta o precristiana, el primer documento que menciona esta costumbre se remonta al año 1603, y fue declarada fiesta de Interés Turístico Nacional en 1970.

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