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Susana Díaz no tenía el camino despejado

Susana Díaz lo dijo desde el primer momento. Podría plantearse aspirar a dar el paso para dirigir la secretaría general del PSOE pero siempre que tuviera el camino despejado. Quería una aclamación unánime del PSOE -casi la tuvo, tras la salida en tromba de hasta ocho barones autonómicos apoyándola-, no tener que ir a unas primarias contra nadie y luego verse aún más legitimada en una votación unánime de los militantes socialistas de una sola papeleta.

Pero, a medida que se acercaba el inicio del proceso, las cosas no eran como las quería la presidenta andaluza, ni como se las habían dibujado. El diputado vasco Eduardo Madina no iba a tirar la toalla y se iba a presentar a las primarias pasara lo que pasara, aunque fuese para perder, como todos le advertían. Y, además, contaba con apoyo sólido de varias federaciones fuertes en el PSOE, como Extremadura o Asturias, que si bien no son muy numerosas tienen un peso específico grande en el partido.

Susana Díaz si quería ganar -que lo tenía hecho- tenía que pelear. Y embarcarse en un proceso de primarias durante más de un mes. Ya no era lo previsto.

Nadie puede saber si ha pesado más en su decisión lo que ella llama su compromiso con Andalucía o la confirmación de que Madina no iba a dar un paso atrás. Pero, con toda seguridad, ha sido una mezcla de ambos factores.

Así, una vez más, la operación dirigida por los guardianes de las esencias del partido ha fracasado. En principio, Madina tiene el camino despejado, aunque en el PSOE nunca se sabe. Pedro Sánchez ya tiene que ir sí o sí, y Pérez Tapias puede ganar protagonismo en el proceso.

Todo ello, si no se improvisa una operación relámpago con un nuevo nombre. De este partido todo se puede esperar. Por cierto, ¿volverá Chacón?

Susana Díaz lo dijo desde el primer momento. Podría plantearse aspirar a dar el paso para dirigir la secretaría general del PSOE pero siempre que tuviera el camino despejado. Quería una aclamación unánime del PSOE -casi la tuvo, tras la salida en tromba de hasta ocho barones autonómicos apoyándola-, no tener que ir a unas primarias contra nadie y luego verse aún más legitimada en una votación unánime de los militantes socialistas de una sola papeleta.

Pero, a medida que se acercaba el inicio del proceso, las cosas no eran como las quería la presidenta andaluza, ni como se las habían dibujado. El diputado vasco Eduardo Madina no iba a tirar la toalla y se iba a presentar a las primarias pasara lo que pasara, aunque fuese para perder, como todos le advertían. Y, además, contaba con apoyo sólido de varias federaciones fuertes en el PSOE, como Extremadura o Asturias, que si bien no son muy numerosas tienen un peso específico grande en el partido.