Una coalición entre IU, el PP, Mélenchon y los georgianos
Una campaña electoral cansa. No son doce horas picando piedra pero agotan. Casi catorce duró la jornada del lunes para el candidato de IU en La Rioja, Andrés Barrio, José Luis y Juana. Una semana de sus vacaciones le ha costado su implicación en estas elecciones al número 32 en la lista de la formación de izquierdas, pero reconoce que no concibe su vida de otra forma en este momento. Mañana Dios dirá. O Marx. “Vamos a por José Luis, que se ha quedado dormido” fue la primera frase que pronunció Andrés. Recogido éste y tras la pertinente bronca (había madrugado en demasía y le había atrapado el sofá viendo la tele), el candidato pasó al asiento de atrás del coche: lectura de notas y repaso a la actualidad. El mercadillo de Arnedo era el lugar elegido para intentar captar algún voto.
La capital del calzado en La Rioja aguardaba nublada a la caravana y con amenaza de tormenta, aunque ésta no llegaría hasta las seis de la tarde, según las indicaciones de un pastor. Lo que sí había era mucho viento. Tanto que tiró el tenderete que el Partido Popular, con su alcalde a la cabeza, estaba montando a la entrada del mercadillo. Hubo un momento en que aquella plaza se convirtió en el lugar con más políticos por metro cuadrado del Mundo: tres diputados nacionales (Jesús Posada, Juan Antonio Abad y Conrado Escobar), dos senadores (Javier Pagola y Francisco Martínez-Aldama), una eurodiputada (Esther Herranz) y dos candidatos a las europeas (Andrés Barrio y Noelia Moreno). Como mezclar no suele ser bueno y acaba en vómito, hubo que acudir a un bar para almorzar, que no tomar el vermú.
Unos alumnos franceses de no más de catorce años, libreta en mano para aprender las costumbres patrias, andaban medio perdidos entre los puestos. “Nous sommes Mélenchon”, les dijo Barrio, pero no debieron captar bien el mensaje a tenor de sus caras de espanto. Eso, o eran más de Le-Pen, que nunca se sabe. Metidos ya 100% en el reparto de propaganda, los arnedanos no se cortaban en replicar cuando veían el partido que les pedía el voto. “A mí no me des chorradas, que no quiero yo eso”. “Ahora nos piden el voto, luego no hace nada ninguno”. “Si me das dinero en vez de esta mierda…”. “Toma, que no voy a votar porque no hacen nada más que robar”.
No todo eran malas contestaciones. Una señora, cuyo marido era “muy socialista”, explicó que se lo estaba pensando: “Yo creo que esta vez hay que castigarles, porque lo que sí tengo claro es a quien no voy a votar”. La comida en casa seguro que fue entretenida. Otra fue algo más radical y, casi cogiendo al candidato de IU del pecho, le dijo que tenía que destrozarlos a todos, lo que más vale que fuera una metáfora política. La siguiente que apareció por la zona venía del banco, le acababan de pasar todas las contribuciones y le habían dejado la cuenta temblando. ¿Su explicación? “Ahora estamos pagando todo lo que dio el Rodríguez, que dejó entrar aquí a georgianos, ucranianos, marroquíes…”. El último en interceptar al candidato, que iba sorteando las conversaciones como mejor podía, fue un tendero. “¿Por qué no os unís con el PSOE?”, repetía una y otra vez. “Tenéis que echarlos y para eso tenéis que uniros”. A esas alturas estaba ya tan perdido que no sabía si se refería al PP, a Mélenchon o a los georgianos.
Menú del día para comer, café rápido, carretera y manta. Previa parada en la sede de IU en Logroño, cuya oficina central está tomada por carteles, banderas y vaya usted a saber qué, Haro. La última cita del día era una charla sobre la Política Agraria Común (PAC) con dos representantes de sindicatos agrarios. Dos horas y media de debate, exposiciones y argumentos en buen tono, dando pros y contras (muchas más contras), de esta medida de la UE. Mientras tanto, el ex presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla paseaba por las calles de la capital del Rioja, como les gusta decir a los jarreros, acompañado por sus gruppies del Partido Riojano (PR+). “Habrás traído anchoas. Un vinito ahora con anchoas…”, le comentaron en el primer bar. “Es que sois muchos, pero si llego a saberlo traigo un par de botes”, respondió siempre tan jovial. La expedición se perdió al llegar a la Herradura.
Moraleja: los políticos en campaña se multiplican, piden el voto y prometen, pero también se cansan. En ello les va el jornal.
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