‘Ya no quedan Quijotes’
Parece increíble que hoy en día existan personas capaces de dejarlo todo y emprender un nuevo camino alejados de toda clase de comodidades, lujos y privilegios. Sergio Barbero es probablemente uno de los últimos ejemplos. Desde hace dos años y medio su hogar es un antiguo refugio de pastores de las montañas de Viniegra de Abajo. Vive del trabajo que presta de forma altruista, sin ingresos fijos, pero con todo el inmenso cariño y apoyo que recibe de sus múltiples amigos. “Mi forma de vida no genera falsos intereses por no disponer de recursos”, sentencia.
Esta historia tiene su origen en la catástrofe del Prestige en 2002. Sergio decide entonces abandonar su trabajo, su casa y su familia en Madrid y viaja hasta la localidad lucense de Cangas para participar como voluntario en las labores de limpieza de las costas. A partir de aquí comienza un periplo que le lleva por distintos parajes de La Rioja Alta y Baja hasta que descubre la ermita de San Millán, en pleno valle del Urbión. “Sentí que era mi lugar en el mundo”. Más tarde se traslada a un antiguo refugio de pastores cerca de Viniegra de Abajo y, tras una profunda limpieza y renovación, la convierte en lo que hoy es su casa.
“Lucho por un mundo mejor y para ello cuento con dos armas, el amor y el cariño de mis amigos”, reivindica Barbero, al que le conocen con el apelativo de Águila Solitaria. “Ya no quedan Quijotes”, reconoce, pues es consciente que su caso es excepcional. “Me siento como un Alonso Quijano, lucho sin interés lucrativo alguno”, añade, al tiempo que se considera “un auténtico guerrero de primera línea”.
Un día en la vida de este hombre de 40 años consta de tareas tan básicas como la recogida de leña o la reforma de su hogar y, entre tanto, siempre encuentra un rato para estar con sus amigos. “Es necesario compartir la ilusión y toda la riqueza que atesora esta sierra”.
POEMAS
El miércoles no fue un día cualquiera en la vida de Sergio Barbero. Ese día se presentaba su primer libro en el Espacio Fundación Caja Rioja-Santos Ochoa. Así que viajó hasta la casa de su amigo Manolo en Nájera y se preparó para lo que iba a ser su pequeño instante de gloria. “Llevo luchando cinco años por este momento”, afirma repleto de ilusión.
Un canto al Valle de Urbión (Paraíso) es una obra de poesía en la que el autor ha compilado todas las experiencias acumuladas durante estos más de cinco años. “Quisiera ver el mundo / sin armas y sin guerras / donde todos unidos levantemos la bandera / que ponga paz y amor / y no guarde rencor”, empieza uno de ellos.
Águila Solitaria dice vivir un sueño con la publicación de su libro. “El proyecto surgió en marzo del año pasado. Comencé a recopilar poemas que tenía escritos en las paredes del refugio y escribí algunos nuevos. Con la ayuda de mis amigos pude sacarlo adelante. Como el buen vino ha requerido un poco de tiempo para que vea la luz”, relata. También destaca la implicación de Santos Ochoa en la edición de la obra.
Sergio Barbero dice encontrarse en la plenitud de su vida. “Llevo cinco años sin ponerme enfermo. Mi salud está mejor que nunca. Respiro aire puro y como alimentos ecológicos”, subraya.
AMISTAD
De él dicen que es un ermitaño, pero la apreciación puede que no sea correcta del todo. Un ermitaño o un anacoreta es una persona que profesa vida solitaria y Sergio no hace otra cosa que hablar de sus amigos. “En el pueblo recibo cartas desde Nepal y Croacia. Un montón de gente viene a visitarme y muchos me buscan por las montañas”.
Dice que su padre le transmitió su pasión por el arte y la música. De él aprendió a querer el paisaje riojano. Él continúa su legado y lo hace con tal ilusión y alegría que contagia sus enormes ganas de vivir.
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